Bienal de Sharjah, entrevista a Gabriela Golder

Por: Andrea Giunta

En conversación con Andrea Giunta, Gabriela Golder repasa su trabajo presentado en la Bienal de Sharjah y relata cómo fue el proceso de creación del proyecto «Arrancar los ojos», además de sus otros proyectos artísticos y de las obras de otras artistas latinoamericanas que estuvieron presentes en la misma Bienal.


Participaste en la Bienal de Sharjah con varias obras. Una bienal muy conmovedora, ya que su proyecto comenzó antes de la pandemia, con curaduría de Okwui Enwezor, y entre el momento en el que él la concibió y el 2023 muchas cosas sucedieron. Por un lado, Okwui partió. Un curador extraordinario, que transformó la visión del arte de África con exhibiciones radicales como The Short Century. La bienal, en un sentido, honró su legado. Por otra parte, la pandemia que atravesó el mundo produciendo un nuevo estado de cosas cuyo rumbo no parece augurar buenos futuros. Entre los acontecimientos que marcaron nuevos escenarios en América Latina estuvo el estallido de octubre de 2019 en Chile, que se vincula con una de las obras que presentaste en la bienal, «Arrancar los ojos», que tuvo una instalación deslumbrante y emotiva. Contanos primero sobre esta obra en particular.

En la Bienal presenté 3 obras que forman parte del proyecto «Arrancar los ojos» –además de las videoinstalaciones «Conversation Piece» (del 2012) y «Cartas» (del 2018). Se trata de un proyecto que propone una constelación de obras en torno a la mutilación ocular como método represivo en manifestaciones populares. Trata sobre la mirada y su dimensión política. Nace de la conmoción por los sucesos trágicos que se vivieron en Chile a partir de octubre de 2019. Una crisis social y política que ha dejado a más de 500 personas con traumas oculares debido a los perdigones lanzados por la policía durante las manifestaciones. Las víctimas perdieron uno o los dos ojos. 

Lo que leí sobre esto, las imágenes que vi me obsesionaron. Varios de mis proyectos nacen de una obsesión. De una urgencia por querer entender algo que me resulta imposible de imaginar. Pensar en el acto de arrancar los ojos, de matar los ojos de alguien.

A partir de esto, de ver todas las imágenes, de leer todo lo posible, me puse a investigar. Partir de la conmoción para iniciar la investigación.

La policía apunta directamente a la cabeza. Esto no sucede sólo en Chile. También en Colombia, en Palestina, en Francia, en Hong Kong, en Brasil, en el Líbano, en Egipto. ¿Dónde más? ¿Desde cuándo? 

Arrancar los ojos parte de estos acontecimientos, se pregunta por lo inmediatamente anterior a ese momento de mutilación, por el acto y por lo que queda luego de la tragedia. Se pregunta por las causas, por la ausencia de mirada, invisibilidad, ceguera. También por los modos posibles de detener la pérdida de la memoria: recolectar los restos, las huellas, las imágenes de esas miradas al borde de la desaparición. 

Luego tenía que pensar cómo empezar a concebir este proyecto. Qué institución podría estar interesada en un proyecto así. En principio pensé que ninguna.

Y entonces surgió la convocatoria internacional de FRAGMENTOS, en Colombia, a mediados del 2021. Cada vez recibía más noticias sobre la práctica de mutilación en Colombia por parte del ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios) que se siguieron practicando hasta mediados del año pasado.

Pensé que esta convocatoria podía ser una posibilidad, aunque contaba con que para la institución implicaba también tomar un riesgo, apoyar un proyecto que partía de sucesos que estaban sucediendo ahí, en ese momento, llevados a cabo por organismos estatales, con la complicidad del gobierno (hay que tener en cuenta que el espacio Fragmentos depende del Ministerio de Cultura). Pero la institución decidió tomar el riesgo y apoyar mi proyecto. 

A partir de ese momento, el proyecto se centró fundamentalmente en Colombia, pero no solo, Colombia es un punto de partida. 

En ese momento, la propuesta del proyecto era la realización de dos grandes videoinstalaciones, más un video monocanal. 

Viajé a Colombia. Estuve 5 días encerrada en un estudio entrevistando a 10 víctimas de trauma ocular. Las entrevistas tenían que ser el punto de partida. 

Las obras se construyen a partir de textos recogidos de varias fuentes: consignas cantadas en manifestaciones populares de distintas regiones del mundo, testimonios de víctimas de mutilación, textos militares y científicos, cronologías, fragmentos de textos míticos relacionados a la acción de quitar los ojos. Estos textos en diferentes idiomas se dicen y se cantan en variados estilos musicales. La puesta en escena incorpora grandes pantallas con imágenes en video de miradas a cámara extraídas de manifestaciones populares. Las miradas interpelan. Los gestos ralentizados son cortados abruptamente por textos que aparecen como titulares de diarios, subtítulos, gritos que incitan a la acción. Una multitud cruza un gran espacio vacío. Hay máscaras, hay animales, hay mujeres, hombres y niños, cientos de cuerpos unidos e indiferenciados. Punteros láser cruzan el aire, son acciones de resistencia. En pantalla aparecen imágenes de cámaras de control de las fuerzas represivas. La multitud se agita, efervece. Es una vuelta del camino del infierno de Goya. Algunas personas se desprenden, se miran, se reconocen entre sí. Se aquieta la multitud mutilada. Todo se apaga. Pero los ojos insisten, recuperan los espacios, los cuerpos, los ojos vuelven, se restituyen ¿Es posible restituir la mirada? ¿Es posible que los ojos vuelvan a ocupar su lugar? ¿Es posible que se rebelen y hagan justicia? 

Esta obra hila a través del tiempo histórico y mítico en busca de la memoria de los ojos arrancados. Es una puesta en escena que, anclada en nuestro presente, navega de manera anacrónica entre los relatos de los ojos arrancados. Los interroga, los invoca, los incita a hablar. 

Filmé en Colombia a las víctimas, viajé a Neuquén al encuentro de cráteres (quería pensar en estos cráteres como lugar de reposo de los ojos arrancados), filmé en Buenos Aires los cuerpos indiferenciados, la puesta en escena de los cuerpos en resistencia, filmé una escena sobre mitología, la mutilación de ojos en la mitología griega, y otras escenas más. 

Además, el gesto performático de encontrar las infinitas maneras de decir «Arrancar los ojos»: sacar los ojos – Quitar los ojos – Suprimir los ojos – Extraer los ojos – Extirpar los ojos – Exhumar los ojos – Vaciar los ojos – Agotar los ojos – Retirar los ojos – Robar los ojos – Remover los ojos – Eliminar los ojos – Hurtar los ojos – Desechar los ojos – Desalojar los ojos – Tomar los ojos – Sisar los ojos – Atrapar los ojos – Agarrar los ojos – Aferrar los ojos – Apresar los ojos – Invadir los ojos – Tragar los ojos – Saquear los ojos – Asaltar los ojos – Capturar los ojos – Despojar los ojos – Desfalcar los ojos – Desposeer los ojos – Expoliar los ojos – Desnudar los ojos – Usurpar los ojos – Arrebatar los ojos – Separar los ojos – Matar los ojos – Abolir los ojos – Prohibir los ojos – Privar los ojos – Impedir los ojos – Vedar los ojos – Denegar los ojos – Condenar los ojos – Repudiar los ojos – Ensuciar los ojos – Apartar los ojos – Desviar los ojos – Rehuir los ojos – Enturbiar los ojos – Tiznar los ojos – Embarrar los ojos – Deshornar los ojos – Afrentar los ojos – Calumniar los ojos – Manchar los ojos – Ennegrecer los ojos – Ahumar los ojos – Alterar los ojos – Liquidar los ojos – Exterminar los ojos – Aniquilar los ojos – Callar los ojos – Esconder los ojos – Disimular los ojos – Rasgar los ojos – Mutilar los ojos – Lisiar los ojos  – Asesinar los ojos – Destruir los ojos – Deshacer los ojos – Derribar los ojos – Desmantelar los ojos – Desmoronar los ojos – Quebrar los ojos – Romper los ojos – Destrozar los ojos – Quebrantar los ojos – Partir los ojos – Despedazar los ojos – Hendir los ojos – Perforar los ojos – Borrar los ojos – Erradicar los ojos – Desarraigar los ojos – Quemar los ojos – Estropear los ojos – Golpear los ojos – Lesionar los ojos – Cortar los ojos – Lacerar los ojos – Torturar los ojos – Tachar los ojos – Recortar los ojos – Secuestrar los ojos – Apagar los ojos – Magullar los ojos – Incendiar los ojos – Exiliar los ojos – Desertar los ojos – Taladrar los ojos – Aplastar los ojos – Machacar los ojos – Triturar los ojos – Dañar los ojos – Arruinar los ojos – Mellar los ojos – Devorar los ojos – Consumir los ojos – Succionar los ojos – Aspirar los ojos – Atropellar los ojos – Vendar los ojos – Cegar los ojos – Partir los ojos – Perder los ojos – Violar los ojos –  Desaparecer los ojos…

Las obras para Fragmentos fueron creciendo, sumando capas. 

Trabajé con una cantante colombiana, La mujer cabra, con quien compusimos una canción a partir de los hechos, de los testimonios, que ella canta con muchísima potencia. 

Necesitaba terminar bien arriba, con una canción que fuera como una revuelta, que acumulara la rabia para transformarla. La canción cierra la principal instalación, la que irá en la sala grande de Fragmentos. Es la primera vez que trabajo con una canción de esta forma. En la obra va a haber otras pequeñas canciones, que funcionan como versos de un coro griego, son mujeres, son las que predicen, las que lamentan, las que hacen ver.

Estoy trabajando en esta obra ahora. Luego hice las placas en cemento con los infinitos modos de decir, dejar la huella, la marca, nombrar para que exista. cavar, vaciar para decir (esto lo mostré en ARTBO).

Durante este proceso surgió la invitación de la Bienal de Sharjah.

Le conté a Hoor Al Qasimi, curadora de la Bienal, presidenta de la Sharjah Art Foundation, sobre el proyecto que estaba trabajando y le entusiasmó mucho la posibilidad de presentarlo en la Bienal. Ella había estado en las calles de Santiago de Chile durante las protestas. 

Le conté mi idea de hacer huecos en la tierra, nunca le había contado a nadie sobre esta idea, pensé que nunca sería posible (ahora pienso que seguramente se lo conté porque durante nuestra conversación presentí que quizás sí era posible) . 

Huecos en la tierra para que descansen los ojos arrancados, para que descansen antes de volver a los cuerpos. ¿Pueden estos ojos volver? ¿Se puede restituir la memoria de lo que vieron estos ojos? 

Una semana después de nuestra conversación me llega un email de la Bienal, una foto de un agujero en la tierra, en el desierto, un hueco como yo había imaginado. 

Y luego todo fue decidir cantidad, tamaños, profundidad y ubicación. 

Llegamos a cavar 16 agujeros, de 3, 2, 1.5 metros de diámetro. Y de profundidades variadas, la máxima 3 metros. Junto a los agujeros una gran cantidad de árboles muertos, junto a ellos un viejo cementerio. 

Pensamos con Hoor que estaría bien presentar, en un cobertizo abandonado, cerca de los agujeros, documentación audiovisual, imágenes de archivo del contexto en que sucedía esto. 

Transformaron el cobertizo en una pequeña sala de exposición, y yo transformé el video de documentación en un video de 29´. Una antesala a la expo de Fragmentos. 

El video se llama «Ojos rotos». 

Pero faltaban los cuerpos. Eran necesarios los cuerpos para activar estos huecos en la tierra. Entonces decidí hacer una performance. Una performance (Tear out the eyes) para 16 huecos en la tierra, con 18 performers, 2 percusionistas, 4 locutores, 4 speakers y 5 megáfonos. Una performance en árabe, inglés, francés y castellano. 

Al comienzo, una luz flash indicando que comenzaba, indicando lo que yo llamaba el campo de batalla. 

Los performers llevaban luces de minero en sus frentes. 

En el interior de los huecos había una luz, la luz de la tierra. 

Sucedía cuando apenas se ponía el sol.

Con extensas cronologías de los hechos sucedidos entre 2018 y 2022 en Hong Kong, Francia, Chile y Colombia enumerados fríamente por locutores profesionales.

Con textos médicos que describen detalladamente qué sucede cuando explota el globo ocular. Con un relato en tercera persona, de un caso en particular, el de Sara. 

Circulando entre los agujeros, interpelando al público que seguía a los performers en su andar, que se sentaba junto a ellxs en los bordes de los huecos. 

Con una interminable lista de formas de decir «Arrancar los ojos», dichas hasta no poder decir más, mirando la profundidad de los huecos en la tierra. 

Con canciones, con canciones como ecos, con canciones que irrumpían entre el público, y que alteraban algún orden de circulación. 

Con dos músicos emiratíes percutiendo en sus tambores tradicionales, en cada intervención más lentamente. como cuerpos que caían al accionar de las armas. 

Al final canté yo. Yo, que no canto. Canté como letanía y luego, cantaron otrxs, en otros idiomas, desde distintas partes del terreno. En el aire, todo era pura emoción. El público se acercaba silencioso a las y los performers que hablaban o cantaban sin micrófonos, entre las perforaciones, los huecos. Se desplazaba de un lugar a otro, sin saber lo que sucedería, pero sabiendo que había que escuchar, había que estar cerca. Se dio como un momento de comunión entre tanta violencia que nombraban los textos. Quien no sabía sobre estos hechos, empezaba a saber. Quien sí los reconocía, se conmovía. Algunxs no pudieron aguantar, algunxs que habían vivido la violencia sobre sus cuerpos, sobre sus familias.  Luego nos dispusimos en el borde del hueco más grande. Se apagaron las luces de las frentes. Hubo unos minutos de silencio, el “campo de batalla” se convirtió en pura emoción. 

De los ojos que se mueven amparados por su furia, 2022 -2023

Gracias por este relato, por esta descripción tan conmovedora. Siento que, de algún modo, estuve allí. Ví imágenes, que me resultaron absolutamente perturbadoras. Escuché las voces en algunos de los videos que me compartiste. Pero tu relato, que repone tanto el lugar desde el que concebiste la obra como lo que sucedió cuando pudiste realizarla, nos pone en contacto –a mí, a los lectores de esta entrevista– con el tiempo demorado, pleno de percepciones, textos, voces, superposiciones que hacen del relato de un hecho –alguien que perdió sus ojos por la acción represiva decidida desde el Estado– una textura inteligible y al mismo tiempo opaca. Logra traducir una tragedia para la que no sirven o no alcanzan ni las palabras ni las imágenes. ¿Cómo evocar, cómo traducir, cómo producir el contacto con esos hechos tremendos, que menoscaban el estatuto de la humanidad? Me gustaría, antes de preguntarte por otras obras de la bienal, que nos cuentes cómo entendes las operaciones poéticas y políticas que puede producir el arte para referirnos a esos hechos tan ominosos. Imagino que además de preguntarte cómo suceden ciertas cosas, querés comunicar de un modo específico un registro posible de la experiencia de esta tragedia colectiva y global. 

Esta es la gran pregunta. ¿Cómo hacer con estas imágenes? ¿Cómo hacer con estos hechos? Las palabras, los relatos, la confianza de las víctimas. Cuál es mi lugar. Soy muy cuidadosa con esto. Pienso muchísimo en qué imágenes usar, cómo trabajar los archivos, de dónde obtener los archivos, cómo manipularlos, ¿qué se ve? ¿Qué se va a ver? ¿Qué pasa si ralentizo las imágenes, si les cambio o les saco el color? ¿Qué produce esta operación? ¿Son demasiado violentas estas imágenes? ¿Tan violentas como para que no se puedan mirar? ¿Demasiado bellas? 

Y fundamentalmente el trabajo con las personas, ¿cómo me vínculo? ¿qué les propongo? ¿Corto sus relatos? ¿Puedo yo cortar sus relatos en edición? Cuando corto una frase, cuando edito, ¿cómo me ubico en ese lugar de poder? Quizás decido no cortar, porque no quiero estar en ese lugar. Quiero compartir ese espacio, registrar, y que el otro/la otra diga, y ser simplemente ese nexo. 

En algunos casos las víctimas de trauma ocular me confiaban cosas muy personales, o muy precisas. Por ej. el número de placa de la persona que le disparó, o el nombre. Luego conversamos sobre esto. No podía permitirme poner en riesgo a alguien sólo por mostrar una obra. Ser conscientes de esto juntxs, tomar el riesgo junto al otrx y no avanzar sola. 

Todo esto para decirte cuantas preguntas surgen en el momento de hacer un proyecto así, cuantas operaciones se realizan, cuántas decisiones hay que tomar. 

Nunca puedo avanzar sola, este es un proyecto pensado por mi y realizado junto a todas las voces que dicen, las imágenes que se ven, los encuentros. Suena romántico, quizás, pero pienso que la obra nunca puede estar por encima de las personas, de sus relatos, sus deseos y de la confianza que depositan en mí cuando creen que este proyecto –en otros casos fueron otros proyectos–, puede ayudar a cambiar algo, a hacer conocer lo que sucede. Y en esa confianza también está el cómo hacerlo. ¿Qué imágenes van a convivir? ¿Cómo se van a combinar? ¿Cómo se van a ver?

Por ejemplo, en Fragmentos –el espacio en el que voy a presentar la obra en Bogotá– voy a trabajar en dos salas, una muy grande, bien espectacular y otra más pequeña. En la más grande va una instalación de 4 canales, con muchas imágenes, muchos sonidos, distintos recursos. En un principio las entrevistas iban a ir ahí, como parte de esta gran instalación, no me importaba que la obra tuviera una duración muy extensa, no me importaba que fueran 4 horas. 

Pero luego lo pensé mejor, quería, necesitaba, que las entrevistas se escucharan bien, se vieran bien, necesitaba un espacio de intimidad para esto. Entonces decidí, en la sala 1, que es la más pequeña, instalar todas las entrevistas, agregar bancos para que la gente se siente tranquila a escuchar, que se tome su tiempo. Se trata de crear un espacio de respeto, calma y escucha. Dar la posibilidad de escuchar y de ser escuchado me parece muy importante. 

Pienso en los modos de hacer, en el uso de uno u otro lenguaje, o registro. 

En Sharjah me resultó obvia la necesidad de proponer una performance con gente de allá, no me bastaba mostrar un video. Necesitaba ocupar con cuerpos, y necesitaba también estar yo. Yo con lxs otrxs. Que se generara esa dinámica colectiva de moverse de un lugar a otro, de escucha acompañada, de interpelación. Estar ahí, estar ahí realmente, ser parte al mismo tiempo que otrxs. 

En el video mi posición es mucho más segura, lo hago, lo monto en un espacio, funciona, estoy pero no estoy, pispeo cuando la gente mira, trato de percibir reacciones, pero es bien diferente. 

Para algunas cosas, en algunas situaciones quiero poner cuerpos, emociones en vivo, cantos, cosas que no sé cómo van a suceder, incertezas (hasta una hora antes de la performance no sabía si me iba a animar a cantar, no sabía cómo reaccionaría la gente, ¿se quedaría, acompañaría, se acercaría para escuchar?). 

Tengo la posibilidad de enunciar ocupando espacios, y tengo la posibilidad de que me escuchen, esto es inmenso. Entonces tengo muchísima responsabilidad poético/política, y deber de cuidado para con quienes o a partir de quienes construimos esto.  

El secreto de la tierra / Sheikh Khalid Bin Mohammed Farm, Al Dhaid, 2023. Supported by Sharjah Art Foundation


Es intenso imaginar las circunstancias y las decisiones que se toman acorde a cada espacio. Sí creo que el arte que se involucra con la política debe incorporar, como elemento central, constante, la ética, porque en definitiva, uno está plasmando un hecho que compromete la vida de los otros, los afectos en torno a lo irreparable, y la medida del sacrificio realizado en la protesta, cuando, sobre todo, la constitución no fue finalmente aprobada por la ciudadanía. Queda flotando la pregunta por la dimensión del sacrificio y por sus resultados. Cuando escribo, cuando curo una exposición sobre derechos humanos, o que involucra a personas que no pertenecen al mundo del arte de un modo definitivo, cuido mucho el límite acerca de qué se muestra y cómo se muestra. Cómo acercarme desde una distancia que implique respeto. Es complejo y lleva a muchas deliberaciones. Me gustaría preguntarte sobre otras artistas latinoamericanas en el Bienal de Sharjah, vi que estuvo Doris Salcedo, con una instalación impactante sobre migraciones, Aline Motta, Joiri Minaya. Pero no sé si hubo otra representación latinoamericana. Y quisiera también que te refieras a artistas de la Europa del Este, ya que en este momento estamos trabajando en un proyecto que se llama Narrating Feminisms. Eastern Europe and Latin America, con la Profesora Agata Jakubowska, de la Universidad de Varsovia, y quisiera tener, desde tu voz, una visión de las obras que expusieron.

Pienso que todo arte se involucra con un contexto de algún modo, decide penetrar ahí, decide ser parte o quedarse al margen. Me demoro en escribir esto porque te iba a decir, todo arte se involucra con la política, entonces me preguntaba, si decir política es decir mucho pero al mismo tiempo no decir nada. Entonces pensé en el contexto, en las lógicas de supervivencia, en lo que pasa, en el modo en que nos constituimos como sujetos políticos (en femenino, nosotras). Quizás entonces es con lo político y no con la política. Nunca estuve de acuerdo con el concepto de “arte político”… 

Me parece fundamental la ética como elemento central. Es desde la ética, que se van a delinear todas las acciones, los modos de hacer, de decir, de construir con otrxs, de pensar y activar.

Respecto a la participación de artistas de Latinoamérica. Primero te cuento que desde la curaduría se decidió no poner la nacionalidad de las y los artistas. Es una decisión bien radical y la celebro. Por esto nos cuesta saber quién es o de dónde viene. Claro que siempre hay pistas que nos facilitan reconocer, pero son solo pistas…

De América Latina, si no me equivoco, todxs lxs artistas éramos mujeres. La Bienal incluyó mucho fotoperiodismo, gran parte de las artistas latinoamericanas vienen de ahí. Por ejemplo, las tres primeras de la lista que te adjunto.

Anita Pouchard Serra, Argentina

Angela Ponce, Perú

Marisol Mendez, Bolivia

Aline Motta, Brasil

Joiri Minaya, Dominica

Flavia Gandolfo, Perú

Carolina Caycedo, Colombia

Doris Salcedo, Colombia

Coco Fusco, Cuba

Laura Huertas Millán, Combia

María Magdalena Campos-Pons, Cuba

En cuanto a los ex países del Este, aunque se me puede haber pasado alguien, estos son los artistas que ahora recuerdo

Saodat Ismailova, Uzbekistán

Aziza Shadenova, Uzbekistán

Almagul Menlibayeva, Kazajstán 

Hasta aquí la entrevista con Gabriela Golder, una artista con la que tenemos conversaciones profundas sobre su obra, sobre la relación entre arte, activismo, clases sociales, trabajo, mujeres. Celebro tanto compartir estas conversaciones como caminar con ella en las marchas multitudinarias que suceden en Buenos Aires en cada día de lucha por los derechos de la mujer (8M) o en cada aniversario del golpe de estado de la última dictadura militar en Argentina, todos los 24 de marzo (24M) desde el retorno de la democracia en la Argentina.