Por: Mario Cámara

Desde el advenimiento del romanticismo alemán, la literatura ha procurado una suerte de “escape” a partir del dictum de su propia crisis. Una crisis que le es inherente, precisamente, por la ausencia de fundamento de lo literario. Ese “escape” ha encontrado numerosas formas a lo largo del siglo XX, y obviamente ha tenido numerosos objetivos. Algunos, planteados en torno al alcance y a la difusión de la literatura; otros en torno a una suerte de sincronización de la literatura con su tiempo (técnica y cultura popular); y otros planteados como una crítica a la propia historia de la literatura o a la literatura en sí como arte de la palabra.

La literatura ha funcionado de un modo híbrido porque desde lo que denominamos modernidad no hay literaturidad, ni hay campo propio de lo literario. Esa impropiedad se observa tanto en el plano de la escritura y de la crítica, como en el plano de las articulaciones y fusiones con eso “otro” que todo el tiempo la excede y a la vez la completa.

El propósito de este dossier consiste en presentar una serie de reflexiones críticas que aborden textos, acciones e intervenciones que, a lo largo del siglo XX, hayan puesto en tensión y en cuestión lo literario entendido como un lenguaje autónomo: desde los usos de los medios masivos, por ejemplo, y sus estrategias publicitarias por parte de las vanguardias, pasando por la poesía y la novela visual o en cruce con lo visual, las lecturas o recitados de poesía, hasta los nuevos formatos o formas de difusión de lo literario (libros cartoneros en Buenos Aires, generación mimeógrafo en Río de Janeiro, los saraus en San Pablo). Pensaremos aquí la literatura desde conceptos tales como “performance”, “rituales”, “prácticas”. El recorrido se propone discutir la autonomía de los lenguajes artísticos, especialmente el lenguaje literario, y a partir de esa discusión pensar qué es la literatura en nuestro presente.