Los usos de la ira: versiones al castellano de siete poemas de Audre Lorde
Por: Jimena Jiménez Real
Fotos: Dagmar Schultz
Audre Lorde fue, además de una prolífica escritora que publicó casi dos decenas de libros, una militante: se autodefinía como “negra, lesbiana, madre, guerrera, poeta”. Los poemas que aquí presentamos, traducidos por Jimena Jiménez Real especialmente para Transas, recogen, sin dudas, el cruce de todas esas variables, expresadas en el tono intimista de la experiencia personal.
“Poder es un poema sobre Clifford Glover, un niño Negro de diez años a quien mató de un tiro un policía a quien luego absolvería un tribunal del que formaba parte una mujer Negra. El día que escuché en la radio que O’Shea había sido absuelto, conducía por 88th Street y tuve que parar en el arcén. Crecía en mi pecho algo parecido a la furia; el cielo se volvió rojo. Sentí náuseas. Tenía ganas de estrellar el auto contra la pared, contra la próxima persona que se me cruzara. Así que paré en el arcén. Saqué mi diario para desahogarme, para descargar furia por las puntas de los dedos. La expresión de esos sentimientos dio lugar a este poema.”
– Extracto de una entrevista a Audre Lorde realizada por Claudia Tate, 1982. En Conversations with Audre Lorde, Joan Wylie Hall (ed.). Traducción propia.
a
Corría agosto de 1978 en South Hadley, un pueblo de apenas 16.000 habitantes del este de Massachusetts, Estados Unidos, y el Mount Holyoke College se preparaba para auspiciar la Cuarta Conferencia Berkshire sobre Historia de Mujeres. Apenas unos días antes de que tuviera lugar el panel “Power and Politics: a Lesbian Perspective” el día 25 de ese mes, las tres panelistas participantes, entre las que se encontraba la escritora y militante afroamericana Audre Lorde, se toparon con que el comité organizador de la universidad había modificado el título. El rótulo nuevo, al recortar “lesbian” del ideado en un principio, se desentendía del contenido real de la conferencia. Para terminar de asegurar que la reunión transcurría con orden y decencia, el comité asignaba al evento una sala lateral, donde no pudiera caber gran número de las susodichas mujeres. La reacción de las organizadoras del evento no se hizo esperar: furiosas, imprimieron y repartieron folletos, en los días y horas previos al encuentro, con el reclamo de que se devolviera a la conferencia su nombre legítimo y de que se celebrara en el auditorio principal, tal y como se había proyectado en un principio. Horas después se apretujaban en el auditorio principal del Mount Holyoke College cerca de dos mil mujeres y Audre Lorde leía su texto inédito “Uses of the Erotic, the Erotic as Power”[i]. Tras las ponencias de las tres participantes, se abrió una ronda de preguntas. Una mujer se levantó, se dirigió al frente del auditorio y denunció las maniobras de sabotaje del comité. Pidió después que se levantaran todas las lesbianas presentes: casi dos mil traseros se izaron de sus asientos[ii].
La lucha por visibilizar la discriminación de la diferencia forma parte de un contínuum en la vida de Audre Lorde. Nacida en Nueva York en 1934 de progenitores afrocaribeños, dedicó su vida, hasta su deceso en 1992 en la isla de Saint Croix, a militar como feminista, mujerista, lesbiana y negra, produciendo en el camino una vasta obra en prosa y en verso. Es en esta última que fijamos aquí nuestra atención para presentar una traducción inédita de una selección de siete poemas extraídos de la –hasta ahora– más completa antología poética de la autora: The collected poems of Audre Lorde (1997, Nueva York: W. W. Norton & Company). Autobiográfica, sincera, tierna e iracunda, la poesía de Audre Lorde contiene el germen de cada una de las ideas que proyectó la escritora en sus ensayos. En consonancia con el tema del dossier, hemos tratado de evidenciar en esta muestra la relación entre el hacer poético de Lorde y su faceta de militante lesbofeminista y mujerista, pero también nos atrevimos a esbozar una tenue conexión de la afroamericana con América Latina.
La siembra
Cae la tarde
los niños duermen o están cansados.
Terminé de plantar tomates
bajo un sol breve tras cuatro días de lluvia,
tengo tierra marrón bajo las uñas
y mi piel rebosa de sol.
Siento la cabeza densa como miel
las puntas de los dedos me arden
por la tierra fértil
pero más aún por la ausencia de tu cuerpo.
Ya estuve antes en este lugar
donde la sangre bulle de rabia
y mis dedos frescos de tierra
sueñan con arar un surco
cuyo nombre sería el tuyo.
a
A mi hija, yonqui en el metro
Prole que no hemos parido
nos atormenta encarnándose en
sí misma
dolorosamente precisa e inevitable
como una aguja en la carne.
a
Vuelvo a casa en el metro tras una reunión de la APA[iii]
mentes tan comprometidas con su lucha privada
como un asesinato
o un suicidio
una chica patilarga con un caballo en el cerebro
se desploma junto a mí
ruega que la lleven dormida
lejos del deseo
por el precio de un tren nocturno.
Muchachita dopada
si nos medimos por los sueños que evitamos
tú eres la pesadilla
de todas las madres que duermen.
Meciendo una y otra vez
el peso muerto de tus brazos
abrazas nuestros cuellos
más pesados que la costumbre
de buscar razones.
a
Mi preocupación viciada no reemplazará
aquello que una vez necesitaste
pero soy presa de mis adicciones
y te ofrezco mi ayuda, un ojo
alerta
en mi propia estación.
Despierta e indigente
tu caro sueño explota
por todo el vagón
en una terrible risa tecnicolor
por mi fracaso.
a
Las mujeres desvían la mirada
y las otras madres que no supieron ser útiles
maldicen a su prole convertida en basura.
a
Bajo la madera que se arrastra y la esculpe
La tierra se mueve despacio.
Pero viene ya un rayo.
a
Cultivar su secreto en la tierra marrón
Extensa como una mujer
Intrépida
Es duro trabajo de hombres de mirada quieta
Que rompen la tierra, cuidan su semilla,
Y la vigilan afanosamente en la estación seca.
Pero en la orilla del día tenue y brillante
Más allá del arado, llevan los ojos
A las colinas, al trueno que se condensa
Pues conocen la tormenta.
a
La tierra se mueve despacio.
Aunque el ojo del trueno
Puede partir de un fogonazo
La corteza frágil como cristal de la cara de la montaña,
La tierra se mueve despacio.
Aunque puede quebrar
Toda la fuerza de un hombre y en los brazos de su hijo
Esculpir una manga en tierra de insolente roca.
Y la tierra extensa espera.
a
Lento arado, largo,
Por el marrón de la estación seca,
Y la tierra se mueve despacio.
a
Pero viene ya un rayo.
Berlín no es fácil para las chicas de color
Puede que una extraña
se acerque desde la esquina
a mi habitación
nidos de avispas tras sus orejas
come una banana medio madura
con motas marrones en forma de lagartija
lleva gaviotas en el pelo
sus axilas huelen a apio
quizá
habla mi lengua
con un tempo distinto
el ritmo de ballenas grises que rezan
oscura como un bol de granito
puede que
ella sea una piedra.
a
Cruzo sus fronteras a medianoche
los guardias, aturdidos, sueñan
con el pan caliente de Mother Christopher
con el fin de la guerra, quizá
la chica vende entradas para toda la temporada
de la ópera de Berlín
impresas en la tapa de una caja lánguida
que frena el crecimiento de rosas vagabundas.
Puede que los santos de hielo nos hayan avisado
el tierno perdón de los contrastes
metal muslos de seda un bote varado
puede que se esconda
tras la bandera americana
tras el andar de cabellos vivaces
de una alegre ladrona de flores
puede ser que
un ruiseñor espere en el callejón
junto a la cabina de teléfono amarilla.
Bajo mi almohada
una piel de banana se marchita.
a
Cine en el Soho
La mujer que vive en el número 830 de Broadway
pasea a su bebé cuando cae el sol
por las calles del vecindario
almacenes una fealdad que resulta moderna
blusas de seda de 200 dólares donde antes colgaron martillos
entre cafés y muelles de carga.
En las alcantarillas los químicos florecen como rosas salvajes
su hija en el carrito a cuadros
con una pegatina del movimiento antinuclear
disfruta tanto como es posible
del paisaje urbano.
a
¿Promete a su hija una vida
más fácil más segura en esta isla
que las que ellas corren a descifrar a casa
26 pisos sobre una bahía
que agoniza,
el complejo
acróstico doble de la cultura actual?
a
Cuando acaba el telediario de las seis,
¿da una palmadita la niña en la mejilla húmeda de mamá
acuna ella a su hija contra su cuerpo
y llora por lo que ha visto
junto a la cama bajo la que yacen
el hedor de muerte en la alfombra
su hijo muerto a bayonetazos junto a una puerta en Santiago de Chile
una corola de moscas tse-tse que se encostra en la nariz de su hija
los hipopótamos militares que disparan contra los dolientes
en Bleecker Street
sangre en sus cuchillos Escoffier
sangre empozando el triturador de basura
la sangre de su bebé oscureciendo la pantalla
su próxima década a todo color
conectada de polo a polo,
cuando acaba el telediario de las seis
llora por lo que ha visto?
¿O regala su rebozo naranja
de flecos Soho magenta
a una campesina de Vieques
con seis hijos y sin tierra
tras el paso de los morteros
y la Marina
que navega hacia la puesta de sol?
Para la chica que vive en un árbol
Una carta en mi buzón dice que has llegado
a Honduras y me pregunto de qué color
es la madera que cortas ahora.
a
Cuando te fuiste de esta ciudad pasé un año llorando
por la 14th Street por Taconic Parkway
frente a las casitas de tejas para pájaros a lo largo de Riverside Drive
y me alegraba porque tu partida
me dejaba un país nuevo
donde Riverside Drive se convirtió en un asedio
que ni la dinamita podía reventar
donde hacer a la vez el amor y la guerra fue
menos contradictorio
y al regar mis lágrimas la mañana me convertí
en mi propio lugar que desentrañar
mientras parte de mí te sigue aún por los bosques de Oregón
cortando madera muerta con un hacha oxidada
interpretando las pesadillas de la piel
color crema de tu madre, bañada en hollín de fuegos comunales
donde trabajas para disciplinar tus sueños
cuyos símbolos se inmortalizan en mentiras de la historia
narradas como cuentos de hadas que llaman poder
tras el trono o noble esclavo de la frontera y
ambas sabemos que no eres blanca
iracunda o furiosa pero solo por sangrar demasiado
al caminar fatigosamente tras un vagón y, en confianza,
¿de verdad conquistaste Donner Pass con solo un carrito?
a
Las pesadillas de mi madre no son las tuyas pero te conciernen.
Si mientras duermes te subiera a la boca el sabor de la sangre de un niño
y no pudieras levantar tu mano negra encadenada
para quitarte su muerte de los labios
quizá considerarías
por qué elijo este ladrillo de porquería
en lugar del reto verde de la buena tierra.
a
Las pesadillas de tu madre no son las mías pero me conciernen.
Compartimos más que una trampa entre las piernas
donde largas presas aúllan una y otra vez por el país
al encontrar menos de lo que regatearon
pero más de lo que jamás temieron
así que con o sin sueños, creo que volverás pronto de Honduras
donde el bosque es aún más tupido que en Oregón.
Terminarás viéndolo también como una elección
entre amar mujeres o amorosos árboles
y aunque solo sea por su libertad de movimiento
las mujeres ganan,
no cabe duda.
a
Generación II
Una chica Negra
camino de ser
la mujer
por la que su madre
rezó
y rogó
camina sola
temiendo
la ira
de ambas.
a
[i] La ponencia se convertiría posteriormente en un capítulo del libro Sister Outsider: Essays and Speeches (1984, Nueva York: The Crossing Press).
[ii] Esta anécdota aparece narrada por Bettina Aptheker en su libro Intimate Politics: How I Grew Up Red, Fought for Free Speech, and Became a Feminist Rebel (2006, Nueva York: Seal Press,) y también en la apertura del ensayo “Audre Lorde: Presente!” (Women’s Studies Quarterly, Vol. 40, No. 3/4, ENCHANTMENT (FALL/WINTER 2012), pp. 289-294).
[iii] Asociación de Padres de Alumnos (PTA o Parent-teacher association, en la versión original).
[iv] En 1954 Audre Lorde realizó una estancia en la Universidad Autónoma de México. Vivió por ello unos meses en Ciudad de México y también en Cuernavaca, Morelos.
[v] Respetamos el uso de mayúscula inicial en cada verso, propio del poema en su versión original.