Macedonio Fernández y Alberto Hidalgo en Imán 2 (París, 1931-1932)
Por: Carlos García (Hamburg) [carlos.garcia-hh@t-online.de]
Foto: Macedonio Fernández
En una nueva colaboración para Revista Transas el investigador Carlos García indaga en Imán, publicación argentina de breve vida. García dio con parte de las pruebas de imprenta del segundo número de la revista, que no llegó a ser publicado, y que contiene colaboraciones de Macedonio Fernández y Alberto Hidalgo.
Macedonio Fernández y Alberto Hidalgo en Imán 2 (París, 1931-1932)
En todos los repertorios bibliográficos se informa que de la revista argentina Imán, fundada y dirigida por Elvira de Alvear (1907-1959), solo apareció un número en abril de 1931.
El aserto es correcto. Sin embargo, la decisión de clausurar la publicación no fue tomada inmediatamente: aún a fines de 1931 se planeaba sacar un segundo número, que debía aparecer en abril de 1932, a un año de la entrega anterior (si bien se había previsto originalmente que la aparición de la revista fuera trimestral, y así se ponía precio a las suscripciones).
Tuve la primera noticia relacionada con ese segundo número al leer la tesis de Jesús Cañete Ochoa, titulada La primera narrativa de Alejo Carpentier (Alcalá, 2015). Carpentier había sido secretario de redacción de la revista (no su fundador, como a menudo se afirma), y en ese papel había tenido contacto personal y epistolar con varios de los colaboradores, sobre todo los franceses, ya que Alvear y Carpentier residían por esas fechas en París.
De la interesante tesis de Cañete Ochoa surge que los originales para el segundo número de Imán ya habían ido a imprenta, y que hasta se imprimieron unas pruebas a fines de 1931.
Este es el listado de lo que contiene ese número inédito, cuyos materiales se conservan en Cuba, en la Fundación Alejo Carpentier, según lo reproduce Cañete Ochoa (la paginación alude a la de las hojas de las pruebas de imprenta):
Macedonio Fernández (texto incompleto cuyo título no aparece) [Agregado de CG: P. 9-28]
León Paul Fargue. Nacimiento (Naissances), texto bilingüe (traducción de Elvira de Alvear). P. 31.
Stefan Zweig. El libro como introducción al conocimiento del mundo (traducción de E. Salazar S.). P. 37.
Leo Ferrero. París y la pasión de los principios (traducción de Alejo Carpentier). P. 45.
Jules Supervielle. El alba (L’aube), texto bilingüe (versión española de M. Altolaguirre). P. 58.
La pájara pinta. Guirigay lírico-bufo-bailable para marionetas. (No se refleja el nombre del autor, pero se trata de Rafael Alberti. Aparece solamente la primera página con los dramatis personae). P. 64.
Emmanuel Berl. El burgués y el amor. Traducción de F. de M. P. 113. [Agregado de CG: Probable alusión a Francis de Miomandre (1880-1959), prolífico escritor francés, traductor de Góngora, Miguel de Unamuno, José Martí, Ricardo Güiraldes, Horacio Quiroga, Miguel Ángel Asturias y otros autores de lengua castellana.]
Luis Cardoza y Aragón. Martirio de San Dionisio. P. 128.
Miguel Ángel Asturias. Emilio Lipolidón. P. 135.
León Pierre Quint. El régimen celular: la familia y la educación. Traducción de Félix Rodríguez. P. 146.
Pablo Neruda. La noche del soldado. P. 171.
Pablo Neruda. Juntos nosotros, Monzón de Mayo, Alianza, Sistema Sombrío. P. 173.
Alberto Hidalgo. Acta de paso, Brújula de sangre, Exégesis de incógnito, Circunvalación por esto. P. 178.
Alberto Hidalgo. Exégesis para que tampoco se entienda. P. 181.
Jorge Guillén (texto incompleto). Playa (niños), Oleaje, Playa (indios), Arena, El aparecido. P. 209.
Mariano Brull. Dos poemas: Epístola y Blanca de nieve. P. 215.
Manuel Altolaguirre. Poemas: I, II, III (Amor), IV, V (A mi madre).
Raymond Queneau (texto incompleto). Comprender la locura. P. 222.
Le Corbusier (texto incompleto cuyo título no aparece). P. 257.
George Duhamel. Palabras pronunciadas por el autor en su jardín de Valmondois y reproducidas con su autorización.
Luc Durtain. Estos últimos siglos de historia… P. 263.
Jean Cassou. Para los franceses, la idea latina… P. 265.
Marius François Gaillard. Mi pensamiento inquieto… P. 267.
Elvira de Alvear había comenzado a planear su revista en 1929. Alfonso Reyes, a la sazón embajador de México en Buenos Aires, anotaba por esas fechas en su Diario (II, 158):[1]
Mientras Elvira de Alvear anda con el plan de su revista Imán, europeo-argentino-católica, que sólo ella entiende […].
Y algunas páginas más adelante, cuando ella y otras damas de sociedad y escritoras argentinas parten rumbo a Europa, anota don Alfonso (Diario, II, 162; 18-XII-1929):
Anoche se fueron en el [buque] “Conte Rosso” Victoria Ocampo, Delia del Carril […] y Elvira de Alvear (que va a fundar a París su revista Imán) […].
La cercanía entre las mujeres nombradas no es fortuita ni estéril: había lazos de amistad entre ellas, pero también celos culturales. La idea de Alvear compite en más de un sentido con Sur, la revista que Victoria Ocampo ya estaba planeando por estas fechas (si bien aún bajo otro nombre) y con la que Imán guarda alguna similitud, ya sea por su tamaño, ya por la calidad de la impresión y la clase de colaboradores (entre los que sobresalen autores franceses y argentinos o hispanoamericanos).
Tanto del contenido del primer número de Imán (que traía textos de Elvira de Alvear, Hans Arp, Miguel Ángel Asturias, Georges Bataille, Alejo Carpentier, Robert Desnos, John Dos Passos, Léon-Paul Fargue, Benjamin Fondane, Nino Frank, Jean Giono, Vicente Huidobro, Eugène Jolas, Franz Kafka, Michel Leiris, Sixto Martelli, Walter Mehring, Henri Michaux, Eugenio d’Ors, Georges Ribemont-Dessaignes, Xul Solar, Philippe Soupault, Lascano Tegui, Jaime Torres Bodet, Arturo Uslar Pietri, Roger Vitrac y otros) como del inédito segundo se desprende que la revista fue mucho mejor de lo que permiten entrever los pocos comentarios que recibió en su época. Solo le faltó la continuidad que sí alcanzó Sur.
Imán tuvo poca fortuna crítica. Aparte de la tesis de Cañete Ochoa, que se ocupa con gran solvencia de ella a lo largo de varias páginas de su libro, solo conozco al respecto un trabajo de Carmen Vásquez: “La revue Imán”: Revue du Surréalisme Mélusine numéro 3: Marges non-frontères, Lausanne, Editions L’Age d’Homme, 1982, págs. 115-121.
Pero lo que aquí interesa no es la revista en detalle, sino lo relacionado con Macedonio Fernández, en primera línea, y con Alberto Hidalgo, de refilón.
Apenas me enteré de la existencia de esos materiales para el número nonato, comenté la posibilidad de que hubiera en La Habana un texto inédito de Macedonio a tres cómplices macedonianos esparcidos por el mundo: Ana Camblong (Misiones), Daniel Attala (Lorient) y Gabriel Sada (Buenos Aires). Aunque Cañete Ochoa no sabía dar razón acerca del título del aporte de Macedonio, conjeturé que el texto en cuestión fuese Una novela que comienza. Más adelante se verá en base a qué.
Ana Camblong, más resoluta que yo, escribió al archivo cubano, y obtuvo copia del texto en cuestión. Imagino que ella narrará desde su punto de vista las vicisitudes del caso, y estoy seguro de que comentará sagazmente el texto de Macedonio.
Con el documento a la vista, se comprueba inmediatamente, a pesar de la falta del título, que no se trata de un texto del todo desconocido. En efecto, y según supuse, se trata de una versión con ligeras variantes de Una novela que comienza. El título falta, simplemente, porque se han perdido las páginas iniciales (equivalentes a las 11-12 y al comienzo de página 13 en OC VII).
El texto de Macedonio que se ha conservado comienza abruptamente en página 9 con las palabras: “diferencia que nos sabemos…”, y concluye con su firma en página 28.
En esta versión, la distribución de párrafos difiere de la del texto publicado en las Obras Completas.
Hay, además, cambios de otro tipo; consigno a continuación algunos de ellos:
En OC VII, 13 dice “esto que se me encargo” [sic]; en Imán, “esto que se me encarga”.
Faltan las notas al pie que figuran en OC VII, 14 y 17.
En Imán, los nombres de los meses están en mayúscula, no así en OC.
Dice “Diéguez Hnos.” en OC VII, 18; “Rodríguez Hnos.” en Imán 16.
La interesante frase “¿Cómo será ser mujer?” de OC VII, 19 falta en Imán. (Recuérdese que el relator de Adriana Buenos Aires, un trasunto de Macedonio, dice: “he descubierto a la mujer a los cuarenta y cinco años”; OC V, 20).
Puesto que los cambios introducidos por Macedonio en sus textos son a menudo agregados, puede afirmarse con alguna certeza que la versión publicada en Imán es anterior al texto que aparece en las Obras Completas.
Lo más interesante de esta versión es una variante que figura en página 20: allí se menciona, en vez de a “Adriana” (como en OC), a “Isolina”.
Este detalle muestra que el título Isolina Buenos Aires aún era válido a fines de 1931, lo cual a su vez confirma lo que dice Obieta acerca del posterior cambio de nombre de la novela, que habría ocurrido en algún momento imprecisable de la década del 30, quizás en 1938 (OC V, 7-8).
Una novela que comienza está íntimamente relacionada con Isolina / Adriana Buenos Aires; en ambos textos hay resabios de algunas experiencias personales.
Como dije ya en mi libro Macedonio Fernández / Jorge Luis Borges: Correspondencia 1922-1939. Crónica de una amistad. Buenos Aires: Corregidor, 2000, pág. 53, n. 59:
La persona real que sirviera de base a “Isolina” se llamaba Celina Candreva (Kantreva) Lamac. Su familia era oriunda no de Albania, como Macedonio da a entender en su texto, sino de Cosenza (Italia), y profesaba el catolicismo “del rito griego”; sus antepasados paternos sí provenían de Albania. Macedonio la conoció, según he averiguado mediante testimonios inéditos de hacia 1922, en abril de 1921. “Isolina” vivió sucesivamente en Viamonte 2354 (Dpto. 6; teléfono 5920 Juncal; cf. OC V, 74, 113, 162), en una pensión de Lavalle 2051 (Dpto. 9) y en Sarmiento 643; su hijo se llamó realmente Sergio, como en Adriana (OC V, 169). El “R.G.” de Una novela que comienza se llamaba en realidad R. Gómez, y vivió en Suipacha 512, 5° piso (Tel. 2885 Libertad; cf. OC VII, 11). De tratarse del mismo, su nombre de pila era Rómulo, y tenía relación no sólo con Macedonio, sino también con un hermano de éste, Adolfo Antonio Fernández del Mazo. Gómez habitó, en algún momento imprecisable, en Avda. de Mayo 715. Decenios más tarde, Macedonio mantendrá aún correspondencia con la viuda de Rómulo, Lucrecia Zamudio de Gómez (OC II, 246-250 y 388-392).
(Álvaro Abós, quien en su biografía de Macedonio toma todos los datos relacionados con Isolina de mi libro, no lo menciona en este contexto.)
En la “Advertencia previa” a Adriana Buenos Aires, Obieta asevera que “la última novela mala”
fue escrita en 1922 y revisada sumariamente en 1938, sin que en el intervalo haya sido tocada ni posteriormente se hiciera otra cosa que mencionarla alguna vez. De 1938 son el final (capítulos XI-XV) y el IV, y las páginas previas al relato propiamente dicho, además de algunas acotaciones de pie de página.» [OC V, 8]
En apoyo de esa datación, cf. por ejemplo OC V, 214, donde Macedonio aduce 1922 como fecha de composición del libro. En el texto mismo se alude a febrero “de 1922” y al “carnaval de 1922” (OC V, 91, 177). Hay otros indicios, que apuntan incluso al año anterior: la acción de la novela tiene lugar a partir de “febrero de 1921” (OC V, 19).
Obieta agrega (OC VII, 11, nota):
Una novela que comienza y Adriana Buenos Aires aparecen pues redactadas y revisadas casi al mismo tiempo, además de próximas por cierto parentesco novelístico que incluye el nombre mismo de Adriana (ex Isolina) en ambos casos.
Por mi parte, considero que Macedonio trabajó al mismo tiempo, a partir de mediados de 1921, en Una novela que comienza, El Hombre que será Presidente, Adriana Buenos Aires, El Recienvenido (diferente del libro Papeles de Recienvenido) y en los primeros brotes que conducirán desde la Niña de dolor Dulce persona, de un amor que no fue conocido a Museo de la Novela de la Eterna.
No afirmo que todos esos textos existieran de manera autónoma. Postulo, más bien, que de un enjambre de notas se fueron destilando paulatinamente en diversos libros; algunos fueron abandonados, otros fueron subsumidos en trabajos más ambiciosos. En todos esos procesos siempre hubo ayudantes, co-autores, facilitadores, catalizadores (Borges, Hidalgo, Reyes, Evar Méndez, Consuelo Bosch de Sáenz Valiente, Scalabrini Ortiz…).
Aunque he accedido a pocos manuscritos de la época, creo discernir que en ellos se imbrincan diversos proyectos literarios, políticos y sentimentales que ocupaban a Macedonio simultáneamente: el duelo por la muerte de su esposa Elena en 1920, la confección de una novela en clave que relatara las peripecias de una relación afectiva con una muchacha real llamada Isolina, las campañas presidenciales de 1922 y 1928,[2] y los primeros gérmenes de una revolucionaria teoría de la novela, que lo llevaría más tarde a la confección de Museo. A más tardar desde 1928, la mítica figura de Elena de Obieta comienza a ser reemplazada en el imaginario de Macedonio por la de Consuelo, lo cual dará nuevos impulsos a sus proyectos literarios.
Existen indicios de que Una novela que comienza fue retocada en 1926-1927, siquiera levemente. En ese sentido, debe mencionarse la “Carta abierta argentino-uruguaya” (Martín Fierro 34, 5-X-1926, 257; OC IV, 38-43). Allí, Macedonio alude no solo a Una novela que comienza, sino también al “buenazo de Don Juan”, habitante de pensiones en las calles Lavalle y Libertad (OC IV, 42), personaje y motivo que reaparece en Adriana Buenos Aires (OC V, 151-152), y en alguna nota del inédito “Cuaderno 1925a” (en mi nomenclatura; véase mi texto “Macedonio Fernández: Bibliografía, 1892-1999”: www.academia.edu; allí lo referido al “Cuaderno 1925a [marzo 1925]”: Inédito. Cuaderno “Miscelánea”, de 100 hojas, 107 páginas numeradas por Adolfo de Obieta, incluidas tapas y contratapas anteriores y posteriores; dos veces, por error, pág. “38”).
Mi fundamento para suponer, antes de ver las pruebas de imprenta de Imán 2, de que se tratara de Una novela que comienza, es la aparición de algunos textos del peruano Alberto Hidalgo en ese mismo número dos de Imán.
Macedonio e Hidalgo estaban unidos, en esta época, por una fiel amistad (preparo la edición comentada de su correspondencia).
En una carta a Hidalgo, sin fecha, que yo dato 27 de abril de 1927, Macedonio alude a Una novela que comienza (OC II, 89-91). Le ha pasado el manuscrito a Hidalgo y le otorga permiso para retocarlo y publicarlo:
(Antes de hablarle de lo que hago liquidemos lo de mi libro de recopilaciones. Déjolo en libertad de publicar o no, pero reclámole que el brindis de Marechal y las primeras páginas sensibleras de Novela que comienza sean observadas severamente por usted y lo sensiblero tachado perentoriamente por usted.)
Obviamente, Macedonio deseaba publicar Una historia que comienza, o había al menos cedido a las propuestas de publicación de parte de Hidalgo. En esa época se planeaba aún publicar esos textos en Buenos Aires, en el marco de un volumen misceláneo, primer avatar de lo que luego, con cambios y agregados, será Papeles de Recienvenido. Es de imaginar que Macedonio retocó poco antes el texto enviado a Hidalgo por la misma época.
Pues bien, el texto al que ahora se puede acceder gracias a que fue conservado siquiera parcialmente en las pruebas de imprenta del segundo número de Imán debe ser el que Hidalgo transmitió por camino desconocido a los editores de la revista.
O quizás no tan desconocido: existe una carta de Elvira Martínez de Hidalgo (esposa del poeta peruano) a Macedonio, del 13 de julio de 1931 (OC II, 378; aquí mal atribuida a Alberto Hidalgo), en la que ella le dice: “He sabido por Elvira de Alvear que usted tiene tres mujeres- ¡Mal hombre!”. Hidalgo agrega una nota al pie de la carta de su mujer.
Es decir: Hidalgo tiene, a través de su esposa, contacto epistolar con la fundadora de Imán poco después de la aparición del primer número de la revista, en abril, y quizás ya desde antes de la partida de Alvear a París en 1929.
Azuzado por el éxito de Camblong, escribí también yo al archivo cubano, y obtuve copia de los textos de Hidalgo.
¿En qué consisten esos materiales? Se trata de los poemas “Acta de paso”, “Brújula de sangre”, “Exégesis de incógnito”, “Circunvalación por esto”, y de la prosa “Explicación, para que tampoco se entienda”, donde el peruano comenta sus propios poemas. Debe constatarse que el texto de Hidalgo no se ha conservado completo: falta el final de la “Exégesis” (o, al menos, no recibí copia de ello).
Hidalgo ya había comentado exhaustivamente sus propios textos, por ejemplo en Simplismo (1925). A partir de 1926-1927 había comenzado a escribir ensayos acerca de su teoría literaria, y en 1941 publicará un Tratado de poética (1941).[3]
Los textos de Imán formaban parte de un poemario suyo, que aparecería de manera completa en Buenos Aires en marzo de 1933: Actitud de los años.[4]
En el Tratado de poética (1941, 96) escribió Hidalgo: “Mi lector soy yo mismo”. Borges parodia y critica avant la lettre el giro, al afirmar, en comentario a Actitud de los años:
Hidalgo no es únicamente el autor de este libro, sino su ingenuo y aterrorizado lector. Así lo prueba el comentario perpetuo que hace de los dieciocho poemas. En ese comentario —que abarca más de una mitad del volumen— les (y se) promete inmortalidad, fundado en ciertos ilusorios contactos de su poesía con la doctrina de Einstein, con el kantismo y con el galimatías universitario de Hegel.
Deploro esa incongruente reclame, porque los poemas son eficaces.[5]
En relación con los materiales conservados, no huelga mencionar lo siguiente:
Como puede verse en el sello que traen las primeras y algunas otras páginas, se trata de pruebas de imprenta de un taller francés (Imán aparecía con pie de imprenta “París”).
Lo interesante es el nombre de esa imprenta: “Imprimerie Coulouma”: fue también allí, es decir, en Argenteuil, donde Oliverio Girondo había hecho imprimir la primera edición de sus Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922). Quizás él haya recomendado a Elvira de Alvear esa casa impresora (aunque Carpentier afirma en una carta a su madre que entre las tareas que él cumple figura la “elección de imprenta”).
Interesante es también el que la revista fuese distribuida en especial por tres agencias: Librería Viau y Zona (Buenos Aires), Librería Española (París), Librería Sánchez Cuesta (Madrid). La primera fue ya un famoso sitio de encuentros literarios en la Buenos Aires de los 20 y 30.
Intenté averiguar si en el copioso archivo póstumo de Sánchez Cuesta, el famoso “librero de la Generación del 27” española, hay alguna otra huella de este asunto, por ahora sin éxito.
Las pruebas de imprenta (“épreuves”) llevan por fecha 30 de noviembre de 1931. Pocos días antes, Carpentier había escrito a su madre (carta del 19-XI-1931) que el segundo número de la revista
está listo: su salida es cuestión de horas. En él se anuncia la aparición de mi libro. Una nota de Elvira explica por qué no se publicó el número de verano. Es solo ahora, con la editorial, cuando comienza la revista a ser lo que debía. El primer número lo consideramos como un prospecto, un catálogo, que ha servido para el lanzamiento. Ahora ya no habrá retrasos, ya que la organización financiera –culpable de todo el retraso, pues la moneda argentina bajó considerablemente durante un tiempo y a ella no le enviaban sus administradores dinero por miedo que perdiera demasiado en el cambio– está arreglada.
A pesar de lo que dice Carpentier, las pruebas de imprenta del 30 de noviembre ya traen “abril 1932” en la portada (véase la primera imagen al final de este trabajo). Ignoro los motivos de esa postergación.
Los planes de publicación de la revista fueron abandonados, finalmente, porque, por cuestiones impositivas, Elvira de Alvear debió regresar a Argentina, donde perdió mucho dinero como tardía consecuencia de la crisis de la bolsa norteamericana de 1929. Murió en 1959 en la pobreza y el desvarío. A ello alude Borges al decir que “todas las cosas tuvo y lentamente / Todas la abandonaron” (“Elvira de Alvear”, El hacedor, 1960).[6]
Concluyo con una cita de la tesis de Cañete Ochoa (2015, 255-256):
La revista argentina Criterio, de ideología ultracatólica, informaba en su número 237 (septiembre 1932), que Elvira de Alvear estaba de regreso en Buenos Aires: “Después de algunos meses que le servirán para tomar contacto más de cerca con nuestro ambiente, volverá a París, a seguir publicando la gran revista Imán.” A continuación se informa de que la segunda entrega de Imán
contiene una novela íntegra de Macedonio Fernández, poemas de Leon Paul Fargue y muchas otras colaboraciones de grandes firmas y de valores jóvenes. Además, la sección “Conocimiento de América Latina”, que completa la unidad y el sentido de la revista. El tercer número estará dedicado a los autores alemanes, y constituye un original homenaje a Goethe; escriben solamente alemanes – desde Spengler hasta los más nuevos, pero ninguno se ocupa expresamente de Goethe. Elvira de Alvear prepara ahora el cuarto número, que pone ya al día su revista, con colaboraciones únicamente de argentinos. (Criterio, Buenos Aires, 237, Septiembre 1932).
La nota sobre Elvira de Alvear concluía informando de la próxima publicación de su poema “Pampa”.
Llama la atención que se diga que Alvear prepara el “cuarto número” de Imán, como si hubiera existido un tercero. Desconozco indicios que confirmen esa información.
(Hamburg, 8-VIII-2017 / 29-X-2017)
*Gracias a la Fundación Alejo Carpentier (La Habana), sobre todo a la profesora Graziella Pogolotti Jacobson y al especialista de investigación, Yuri Rodríguez González.
[Original conservado en la Fundación Alejo Carpentier, La Habana, Cuba]
[Original conservado en la Fundación Alejo Carpentier, La Habana, Cuba]
[1] Véase mi trabajo “Alfonso Reyes en su Diario”: Ana Gallego Cuiñas, Christian Estrade y Fatiha Idmhand: Diarios latinoamericanos del siglo XX. Bruxelles: IPE Peter Lang, 2016, 55-67; reproducido, en versión de noviembre de 2016, en www.academia.edu, donde publico bajo el nombre “GarciaHamburg”.
[2] Al respecto, véase mi trabajo “Macedonio, ¿Presidente?”, texto de 1998, en versión de 2016, en www.academia.edu.
[3] Véase mi trabajo “Alberto Hidalgo en Pulso (1928). Dos textos”: www.academia.edu, subido en julio de 2016. Daniel Attala critica el libro de Hidalgo en “Macedonio Fernández. Bases de su metafísica artística”: Boletín de Estética 38, Buenos Aires, 2017, 48-49.
[4] Alberto Hidalgo: Actitud de los años. [Poesía y prosa.] Buenos Aires: M. Gleizer Editor, 1933 (colofón: 25-III-1933), 91 págs. [Contiene: Obras de AH; dedicatoria a Alfredo O. Raffo; epígrafe anónimo; los poemas: Acta del paso; Elogio exacto; Infinitesimada figura; Circunvalación por esto; Brújula de sangre; Tumba de lo que nunca muere; La extraña visita; Exégesis de incógnito; Programa para el día siguiente de la ausencia; Retrato imperceptible; Regreso a la madre; El compañero; País que nos baña; Poema de llamada; Habitante del pecho; La existente del tiempo-todavía; Ser de seis letras; Bandera de la vida. Prosas: Clave para que tampoco se entienda. Primera palabra; notas en prosa tituladas como los poemas. Se conserva un ejemplar dedicado “A Macedonio Fernández, / a Macedonio I. Desde mi / pequeñez hasta su altura. / Alberto Hidalgo / Piedras 180 / Bs. As. 1933”; contiene también notas de MF, a lápiz. El poema “El compañero”, de este libro, será publicado más tarde por MF y sus hijos en Papeles de Buenos Aires 5, mayo de 1945, 2.
[5] Jorge Luis Borges: “Actitud de los años”: Selección. Cuadernos Mensuales de Cultura, Buenos Aires, N° 1, mayo de 1933; reproducido en Textos recobrados, 1931-1955, Buenos Aires, Emecé, 2001, 42. El libro de Hidalgo fue comentado también por Augusto Cortina en Nosotros 27 LXXVIII 287, Buenos Aires, abril de 1933, y por Lisardo Zía en Poesía 3 (entrega 2), Buenos Aires, julio de 1933.
[6] Borges publicó el poema también en Estados Unidos: “Elvira de Alvear”: The New York Review of Books, 10-IV-1969, 4-5.