Reseña: «Te devora la ciudad. Itinerarios urbanos y figuraciones espaciales en el rock de Buenos Aires», de Ana Sanchez Trolliet

Por: Martín Servelli

Martin Servelli reseña Te devora la ciudad. Itinerarios urbanos y figuraciones espaciales en el rock de Buenos Aires, editado por la Universidad Nacional de Quilmes. El texto propone una lectura personal y epocal alrededor del rock y algunas derivaciones del itinerario del género en el período que va de 1965 a 2004.


Fue durante mi adolescencia, a principios de la década del ochenta, cuando descubrí la ciudad de Buenos Aires, en la que había nacido, pero que hasta entonces no había sido para mí un verdadero espacio vivido, sino un telón de fondo ajeno y exterior. Bajo el estímulo de la música y las ideas del punk, que llegaban a estos lares con el retraso característico, emprendí un recorrido intelectual voraz que mezclaba anarquismo, dadaísmo, simbolismo, beatniks, rastafarismo, psicodelia, vanguardia, cine de autor y toda aquella manifestación artística que cuestionara los modos de vida de una sociedad sometida por el Sistema (en mayúsculas). Este hervidero de ideas no surgía de los espacios tradicionales de transmisión del saber sino de los recorridos urbanos y los espacios de sociabilidad nocturna. Viernes, sábados y domingos, cuando las responsabilidades cotidianas se distendían, salíamos en grupo a ocupar la ciudad, a transitarla, a recorrer sus bares y tugurios siguiendo el derrotero de nuestras bandas preferidas. Habitaba un mundo paralelo, que aún hoy se conoce como el under porteño. La metáfora espacial, que resumía un haz de sentidos asociados a las manifestaciones contraculturales, ponía de relieve que efectivamente se trataba de un lugar, una localización (nómade), la invención de un espacio creativo radical donde articular y sostener nuestra creatividad, donde tramitar nuestro sentido en el mundo, lo marginal como lugar de resistencia. Por esos años, desde la editorial del suplemento Cerdos & Peces, el periodista Enrique Symns llamaba “A tomar la ciudad” convencido de que el uso y la apropiación del espacio urbano constituía en sí mismo un acto político. El sustrato común de este caldo de cultivo era, en suma, la cultura rock.

También los “náufragos” de los sesentas (pioneros del rock vernáculo), habían emprendido sus caminatas nocturnas buscando evadir los “usos burgueses” del tiempo que imponía la vida urbana y ampliar sus capacidades creativas, al potenciar la vida comunitaria de un grupo que se movía en bloque por la ciudad. Y más acá en el tiempo, las tribus de seguidores del rock barrial ocuparon literalmente las ciudades en las que se realizaban los multitudinarios recitales para convertirlas fugazmente en un refugio, un espacio de pertenencia y liberación.

Ciudad y cultura se activan mutuamente y el rock ofrece una perspectiva privilegiada para indagar los modos concretos que asume esta relación a lo largo del tiempo. En esa encrucijada se instala el libro de Ana Sánchez Trolliet, Te devora la ciudad, basado en su investigación doctoral. La autora se propone reconstruir la historia de la ciudad de Buenos Aires desde la particular perspectiva que ofrece la cultura rock en un ciclo que abarca desde mediados de la década de 1960 hasta el 2004, año que marca un punto de inflexión con el trágico incendio del local República Cromañón. La investigación constituye un avance significativo en lo que respecta a la incorporación de la cultura rock al ámbito de los estudios académicos locales, un campo de estudios que ya cuenta con una amplia tradición en lengua anglosajona. Los dos ejes centrales que pautan este recorrido son las formas de vincularse con la ciudad material, por un lado, y las formas de representarla simbólicamente, por el otro. El primero remite a los modos de ocupar el territorio porteño, la circulación de objetos y personas, los itinerarios de artistas, músicos e intelectuales, los ámbitos de sociabilidad, los lugares de consumo típicos del rock; el segundo a las figuraciones espaciales presentes en las obras musicales, las visiones e interpretaciones sobre la ciudad que surgen de las letras de las canciones, del arte de tapa de los discos, de las declaraciones de músicos y revistas especializadas.

El trabajo se inscribe, en términos generales, en una corriente de los estudios académicos que propone nuevas maneras de pensar el espacio desde una perspectiva interdisciplinaria, lo que se ha dado en llamar el “giro espacial” en las humanidades y las ciencias sociales. Esto es, interpretar al espacio y la espacialidad de la vida humana con la misma perspectiva y poder interpretativo que se le da al tiempo y a la sociedad. Bajo este abordaje, las dimensiones, histórica, social y espacial resultan interdependientes e inseparables de cualquier análisis crítico del fenómeno urbano. Tal como señala el geógrafo cultural Edward Soja, incluso en el campo de los estudios urbanos, donde el espacio urbano constituye el centro de la investigación, éste ha tendido a ser considerado como un entorno arquitectónico, o un envase físico para actividades humanas, mientras que los procesos de desarrollo urbano son descriptos en términos sociales e históricos, sin atender a las cualidades dinámicas, generativas y explicativas de la espacialidad urbana.[i]

Te devora la ciudad incorpora el enfoque espacial como eje central del análisis, prestando especial atención a las interacciones entre espacio y sociedad, a las diversas maneras en que la disposición del espacio y las características de la ciudad impactan en la construcción de identidades y en las formas de estar en el mundo.

La Máquina de hacer pajaros en el Luna Park, inédita.

El libro está dividido en dos partes separadas por un excurso y seguidas por un epílogo. La primera parte comprende un período que va de 1965, año aproximado del surgimiento del rock en la ciudad de Buenos Aires, hasta 1970, cuando se disuelven los principales grupos del momento (Almendra, Manal y Los Gatos). La segunda parte se ubica en el momento de tránsito de la dictadura a la democracia, durante los años ochenta, y abarca un período caracterizado por una presencia masiva del rock en la ciudad y la eclosión del llamado under porteño. La elección de este período de tránsito o pasaje resulta particularmente productiva para analizar tanto los modos en que se procesaron los traumas de la dictadura, como el impacto de las expectativas hacia el futuro que inauguraba el ciclo democrático. Por su parte, el excurso problematiza el apelativo “nacional” asignado a la música rock de factura vernácula, al ponerla en relación con otras vertientes musicales, como la proyección folklórica y la nueva canción latinoamericana, más vinculadas a sectores juveniles pertenecientes a la militancia revolucionaria. Mientras que los jóvenes militantes encontraron en la música rock un carácter extranjero y disolvente asociado al imperialismo cultural norteamericano, los jóvenes rockeros destacaron los aportes originales de los músicos argentinos, que dotaron al rock producido localmente de una idiosincrasia propia. Por último, el epílogo desarrolla lo que da en llamar la “conurbanización de la cultura rock”, esto es, el desplazamiento de los itinerarios de los músicos, el público y las imaginaciones urbanas desde el centro de la ciudad hacia la periferia urbana, con el auge del denominado “rock barrial” o “rock chabón”.

Desde los “náufragos” que convirtieron, a mediados de los sesentas, a determinadas calles y plazas céntricas en lugares de permanencia y sociabilidad hippie, hasta el desembarco de los espectáculos de rock en grandes predios al aire libre, se dibuja el primer ciclo del recorrido que emprende la investigación. A despecho del carácter urbano y esencialmente porteño del fenómeno en sus orígenes, las letras de este período dejan traslucir una retórica eminentemente antiurbana, como demuestra la autora en precisos análisis de las canciones y portadas de álbumes de grupos y solistas como Pedro y Pablo, Almendra, Arco Iris o Moris. La excepción a la regla encarna en el conjunto Manal, que incorporó en su estética y su poética las representaciones de zonas industriales degradadas como las de Avellaneda y el Riachuelo.

Ya en la década del ochenta, el rock crece en visibilidad y poder de convocatoria, los recitales se tornan multitudinarios y se convierten en un espacio de sociabilidad crucial para los jóvenes. Por otra parte, son los años del surgimiento de una escena alternativa o underground que generó su propio circuito de “antros culturales” bajo la influencia de nuevas corrientes musicales e ideológicas como el punk. Con respecto a la imaginación urbana, es decir, los modos en que la ciudad aparece representada simbólicamente en las letras y artes de tapa, se asiste al ocaso de una estética pastoral, mientras que la vida metropolitana se reviste de peligros que testimonian una época signada por el miedo. Sánchez Trolliet se detiene, en este tramo de su libro, a analizar las figuraciones de los espacios domésticos como la habitación, la cocina y el baño en la senda abierta por los estudios de Gastón Bachelard en torno a la poética del espacio, “los valores íntimos del espacio interior”.[ii]

El libro documenta los desplazamientos de los espacios de consumo y producción del rock con detalladas cartografías que brindan un soporte empírico a las brillantes hipótesis desplegadas en sus páginas. Las fuentes de que se nutre dan cuenta de la centralidad que revisten las publicaciones periódicas para un análisis histórico del período considerado, tales como los semanarios masivos de la década del sesenta (Primera Plana, Panorama, Confirmado, Gente, Atlántida, etc.) o las publicaciones dedicadas a la cultura rock (Expreso Imaginario, Pelo, Hurra, Cerdos & Peces, entre otras). El enfoque permite abordar una historia de la ciudad (la ciudad del rock) cuya dinámica atraviesa tanto los períodos dictatoriales como los democráticos para establecer su propia cronología, con el propósito de comprender cómo los jóvenes interesados en esta música se vincularon con la vida social, cultural y material de Buenos Aires.


[i] Edward W. Soja, Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones, Madrid, Traficantes de Sueños, 2008.

[ii] Gastón Bachelard, La poética del espacio, Fondo de Cultura Económica, 2022.


Te devora la ciudad

Itinerarios urbanos y figuraciones espaciales en el rock de Buenos Aires

Ana Sánchez Trolliet.

Editorial: UNQ

Cantidad de páginas: 346