Ficción / poema. Cuando los poetas piensan cine y los videastas producen poesía

Por: Gianna Schmitter

Ficción / poema es una miniserie uruguaya de poesía audiovisual realizada por Antón Terni (cámara) y Patricia Olveira (sonido), de Halo Cine. La primera temporada se puede disfrutar en YouTube, la segunda temporada se está actualmente estrenando en Uruguay. Ya pasó por el festival de cine DETOUR, el 22 de julio se presentó en la Zavala Muniz del Teatro Solís en el ciclo Más Acá de los Mundos y en septiembre habrá proyecciones dentro del Mundial Poético de Montevideo y en la Feria del libro de San José, entre otras.


Gianna Schmitter: Me encantaría saber cómo surgió la idea del proyecto.

Antón Terni: La idea surgió casi de casualidad, con un poeta que se llama Gabriel Richieri. No pensábamos en una serie en ese momento. Gabriel nos dijo: “Tengo una idea. Quiero correr por dentro del túnel de 8 de octubre y que me filmen. Quiero decir un poema que todavía no sé cuál es, pero tengo esa idea.” Subimos a la camioneta y lo grabamos corriendo por el túnel de 8 de octubre. Así hicimos “Gritaste”[1], la primera ficción / poema, que está en la temporada 1. Vimos el video y nos encantó. Ahí todavía no había nacido ficción / poema como tal, como concepto, como para traspolarlo a otros poetas; aún era una idea loca de un poeta, en este caso de Gabriel, y cómo realizábamos con esa idea un contenido poético-visual. Cuando a él se le ocurrió hacer una segunda locura de estas, surge “Parto”[2], que también está en la temporada 1. Cuando vimos el resultado y le pusimos el título, dijimos acá hay algo que realmente podemos trabajar con todos los poetas, con quien quisiéramos, porque el trabajo era muy de ida y vuelta, muy fronterizo, en donde el poeta podía pensar mucho en cine, nosotros podíamos pensar en poesía. Nos encantó esa frontera entre dos caminos creativos. Ahí es cuando verdaderamente nace el concepto y la idea de una serie. Ahí surge el nombre de ficción / poema para poder debatir entre nosotros qué reglas poníamos, para romperlas o no, pero de alguna manera qué reglas poníamos para jugar.

Pregunta: ¿Y qué reglas eran?

Antón Terni: Las reglas eran justo las que surgieron de estas dos primeras experiencias: una toma única, y que el poema sea inédito, o sea que ni escrito anteriormente ni publicado, sino que sea creado para ficción / poema. Estas reglas – que en las dos temporadas están bastante seguidas al pie de la letra – se rompen en tres poemas porque ameritaba y porque también está bueno romper las reglas para poder sentirse un poco más libre y no tan embretado por lo que uno mismo propone.

 
“Los eternos” de Agustín Lucca

Gianna Schmitter: ¿Cómo seleccionaron a los poetas?

Patricia Olveira: Montevideo está plagada de poetas, realmente. Desconozco si en el mundo es así, intuyo que es muy probable, pero realmente hay mucha poesía contemporánea andando por bares, por teatros, por lugares under. Cuando dijimos tenemos entre manos una miniserie, cuando empezamos a pensar en el formato desde lo audiovisual, había que conseguir a estos poetas, había que hacer una selección de esta primera temporada. Entonces empezamos a frecuentar estos espacios para tener un panorama y hacer una selección. Tampoco es que nos acercamos a la poesía con ficción / poema, nos veníamos acercando desde antes, pero obviamente que, con el proyecto entre manos, profundizamos la investigación… Muchos bares para escuchar poesía, también compramos libros… de ahí hicimos la primera selección. De esa primera selección nos quedaron afuera personas que consideramos referentes de la poesía contemporánea local y que logramos incluir ahora en la segunda temporada.

Antón Terni: Pero siempre quedan afuera, porque hay muchos. Ahora estamos, de hecho, aplicando para la temporada tres, y creemos que es un proyecto que puede tener muchas aristas, que puede ser tan longevo como nosotros tengamos las ganas y la energía de hacerlos. Incluso para extrapolar a otro país, ¿no? Pensando que acá en Uruguay ya es bastante extensivo lo que uno puede hacer, pero tenemos países hermanos llenos de poetas, está el mundo entero, la verdad.

Gianna Schmitter: Realmente creo que es un proyecto hermoso, de muy buena calidad porque saben combinar tanto el lenguaje audiovisual como el poético.

Patricia Olveira: Creo que lo que ha ayudado a eso fue el concepto de reglas que mencionaba Antón. Si bien a veces las reglas u obstrucciones te limitan, también te ponen un marco, y creo que es lo que le ha dado el carácter del lenguaje. Creo también que es fundamental que el poema no sea editado previamente, que sea pensado para la ficción / poema. Un poeta piensa siempre en un texto, en las palabras, en su materia prima, y la voz. Nuestra dinámica de trabajo fue siempre juntarse con el poeta todas las veces que fuera necesaria, para que empiece a pensar no solamente en esos términos, sino que también piense en cine, en planos, por decirlo de alguna forma, en acciones, sobre todo. A nosotros nos permitía lograr, en algunos casos mejor que en otros, esa comunión entre el lenguaje cinematográfico y el texto. Ese trabajo es donde llegamos a piezas que me gustan muchísimo y que son súper representativas y únicas de este concepto que estamos trabajando.

Gianna Schmitter: Es decir que normalmente es el poeta él o la que propone el guion, o sea, que dice tengo ganas de eso, lo que me contaste al principio, Antón, de correr por ejemplo por la carretera.

Antón: Ha sido distinto con cada poeta. Lo primero que hacemos en realidad, una vez que nosotros ya sabemos que queremos trabajar con alguien, es reunirnos. Ahí nosotros sentimos que es como un lienzo en blanco: hay que encontrar hacia dónde vamos. Me parece que ficción / poema es bastante terapéutico, tanto para nosotros como para el poeta. Se vive casi como una ficción / terapia, como le decimos a veces, porque nosotros exploramos, junto con el o la poeta, cuáles son sus miedos… a veces vienen y nos cuentan cosas que no tienen nada que ver con un poema. Hablamos de la vida, de cómo estamos, cómo nos sentimos, qué pasa, nos conocemos, y ahí estamos nosotros para descubrir qué anda suelto por ahí en la persona para poder trabajar. La otra opción es que ya viene con algo y nos dice: “quiero trabajar esto”. Depende de cada uno. Ahí no hay una libreta, un guion que tengamos nosotros. Es un ser nuevo a conocer, como somos nosotros, darnos a conocer con quien trabajemos, ¿no? Entonces, siempre las reglas son distintas, de cómo abordamos el tema.

Gianna Schmitter: ¿Y eso de la sola toma, por qué lo propusieron?

Antón: Nosotros sentimos que podríamos hacer muchos planos y poner un sonido después grabado en estudio por el poeta, pero eso le quita autenticidad, nos gustaba la idea de una experiencia vivida…

Patricia: …el acto poético, el acto transforma a quien lo realiza. Capturar eso, casi como un documental. Si bien se llama ficción / poema en realidad estás como capturando un momento; si bien hacemos varias tomas, pero siempre con su sonido directo y con su registro directo de imagen. Hay algunos videos que tienen planos cortados, pero el sonido siempre es uno.

Antón: El cine que nos gusta a nosotros y que hacemos, tanto en el documental ya realizado juntos como en el film que estamos preparando ahora, se constituye de planos secuencia: nos gusta que dejen aire a las acciones, en vez de estar pensando en qué lugar mágico va la cámara. Quien esté delante de la cámara sea, de alguna manera, quien marca hacia dónde va la cámara. Y entonces jugar ahí.

“Parto” de Gabriel Richieri

Gianna Schmitter: ¿Eso significa también que improvisan la cámara en el momento? Por ejemplo, en el primer video de la segunda temporada, cuando están caminando por la calle…

Antón: Es una mezcla de dos cosas. Ahí con Zana fuimos hasta allí sin saber cómo lo íbamos a hacer, ella más o menos sabiendo lo que iba a decir y nosotros sabiendo más o menos cuál es la acción. Nos encontramos entonces en el lugar y probamos una toma y ahí surge: estaría genial que acá te dieras vuelta y yo entonces me doy vuelta y probamos de nuevo hasta que encontramos una coreografía entre el o la poeta y nosotros y la cámara. Es una coreografía que hay que encontrar, no es algo ya estipulado cien por ciento de antemano, sino que lo debatimos ahí.

Gianna Schmitter: Es decir que estás manejando la cámara casi como una performance cinematográfica también, esto es: el poeta para mí claramente está haciendo una performance, y como dijiste, la idea del registro es casi documental, salvo que la forma documental en la cual lo están realizando es en sí poética, o sea la manera de capturar el instante, de manejar el lenguaje visual. Normalmente, en cine, cuando vos estás grabando, no estás improvisando en el momento mismo de grabar, no te estás preguntando dónde poner la cámara.

Antón: Creo que hallamos la mejor manera en el lugar. En ese mismo ficción / poema que nombrás (Zana Conti, “Nube”), el momento más fuerte es cuando ella dice que esa mañana fue violada, y es la primera vez que la vemos de frente. Descubrimos que eso tenía que ser así casi in situ. Cuando lo repetimos por segunda vez y entendimos que eso tenía fuerza, se convierte en una suerte de documental, pero ya ficcionado, porque realmente queremos llegar a que eso suceda. Entendimos que eso está bueno, lo rescatamos de la coreografía improvisada y lo repetimos ya ficcionándolo, digamos. Entonces el concepto también es un híbrido ahí: ficcionar lo que está sucediendo y que surge de una improvisación. Es como encontrarle la mejor manera de filmar lo que surge naturalmente, digamos.

Patricia: Como la puesta en escena del poema, del texto en un espacio, con el poeta, la poeta en vivo.

Antón: Improvisamos, pero luego surge una que es la que más nos gusta, y ahí vamos por esa, solo.

Gianna Schmitter: Yo vi otras cosas, o sé de otros trabajos, donde es mucho más planificado, donde realmente hay una suerte de guión ya previsto. Entonces lo que me llama la atención en el trabajo de ustedes es que están participando en el juego, que ustedes también están abandonándose a lo que puede surgir en el momento, que es poético en sí.

Antón: Para darte un ejemplo, la ficción / poema “Volvé que te necesitás” de Vivianne (Temporada 2), donde ella está pateando la pelota de fútbol, nosotros no sabíamos cómo lo íbamos a filmar. Ella sabía lo que iba a decir y sí sabíamos que iba a haber una pelota y que ella la iba a estar pateando contra una pared. O eso era lo que nosotros pensábamos. Cuando íbamos para allá, ella nos avisó que iba a haber un amigo, que iba a hacer de golero. Qué notable, porque así te la pasa a los pies, es bienvenido. La verdad que yo, con la cámara, no sabía cómo lo iba a filmar, tampoco sabíamos cómo íbamos a coreografiar eso. Lo primero que hicimos fue que Vivianne empezó a recitar el texto y uno empieza viendo a través de la cámara, que es la mejor manera de ver lo que está sucediendo. ¡Ah! Mirá qué bueno esta girada alrededor de ella. Y qué bueno está frenar justo cuando ella dice “me llamo Vivianne”. Eso lo dejamos para descubrirlo ahí. Creo que eso es lo que tiene de documental o de fresco, mejor dicho. Que no es algo de guión, de storyboard, de previsto, sino que tenemos una idea y vamos al lugar. Eso nos permite descubrir cómo es la mejor manera en el lugar: por ejemplo, el sol está de una manera, el lugar está de una manera, nosotros estamos de una manera única en ese momento, en ese lugar. Jugar con esas variables nos parece importante para que el video esté vivo, para que se sienta fresco cada poema.

Gianna Schmitter: ¿Y normalmente cuánto tiempo les lleva grabar y hacer el montaje?

Patricia: Mínimo un día de grabación, máximo dos. Es decir, nos ha pasado que con poetas hemos filmado dos ficciones poema en un mismo día y nos ha pasado con poetas que hemos elegido hacer un día una y un día otra. Eso depende mucho justamente de la ficción / poema que se quiera filmar. Y generalmente lo que hacemos es filmar todo y luego elegir cuál es la buena. Muchas no llevan un montaje propiamente dicho porque son tomas únicas. Solamente elegimos donde empieza y donde termina. Ha sido muy distinto la temporada 1 y la 2. La 1 nos llevó mucho más tiempo desde que empezamos con el primer poeta hasta el último; pasaron entre un año y medio a dos años. En el medio hacemos otras cosas y nos fuimos dando mucho tiempo. En la segunda temporada lo hicimos mucho más expeditivo. Creo que una vez que nos empezamos a contactar con los poetas hasta que filmamos todo, pasaron dos o tres meses.

Antón: Es que entendimos el mecanismo también. Creo que es algo que vamos puliendo en cuanto al proceso más que nada. Tener una lista de poetas, elegirlos, llamarlos, comunicarnos… Y luego ya no tenemos temor a equivocarnos. Ya entendimos que tirándonos al agua salen cosas que están increíbles. Eso ya nos tiene más seguros en la manera de trabajar con las personas.

Patricia: Sí. También hay poetas que necesitan más lo inmediato, a los que el tiempo no les ayuda, digamos, porque les hace dudar más de lo que escribieron o de lo que van a hacer. Entendimos que lo mejor es ir y rodar ya porque si no, lo perdimos. Y hay otros que necesitan decantar, presentarnos una idea, ver qué nos pasa, o sea, necesitan un proceso un poco más largo.

Antón: Y nosotros nos vamos adaptando a eso, sin dormirla, como decimos, y tampoco sin apurarla, como entender un poco los tiempos de cada persona para llegar al mejor resultado posible.

Gianna Schmitter: ¿Y los financiamientos? Porque está financiado por el Ministerio de Cultura y Educación, ¿no? Y de cine.

Patricia: Estas dos primeras temporadas que hicimos obtuvieron el mismo fondo que era, en ese entonces, un fondo del Instituto de Cine de Uruguay que pertenecía al Ministerio de Educación y Cultura. Se trataba de un fondo muy pequeño que se otorgaba para contenidos digitales. Ese fondo se descontinuó y ahora volvió a resurgir con la nueva Agencia de Cine y Audiovisual de Uruguay. Actualmente estamos buscando el financiamiento para hacer la tercera temporada, cuya propuesta es trabajar con poetas del interior del Uruguay, es decir, fuera de Montevideo. Hasta ahora mostramos poetas montevideanos.

Antón: Algunos del interior, pero que viven en Montevideo, pero la idea no es solo trabajar con poetas del interior, sino ir a otras localidades, a mostrar otro Uruguay, es decir que no sean lugares tan cercanos o Montevideo.

Patricia: En algún punto es una tercera temporada un poquito más ambiciosa en cuanto a los recursos porque implica recorrer el territorio. También en cuanto a la dinámica del proceso va a ser distinto. Hasta ahora nos podíamos reunir las veces necesarias con los poetas, ya que vivían en la misma ciudad que nosotros… Cuando llevemos adelante esta tercera temporada, quizás va a ser todo mucho más rápido, esto es: ir, juntarnos para, capaz, rodar al otro día o a los dos días máximo y volvernos a Montevideo. Si no, se hace una gira muy costosa para este tipo de proyectos. Llegado el momento, afinaremos un poco cómo va a ser la metodología de trabajo para poder realizarlo.

Gianna Schmitter: Me contaron que muestran las temporadas en festivales. Quisiera saber cómo reacciona el público.

Patricia: Muy bien. Las veces que lo hemos presentado hemos tenido comentarios muy lindos. La ventaja de ficción / poema es que como el contenido es multi-plataforma, puede estar en distintas ventanas de distribución. Puede estar en festivales literarios, de poesía, pero también en festivales de cine: la serie completa puede estar en un festival de cine, y los episodios aislados como un cortometraje. Luego organizamos también eventos específicamente de ficción / poema, y finalmente está el mundo digital, YouTube, portales que nos linkean. Cuando hicimos la temporada 1, Instagram todavía no admitía videos de más de un minuto; ahora para la 2, ya se va a sumar esa ventana. También estamos afinando ahora algo que hicimos intuitivamente con la 1 temporada, que es hacer la mayor cantidad de proyecciones presenciales posibles, es decir: en pantalla grande, con un buen sonido, combinado con alguna otra experiencia en vivo, en distintos venues. Ahora vamos a ir a la sala Zavala Muniz del Teatro Solís, que es un espacio muy lindo e importante de Montevideo, después vamos a estar en el Mundial Poético, en la Feria de Libros de San José, quizás en la Feria de Libro de Montevideo… Sacar todo el jugo de esas ventanas presenciales combinando la proyección con otras actividades que enriquezcan la experiencia, como conversatorios o poetas en vivo. Luego de eso circulará en los medios digitales para llevar poesía a los teléfonos y computadoras. La idea es poder generar primero esa experiencia con ficción / poema y luego pasar a las pantallas más pequeñas.

Gianna Schmitter: ¿Y acude mucha gente?

Patricia: Todas las proyecciones que hemos hecho con la temporada 1 han estado a sala llena, la única que hicimos con la T.2, también. A veces se combinaban con otras cosas, por ejemplo, en el festival de cine había unos cortos antes y luego había una banda que tocaba en vivo. No obstante, era una sala de un cine que estaba completa y entregada a la poesía. Con la T.1 pasó algo similar, tanto en el Mundial Poético, como para una doble fecha con una poeta alemana que vino a presentar su poesía sónica, organizado por el Instituto Goethe.   

Gianna Schmitter: Al principio de la entrevista mencionaron el impacto que tiene el video en la poesía y al revés. ¿Para ustedes, qué hace el video a la poesía y la poesía al video?

Antón: Creo que de por sí a nosotros nos gusta filmar de cierta manera, acercarnos a las cosas y a las personas de una manera tratando de entender cómo es, sin ir nosotros con algo ya predeterminado. Para nosotros eso ya es una manera de acercarnos, no sé si poéticamente es la palabra, pero sí para descubrir la belleza casi sin tocarla, sin despertarla, sin decir cómo tiene que ser. Creo que ya de por sí nuestra manera de trabajar es bastante invisible cuando estamos filmando, y comprendimos que así podíamos captar cosas bellas sin espantarlas, por así decirlo, como si fuese algo que se rompe. Por ello se caía de maduro que estaba bueno trabajar con poetas porque las y los poetas en sí son seres que están muy abiertos a mostrar la belleza que traen consigo. No son actores, no son actrices. Son seres muy transparentes por decirlo de alguna manera, y ahí nos dimos cuenta que en nuestra manera invisible de filmar y seres transparentes había algo que nos iba a permitir descubrir algo nuevo. En ningún ámbito cinematográfico nos gusta ir con ideas preestablecidas; nos gusta el descubrir. Siento que por ahí viene esta manera de congeniar tan bien con la poesía y encontrar una frontera nueva donde descubrir cosas.

Gianna Schmitter: ¿Y las y los poetas, cómo reaccionaron?

Antón: Siento que están flasheando, que es realmente algo lindo y nuevo. Están muy acostumbrados a presentarse en vivo: como contamos, acá hay una movida de presentarse en vivo, de leer en vivo. Pero nosotros tenemos un gusto y una propuesta particular, que es que no nos gusta la lectura; a nosotros, nos gusta la acción y el decir sin el libro en la mano. Al venir a plantear esto les sacamos de alguna manera su arma y apoyo principal, que es el libro, que es lo que escribieron y en lo que se apoyan para decir. Al momento de plantear este juego, estamos en un terreno que ni nosotros, ni los poetas conocemos. Y me parece que es bien recibido porque el poeta es una persona un poco kamikaze, ¿no? Alguien que se tira a lo profundo y que va a desnudar su alma. Nosotros estamos proponiendo ese juego de entrada. Ahí hay siempre un recibimiento hermoso que yo sentí siempre muy abierto y que nos ha permitido jugar libremente, digamos, nunca ha habido límites más que los que nos planteamos o descubrimos en el hacer. Siempre es muy libre como nos encontramos con los poetas.

Patricia: Sí, además no son personas que habitualmente son filmadas. Hay cierta frescura ante una cámara. No han sido muchas veces filmados pero les gusta también esa atención. Entonces es una combinación interesante porque no se retrotraen, no se ponen tímidos. Realmente logran sacar lo que tienen adentro pero sin tener vicios de actores o de actrices, de personas que están habituadas a la cámara. Confían bastante en lo que propone Antón desde la realización y la apuesta de la cámara. Y luego creo que la simbiosis más rica sucede cuando ellos de verdad logran salirse del texto y pensar en acciones. Ahí se encuentra el cine y la poesía, como lo entendemos nosotros. Hay veces que no sucede tanto, o con algunos poetas o en alguna ficción / poema de un mismo poeta, pero cuando ellos realmente logran salirse del texto para llevar su poesía y lo que ellos traen – que es mucho más que palabras – a una acción, es cuando se encuentra realmente la poesía con el cine.

Gianna Schmitter: Sí, que es un encuentro muy potente. Hay unos videos que miro y se me pone la piel de gallina; es impactante.

Antón: Es porque está pasando. No es solamente un vídeo: está pasando, al poeta le está pasando lo que está diciendo. Creo que es encontrar esto, ahí está lo lindo.

Gianna Schmitter: En cine es normal también trabajar en equipo, en literatura, en cambio, mucho menos. ¿Sintieron que ahí hubo algún impacto para con los poetas? El hecho de hacer un video-poema saca al poeta de su soledad para escribir; lo que dijiste antes, por ejemplo, que con algunos a veces hay que ir rápido porque si no piensan demasiado y se arrepientan y se ponen a dudar. Cuando justamente se trabaja más en equipo, se transforma también el oficio literario.

Antón: Sí. Cuando nos juntamos con un poeta somos tres, no es uno a uno, sino que somos tres y algo pasa entre el poeta solo, en su casa escribiendo, y la dinámica de los tres. Me imagino que de pronto es una multitud para el poeta, ya son dos opiniones más… y ahí se genera un debate distinto al uno a uno. Siento que tres personas de repente es un grupo, que el o la poeta se siente muy apoyado, porque no es sólo la opinión que yo diga de lo que la poeta venga a decirme, ni la que Pato tenga, sino que hay un debate entre la poeta con Pato, o Pato conmigo, o yo con Pato, o entre los tres. Ahí algo empieza a girar y creo que eso le gusta mucho al poeta, porque se siente cuidado. También porque todo lo ponemos a debate. Y cuando a los tres nos gusta, esa es. Cuando a los tres nos miramos y decimos pa, y empezamos que uno tira y el otro recoge, ahí se genera una sinergia y es clarísimo que vamos bien, que estamos encontrando. Y el poeta se siente apoyado y eso le permite abrirse más.

Gianna Schmitter: Pero entonces realmente es como una co-escritura.

Patricia: En algún punto sí.

Antón: Co-realización también. Por eso decimos que es muy fronterizo el lugar dondenos encontramos. Nosotros pedimos acciones pero muchas veces nosotros, porejemplo, cuando el poeta empieza a decir la poesía también proponemosacortar o ahondar. Es decir,les permitimos que hablen de la realización, como nosotros nos permitimos aportar a la poesía y eso está buenocreo. O por lo menos a nosotros nos encanta.

Patricia: Sí. Es realmente un cruce de lenguajes, de frontera, de disciplina. Creo que esa es la esencia de ficción / poema. No es poesía filmada, es esa frontera difusa que lo hace tan particular.

Gianna Schmitter: ¿Patricia, me podrías hablar un poco del sonido? Acústicamente también es muy lindo, hay mucho ritmo, por ejemplo.

Patricia: Lo trabajamos como trabajamos en el cine. Nos tomamos cada rodaje de ficción / poema como una escena de una película y todos los recursos técnicos están puestos con esa vara, con esa técnica de rodar. Tanto la cámara como el sonido están cuidados en su registro y luego en su postproducción, tanto el color de la imagen como la postproducción de audio de la toma directa. Hacemos un trabajo cinematográfico 100%. Es a lo que nos dedicamos, entonces es donde tenemos puesto todo nuestro ojo, nuestros oídos, nuestro gusto. Que es vital: por más que el poema esté buenísimo y que el poeta haga tremenda performance, acción, puesta en escena, etc., si no se ve y no se escucha bien y no tiene un ritmo y un sentido lo que vemos, pierde fuerza.

Gianna Schmitter: ¿Qué otros proyectos tienen con ficción / poema?

Antón:  A merced de este concepto surgió un taller de ficción / poema en una escuela de poesía aquí en Montevideo, con estudiantes de todas las edades. Son estudiantes que están dando sus primeros pasos en la poesía y que de entrada tuvieron ya un taller de ficción / poema, de cómo abordar la poesía en forma cinematográfica, cómo estar frente a la cámara y cómo crear cinematográficamente un poema. Es lindo ver que gente que está involucrándose o dando sus primeros pasos en la poesía ya adquiere un lenguaje que surge de esta serie. Que se convierte en concepto para crear algo nuevo, que se ha podido dar ya a futuros poetas o a poetas de acá. Es bello ver cómo de golpe salpicó, cómo el concepto va tomando ramificaciones. En ese taller fui yo docente dos años. Un año eran tantos estudiantes que las ficciones / poemas fueron grupales, algo que todavía no hemos trabajado nosotros en las series pero estamos planeándolo. Empezar a trabajar en una misma ficción / poema con dos o más poetas al mismo tiempo. Eso implica otras reglas de juego, otra manera de producir, otra manera de filmar y de trabajar ya en grupo.

Gianna Schmitter: Y hablando de educación, ¿les parece que justamente llevar la poesía en este formato a los estudiantes o a los alumnos – también estoy pensando en la secundaria – puede hacer que se interesen más por la poesía o no?

Antón: Yo creo que, sin duda, es una herramienta más. Hoy una ficción / poema la podemos ver en el teléfono, ¿no? Todo el mundo está con el teléfono, están todos los jóvenes, pero estamos nosotros los más veteranos también. Entonces, cualquier plataforma que sirva de gancho para interesar, atraer hacia cualquier modo de expresión artística, me parece que está buenísimo. Y sin duda es un gancho más porque hay muchas herramientas: ahí vos ya no estás hablando sólo de poesía, sino que estás hablando de tecnología digital, estás hablando de redes sociales, estás hablando de un montón de cosas que si no lo enganchás por un lado lo enganchás por el otro o de todas a la vez. Estás llevando la cultura a lugares donde a veces se halla solo entretenimiento y creo que es una manera de meternos a navegar con estas nuevas maneras de comunicarnos. Me parece que está bueno que la cultura exista ahí y que permee los hogares, los teléfonos y cualquier cosa donde uno pueda meter algo así.

Patricia: Sí. Nosotros estamos trabajando un concepto con ficción / poema: es una serie de poesía contemporánea, audiovisual. Pero también es una obra de literatura digital. Tiene esa dualidad, y nos parece muy interesante profundizar y trabajar, explotar ese concepto, porque ¿cuáles son las formas que tenemos hoy de consumir poesía? Comprar un texto de poesía que no sé cuánta gente lo hace o ir a ver una lectura de poesía. Ficción / poema te trae otra opción de acceder a la poesía. Estamos haciendo énfasis en esta característica bastante única del contenido audiovisual: es una obra de literatura pensada y producida para un formato digital, donde el soporte de registro y fijación del poema sale de su forma tradicional al encontrarse con el cine. Circula también desde ese lugar y tiene esa visión desde quien lo recibe, ya sea en la educación o en el disfrute de la cultura, de la literatura, de la poesía, no solo de lo audiovisual.


Esta entrevista fue realizada por Gianna Schmitter por videollamada el 19/06/2024.


[1] https://www.youtube.com/watch?v=mhBGEQLZsNA&ab_channel=ficci%C3%B3n%2Fpoema

[2] https://www.youtube.com/watch?v=JJbNoDNk5vI&ab_channel=ficci%C3%B3n%2Fpoema


Una patria portátil: las tareas de la crítica (sobre «La Internacional del Pecado. Desvíos de lo cosmopolita en Copi, Néstor Perlongher y María Moreno», de Germán Garrido)

Por: Gabriel Giorgi

En este texto, Gabriel Giorgi reseña el libro La internacional del Pecado. Desvíos de lo cosmopolita en Copi, Néstor Perlongher y María Moreno, de Germán Garrido (Beatriz Viterbo, 2024). La lectura analiza sus gestos críticos, traza genealogías y reflexiona en torno a la potencia que activan los desvíos de lo cosmopolita en el presente.


Una “patria portátil para disidentes sexuales”: difícil imaginar un momento más oportuno que el presente argentino para subrayar esta fórmula que María Moreno inyectó en nuestra lengua y que define, quizá como pocas, un arte queer de afirmación de la existencia. Semejante “patria portátil” va desde aquellos micromundos del clóset, en otras eras de nuestra memoria y de nuestras culturas (que igual siempre están con ganas de retornar), hasta la “Interespacial Homosexual” que Copi directamente reenvió hacia el cosmos, hacia una galaxia tomada por las guerras de las maricas. Putos, tortas y travas entre lo micro y lo macro, entre la esquina del armario y la del barrio (“la esquina es mi corazón” escribía Pedro Lemebel) hasta los extramundos queer que encontraremos en Copi, o ese Tlatelolco y Tenochtitlán fantaseado del primer poema de Néstor Perlongher (“Defensa de los homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco.”)

Justo ahora: cuando se nos quiere borrar del mapa otra vez (y cuando además, de paso, se quiere borrar a la nación del mapa: cuando los “tonos antinacionales” de los que hablaba Josefina Ludmer en los 90s se vuelven política pública). Dado que lo vertiginoso de este momento, a diferencia de otros momentos previos, es que se ataca a toda disidencia, pero no en nombre de la nación sino descartando también a la nación para que sólo quede el reino del dólar, su teología universal –en este momento, digo, volver a la “patria portátil” de María Moreno: interesa la fórmula porque conserva la patria, la vuelve una condición para la afirmación de la existencia, pero tuerce sobre sí misma y le revela sus vueltas subterráneas.

Me gustaría situar en esa apuesta el libro de Germán Garrido, La Internacional del Pecado: en esa intersección a la vez muy nueva, pero con genealogías enormes. Es un libro que trae un debate de larga data en la crítica cultural argentina y latinoamericana –el que gira en torno al cosmopolitismo– con nombres monumentales como el de Sylvia Molloy o Silviano Santiago, al que reinventa en  el contexto donde el fin de la globalización da lugar a imaginarios planetarios que van desde el anti-globalismo hasta arremetidas cada vez más insistentes contra un “marxismo cultural” ensoñado que nuestros neofascistas, tan poco imaginativos, cultivan de maneras cada vez más estentóreas. Y, por supuesto, sobre el fondo de los “fines de mundo” que le ponen fecha a la experiencia histórica de lo global tal y como la conocemos. Cosmopolitismo, imaginarios planetarios, fin del mundo de la globalización: ahí emerge la pregunta por el cosmos que insiste en los “desvíos de lo cosmopolita” que Garrido interroga. Ni la nación “diversa” ni el cosmopolitismo de la era global: los desvíos de lo cosmopolita iluminan eso que en las vidas queer se vuelven modos de hacer mundo a contrapelo de las geografías y las cartografías ya dadas.

Un gesto que traza otro vector de las pertenencias y de los modos de habitar. Ahí Copi, Perlongher, María Moreno.

Escribe Garrido: estos desvíos de lo cosmopolita son “los singulares modos en que sociabilidades queer, reales y ficcionales, trazaron sus propias coordenadas planetarias más allá de la cultura y el territorio nacionales, así como las normas e imaginarios heteropatriarcales sobre las que la nación se asienta” (15) Es, pues, la sociabilidad, la comunidad, los modos de hacer lazo (y no el “yo”, el sujeto enredado en el espejo de la identidad) lo que aquí hace mundo. Y lo que se juegan son “coordenadas planetarias”: algo que involucra no solamente los espacios y los territorios sino las gramáticas mismas del hacer mundo; no sólo cómo se trazan los perímetros de los territorios queer, las redes de sociabilidad, los circuito de yire o lo que ahora se llaman los “safe spaces”, sino cómo desde ahí imaginar y construir mundos que sean más habitables, más tolerables, más interesantes que los que nos ofrecen. Justamente: porque somos las caídas del mapa es que hacemos territorio. Ahí la cosmopolítica como gramática para construir mundos.

Lo que hace Garrido es contraponer estos desvíos a uno de los modos de lo cosmopolita que se está terminando con la avanzada de las ultraderechas y el colapso del orden que asociamos a lo global: ese cosmopolitismo gay que plantó bares, barrios y modos de existencia en las ciudades y que se convirtió en un emblema de cierta vida democrática. Y que hizo claramente un cierto diseño de cuerpos a medida del capital: eso “gay” que Perlongher y Lemebel denunciaban como cuerpos modelados por el capital y sus normas. Eso quizá ahora esté empezando a reconvertirse en otra cosa en el contexto del ascenso de las ultraderechas. Es allí donde veo la intervención de este libro.

Me quiero detener en dos gestos críticos que quiero subrayar porque en ellos veo lo que esta Internacional del Pecado le trae a la imaginación critica: a las tareas críticas que nos tocan. Por un lado, me parece clave el foco que Garrido pone en el universo de la publicación, los modos de la vida pública que pasan por revistas, fanzines, suplementos, por lo que no se centra necesariamente en el libro, sino que remite a una ecología de lo escrito que es inseparable de la sociabilidad, que no tiene distancia respecto a ella, y que apuesta fundamentalmente a la creación de públicos y a la hechura de la vida pública. Eso que Garrido piensa fundamentalmente alrededor de los “contrapúblicos” trabajados por Michael Warner. Me interesa mucho eso porque hace a los modos en que las ecologías de lo escrito interfieren y desvían modos imperantes de pensar y de actuar. Eso es lo que acá hace mundo. Y ahí es donde una figura como la de María Moreno, una candidata poco esperable para una discusión sobre cosmopolitismo, emerge con una fuerza inesperada porque precisamente la vemos en eso expansivo que se dispara desde Alfonsina o El Teje. O en las publicaciones del FLH, Somos, Nuestro mundo, por caso. Ahí pasa algo clave: las artes de la publicación cambian la relación entre imaginación y mundo, justamente porque se interviene sobre las condiciones mismas de la vida social. Ese “entre” es una vía de los desvíos de lo cosmopolita.

El otro gesto crítico es el que trabaja la trama de conversaciones sobre cosmopolitismo desde los archivos queer. Me parece que Garrido pesca una inflexión clave de esa trama y que pasa por ese momento en el que las “salidas al mundo” o el “deseo de mundo” no cumple con sus promesas de inclusión, de ciudadanía, de integración, donde la imaginación del cosmopolitismo más clásico –o más careta, o más tilingo– se desfondan, ahí es donde aparece ese hacer mundo que es esa capacidad para tramar algo así como  nuevas infraestructuras de la vida, esas infraestructuras que en situaciones de crisis, de abandono que desbaratan las condiciones vitales de comunidades, sostienen la vida en común –pensemos en la crisis del VIH, que es una inflexión decisiva para los desvíos que piensa Garrido, pero también en las movilizaciones y redes activadas después de la masacre de Barracas, justamente cuando lo que se pone en movimiento es la infraestructura del cuidado, cuando nuestras existencias mismas son amenazadas. Por eso en este momento en el que la reflexión más simbólica, cultural y política de las fantasías globales se desfondaron y donde otra dimensión –la de lo planetario y lo cosmopolítico– empieza a hablarle a nuestra imaginación crítica y a nuestra forma de elaborar conceptos, ahí Garrido re-sitúa lo queer y le da, creo, un nuevo impulso. 

Para terminar. “Yo soy de acá”, dice María Moreno. Dice también que no viaja. Y que odia Europa. Es una militante del monolingüismo. ¿Qué tiene que ver María Moreno entonces con el cosmopolitismo? Bastante, dice Garrido, en un sentido nuevo. Ya no se trata de aquel cosmopolitismo que las oligarquías argentinas derramaron sobre las clases medias argentinas, un poco como si fuese una teoría del derrame de escenas imaginarias. Tiene que ver con el cosmopolitismo justamente porque funda su loquibambia, su patria portátil, que sigue siendo patria (yo soy de acá) pero no la que se sueña desde el patriarcado ni desde la cartografía triste de la heteronorma. Lo que dicen los desvíos de lo cosmopolita de Garrido es que nunca dejamos de pensar en la pertenencia, nunca dejamos de pensar de donde somos, ni de trabajar los modos en que habitamos donde habitamos. Porque la infraestructura de la vida –la posibilidad misma de la vida– se juega en ello. Ese pensar y ese trabajo, sin embargo, no se hace con las herramientas de quienes nos detestan. Tenemos a Copi, a Perlongher, a María Moreno, tenemos a muchas más: con esas herramientas del desvío hacemos mundo.

Ahí entonces la Internacional del Pecado como manual de reorientación y como cuaderno de tareas críticas.


La Internacional del Pecado. Desvíos de lo cosmopolita en Copi, Néstor Perlongher y María Moreno

Germán Garrido

Editorial Beatriz Viterbo, Rosario

2024

Reseña: «Te devora la ciudad. Itinerarios urbanos y figuraciones espaciales en el rock de Buenos Aires», de Ana Sanchez Trolliet

Por: Martín Servelli

Martin Servelli reseña Te devora la ciudad. Itinerarios urbanos y figuraciones espaciales en el rock de Buenos Aires, editado por la Universidad Nacional de Quilmes. El texto propone una lectura personal y epocal alrededor del rock y algunas derivaciones del itinerario del género en el período que va de 1965 a 2004.


Fue durante mi adolescencia, a principios de la década del ochenta, cuando descubrí la ciudad de Buenos Aires, en la que había nacido, pero que hasta entonces no había sido para mí un verdadero espacio vivido, sino un telón de fondo ajeno y exterior. Bajo el estímulo de la música y las ideas del punk, que llegaban a estos lares con el retraso característico, emprendí un recorrido intelectual voraz que mezclaba anarquismo, dadaísmo, simbolismo, beatniks, rastafarismo, psicodelia, vanguardia, cine de autor y toda aquella manifestación artística que cuestionara los modos de vida de una sociedad sometida por el Sistema (en mayúsculas). Este hervidero de ideas no surgía de los espacios tradicionales de transmisión del saber sino de los recorridos urbanos y los espacios de sociabilidad nocturna. Viernes, sábados y domingos, cuando las responsabilidades cotidianas se distendían, salíamos en grupo a ocupar la ciudad, a transitarla, a recorrer sus bares y tugurios siguiendo el derrotero de nuestras bandas preferidas. Habitaba un mundo paralelo, que aún hoy se conoce como el under porteño. La metáfora espacial, que resumía un haz de sentidos asociados a las manifestaciones contraculturales, ponía de relieve que efectivamente se trataba de un lugar, una localización (nómade), la invención de un espacio creativo radical donde articular y sostener nuestra creatividad, donde tramitar nuestro sentido en el mundo, lo marginal como lugar de resistencia. Por esos años, desde la editorial del suplemento Cerdos & Peces, el periodista Enrique Symns llamaba “A tomar la ciudad” convencido de que el uso y la apropiación del espacio urbano constituía en sí mismo un acto político. El sustrato común de este caldo de cultivo era, en suma, la cultura rock.

También los “náufragos” de los sesentas (pioneros del rock vernáculo), habían emprendido sus caminatas nocturnas buscando evadir los “usos burgueses” del tiempo que imponía la vida urbana y ampliar sus capacidades creativas, al potenciar la vida comunitaria de un grupo que se movía en bloque por la ciudad. Y más acá en el tiempo, las tribus de seguidores del rock barrial ocuparon literalmente las ciudades en las que se realizaban los multitudinarios recitales para convertirlas fugazmente en un refugio, un espacio de pertenencia y liberación.

Ciudad y cultura se activan mutuamente y el rock ofrece una perspectiva privilegiada para indagar los modos concretos que asume esta relación a lo largo del tiempo. En esa encrucijada se instala el libro de Ana Sánchez Trolliet, Te devora la ciudad, basado en su investigación doctoral. La autora se propone reconstruir la historia de la ciudad de Buenos Aires desde la particular perspectiva que ofrece la cultura rock en un ciclo que abarca desde mediados de la década de 1960 hasta el 2004, año que marca un punto de inflexión con el trágico incendio del local República Cromañón. La investigación constituye un avance significativo en lo que respecta a la incorporación de la cultura rock al ámbito de los estudios académicos locales, un campo de estudios que ya cuenta con una amplia tradición en lengua anglosajona. Los dos ejes centrales que pautan este recorrido son las formas de vincularse con la ciudad material, por un lado, y las formas de representarla simbólicamente, por el otro. El primero remite a los modos de ocupar el territorio porteño, la circulación de objetos y personas, los itinerarios de artistas, músicos e intelectuales, los ámbitos de sociabilidad, los lugares de consumo típicos del rock; el segundo a las figuraciones espaciales presentes en las obras musicales, las visiones e interpretaciones sobre la ciudad que surgen de las letras de las canciones, del arte de tapa de los discos, de las declaraciones de músicos y revistas especializadas.

El trabajo se inscribe, en términos generales, en una corriente de los estudios académicos que propone nuevas maneras de pensar el espacio desde una perspectiva interdisciplinaria, lo que se ha dado en llamar el “giro espacial” en las humanidades y las ciencias sociales. Esto es, interpretar al espacio y la espacialidad de la vida humana con la misma perspectiva y poder interpretativo que se le da al tiempo y a la sociedad. Bajo este abordaje, las dimensiones, histórica, social y espacial resultan interdependientes e inseparables de cualquier análisis crítico del fenómeno urbano. Tal como señala el geógrafo cultural Edward Soja, incluso en el campo de los estudios urbanos, donde el espacio urbano constituye el centro de la investigación, éste ha tendido a ser considerado como un entorno arquitectónico, o un envase físico para actividades humanas, mientras que los procesos de desarrollo urbano son descriptos en términos sociales e históricos, sin atender a las cualidades dinámicas, generativas y explicativas de la espacialidad urbana.[i]

Te devora la ciudad incorpora el enfoque espacial como eje central del análisis, prestando especial atención a las interacciones entre espacio y sociedad, a las diversas maneras en que la disposición del espacio y las características de la ciudad impactan en la construcción de identidades y en las formas de estar en el mundo.

La Máquina de hacer pajaros en el Luna Park, inédita.

El libro está dividido en dos partes separadas por un excurso y seguidas por un epílogo. La primera parte comprende un período que va de 1965, año aproximado del surgimiento del rock en la ciudad de Buenos Aires, hasta 1970, cuando se disuelven los principales grupos del momento (Almendra, Manal y Los Gatos). La segunda parte se ubica en el momento de tránsito de la dictadura a la democracia, durante los años ochenta, y abarca un período caracterizado por una presencia masiva del rock en la ciudad y la eclosión del llamado under porteño. La elección de este período de tránsito o pasaje resulta particularmente productiva para analizar tanto los modos en que se procesaron los traumas de la dictadura, como el impacto de las expectativas hacia el futuro que inauguraba el ciclo democrático. Por su parte, el excurso problematiza el apelativo “nacional” asignado a la música rock de factura vernácula, al ponerla en relación con otras vertientes musicales, como la proyección folklórica y la nueva canción latinoamericana, más vinculadas a sectores juveniles pertenecientes a la militancia revolucionaria. Mientras que los jóvenes militantes encontraron en la música rock un carácter extranjero y disolvente asociado al imperialismo cultural norteamericano, los jóvenes rockeros destacaron los aportes originales de los músicos argentinos, que dotaron al rock producido localmente de una idiosincrasia propia. Por último, el epílogo desarrolla lo que da en llamar la “conurbanización de la cultura rock”, esto es, el desplazamiento de los itinerarios de los músicos, el público y las imaginaciones urbanas desde el centro de la ciudad hacia la periferia urbana, con el auge del denominado “rock barrial” o “rock chabón”.

Desde los “náufragos” que convirtieron, a mediados de los sesentas, a determinadas calles y plazas céntricas en lugares de permanencia y sociabilidad hippie, hasta el desembarco de los espectáculos de rock en grandes predios al aire libre, se dibuja el primer ciclo del recorrido que emprende la investigación. A despecho del carácter urbano y esencialmente porteño del fenómeno en sus orígenes, las letras de este período dejan traslucir una retórica eminentemente antiurbana, como demuestra la autora en precisos análisis de las canciones y portadas de álbumes de grupos y solistas como Pedro y Pablo, Almendra, Arco Iris o Moris. La excepción a la regla encarna en el conjunto Manal, que incorporó en su estética y su poética las representaciones de zonas industriales degradadas como las de Avellaneda y el Riachuelo.

Ya en la década del ochenta, el rock crece en visibilidad y poder de convocatoria, los recitales se tornan multitudinarios y se convierten en un espacio de sociabilidad crucial para los jóvenes. Por otra parte, son los años del surgimiento de una escena alternativa o underground que generó su propio circuito de “antros culturales” bajo la influencia de nuevas corrientes musicales e ideológicas como el punk. Con respecto a la imaginación urbana, es decir, los modos en que la ciudad aparece representada simbólicamente en las letras y artes de tapa, se asiste al ocaso de una estética pastoral, mientras que la vida metropolitana se reviste de peligros que testimonian una época signada por el miedo. Sánchez Trolliet se detiene, en este tramo de su libro, a analizar las figuraciones de los espacios domésticos como la habitación, la cocina y el baño en la senda abierta por los estudios de Gastón Bachelard en torno a la poética del espacio, “los valores íntimos del espacio interior”.[ii]

El libro documenta los desplazamientos de los espacios de consumo y producción del rock con detalladas cartografías que brindan un soporte empírico a las brillantes hipótesis desplegadas en sus páginas. Las fuentes de que se nutre dan cuenta de la centralidad que revisten las publicaciones periódicas para un análisis histórico del período considerado, tales como los semanarios masivos de la década del sesenta (Primera Plana, Panorama, Confirmado, Gente, Atlántida, etc.) o las publicaciones dedicadas a la cultura rock (Expreso Imaginario, Pelo, Hurra, Cerdos & Peces, entre otras). El enfoque permite abordar una historia de la ciudad (la ciudad del rock) cuya dinámica atraviesa tanto los períodos dictatoriales como los democráticos para establecer su propia cronología, con el propósito de comprender cómo los jóvenes interesados en esta música se vincularon con la vida social, cultural y material de Buenos Aires.


[i] Edward W. Soja, Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones, Madrid, Traficantes de Sueños, 2008.

[ii] Gastón Bachelard, La poética del espacio, Fondo de Cultura Económica, 2022.


Te devora la ciudad

Itinerarios urbanos y figuraciones espaciales en el rock de Buenos Aires

Ana Sánchez Trolliet.

Editorial: UNQ

Cantidad de páginas: 346