La traducción como lectura. Epistemología queer en José Esteban Muñoz
Introducción y traducción: Constanza San Pedro y Magalí Herranzi
Imagen: «Things are queer» (1973) Tony Just
En esta entrega presentamos una traducción del texto “Lo efímero como evidencia: Notas introductorias a los actos queer” escrito por José Esteban Muñoz, quien fuera profesor asistente en Estudios de Performance en la Universidad de Nueva York, para una serie de ensayos reunidos en el segundo número del año 8 de la revista Women & Performance: a journal of feminist theory.
José Esteban Muñoz presenta un bosquejo de la idea de lo efímero como evidencia para llevar al foco del estudio de las ciencias sociales a esas prácticas anónimas y esquivas, que hasta entonces -y aún hoy- parecieran no caber en los estrechos marcos del rigor científico.
Palabras iniciales: prefacio a una introducción
Seguir las huellas, las pistas, las marcas de las historias invisibles. Construir contra epistemologías de lo existente. Cuestionar y disputar el estatus de verdad de los discursos científicos hegemónicos. Estas son algunas de las tareas que Muñoz encara en el breve texto titulado “Lo efímero como evidencia”, donde se desafían las tradicionales formas académicas en que se construye la verdad y se la objetiva mediante determinadas formas de materialidad, dócilmente documentadas por el método científico. Muñoz nos invita, de manera crítica y precisa, a cuestionar aquellos modos de producción del saber de la academia, para pensar otros nuevos. Busca abrir y ampliar, desde la propia academia, las lecturas de la realidad que excluyen y dejan por fuera prácticas queer.
La disputa por aquello que se estudia y cómo se estudia, siguen tensionando nuestra actualidad. La teoría queer ha permitido abrir ciertos horizontes en la academia, pero se trata de una tarea que es necesario sostener y reactualizar constantemente, para no caer nuevamente en ontologías y políticas del saber que minoricen ciertas trayectorias, prácticas y sujetxs. Quienes buscamos leer de manera crítica el mundo, atendiendo a voces, prácticas y subjetividades que habitan los márgenes y las periferias, cuyas historias no existen -ni caben- entre el corpus académico, tenemos que discutir nuevas categorías que nos permitan contenerlas. Comprenderlas. Tenemos que repensar cómo se construyen los archivos, para pensar a qué vidas y a qué relatos se hace lugar en nuestras disciplinas.
¿Qué cuenta como prueba? ¿quiénes son depositarixs del rigor? ¿qué lugar tienen en la institucionalidad académica las trayectorias vitales cuya supervivencia depende de pasar desapercibidas? ¿qué relatos, qué vidas, qué fenómenos han sido objeto de estudio de las ciencias sociales? ¿Sobre qué regularidades se funda dicho método y qué ontologías de lo real nos devuelve? Estos interrogantes nos muestran por qué, veintitrés años después de su primera publicación, resulta imperante volver a este texto, detenerse en sus desafíos, hacer propias sus inquietudes. Repensar, en definitiva, las formas académicas que legitiman o constriñen la práctica científica y el lugar que en ella tienen, al decir de Muñoz, las historias minoritarias.
Así, el análisis de lo efímero será objeto del desarrollo de un nuevo formato de lo real y, por ende, de producción de conocimiento. Lo efímero -categoría que busca dotar el planteo de determinado status epistemológico- nos invita a imaginar lo cotidiano de otra manera: como eventual, anecdótico, lo que está pasando, lo que no permanece. La misma idea de lo efímero es también móvil.
Esta traducción es el resultado de debates en torno a la forma en que se construyen y legitiman saberes, en los que se habilita a que circulen ciertas palabras y afectos, a que existan y se reconozcan registros de ciertas trayectorias vitales. La forma en que se construye un archivo es reinventada a partir de una crítica situada que nos permite pensar otros horizontes posibles. Agradecemos a Eduardo Mattio y Liliana Pereyra, y a lxs integrantes de nuestro grupo de investigación “Emociones, temporalidades, imágenes: hacia una crítica de la sensibilidad neoliberal” (Proyecto radicado en el Centro de Investigación de la Facultad de Filosofía y Humanidades María Saleme de Burnichon, UNC financiado por SECyT) por los debates, por enriquecer nuestras miradas y dar sentido a estas reflexiones. Y en especial a Emma Song, por su lectura amorosa y atenta, y por la generosidad con la que nos comparte cotidianamente sus saberes.
Lo efímero como evidencia: Notas introductorias a los actos queer
Por: José Esteban Muñoz ii
Evidencia queer
La imagen de la portada de esta edición especial de Women & performance fue tomada de una serie de fotografías sin título del artista conceptual Tony Just. El proyecto más amplio del cual esta elegante imagen fue seleccionada busca una comprensión compleja y a la vez la puesta en acto de la performance. Tony Just visitó un baño público de varones venido a menos, una tetera donde prolifera el sexo público. Limpió e higienizó el espacio, esforzándose por mostrarlo prístino y reluciente. El resultado es una fotografía que indexa no sólo el espacio maldito y los cuerpos espectrales de esos actos sexuales anónimos y la performance de Just después de ellos, sino también el acto de su documentación. Esta performance extendida es, en múltiples sentidos, un “acto queer” ejemplar. Accede a una historia queer oculta de sexo público por fuera de las narrativas históricas visibles, que forman parte de la esfera pública dominante. Se conecta al núcleo vital de la tetera, un espacio que es usualmente la sombra de lo semi-público, y lo hace legible por fuera de los límites de su esfera. Pero lo hace a través de la negación, a través de un proceso de borradura, que redobla y marca la invisibilización sistemática de historias minoritarias. Mientras sostiene un serio compromiso en establecer un archivo de lo queer, altera la noción de lo que se entiende por instituciones oficialmente subsidiadas y legitimadas. Mostrando esta imagen etérea a mis amigxs y colegas, registré otra razón por la cual el acto y su rastro visual son queer. Mientras algunas personas reconocieron la imagen como un inodoro, muchas lo vieron como un pecho, algunas sólo como un pezón, otras como un ano, e incluso como un ombligo. No es una imagen que esté epistemológicamente enmarcada y fundada, sino más bien es performativamente polivalente. La fundamental indeterminación de la imagen me hizo sentir que lo efímero y su sentido de posibilidad eran profundamente queeri.
Es central para una performance académica el impulso queer que intenta discutir un objeto cuya ontología es ya profundamente queer por su inhabilitación para “contar” como una “prueba” apropiada. La noción de actos queer que este ensayo intenta ofrecer está inmediatamente vinculada a una creencia en lo performativo como una ocasión intelectual y discursiva para un proyecto de mundo queer. Entonces, quiero proponer a lo queer como una posibilidad, una forma del auto-conocimiento, un modo de socialización y relacionalidad. Es habitual que lo queer sea transmitido de manera encubierta. Esto está profundamente relacionado con el hecho de que el rastro que permanece de lxs sujetxs queer lxs deja expuestxs al ataque. En lugar de estar claramente disponible como evidencia visible, lo queer ha existido como insinuación, chisme, como momentos fugaces y performances destinadas a interactuar con quienes integran esa esfera epistemológica, evaporándose en el contacto con aquellxs otrxs que eliminarían la posibilidad queer. Las imágenes de Tony Just son emblemáticas dentro del tipo de evidencia invisible que voy a agrupar y nombrar como “lo efímero”. Los actos queer, como perfomance queer, y varias performances de lo queer, se erigen en evidencia de la vida, el poder y las posibilidades queer.
Siguiendo el espíritu de los actos queer, estoy menos interesado en decirles a lxs lectorxs lo que dicen los escritos performativamente polivalentes de esta revista, y más motivado en abocarme al trabajo que estos escritos hacen. Así, este ensayo se focaliza más en situar el volumen en un marco institucional amplio -elaborando el terreno ideológico al que estos escritos se enfrentan- que en introducir o “preparar” el trabajo que sigue. Quiero exponer algunos de los mecanismos en que la academia y la escritura crítica, al abordar y transmitir los fenómenos, las ontologías, las políticas y los estilos queer, son atacadas por fuerzas homofóbicas y conservadoras. Las resistencias, ataques y contestaciones de lo queer, y otras modalidades de lo minoritario, operan sobre patrones predecibles de agresión.
Cada vez con más frecuencia los estudios de raza y queer, así como las investigaciones feministas anteriormente, son desechados como un mero pasaje de fantasía intelectual; modos de indagación que están demasiado en el “presente”, que carecen de fundamento histórico y conceptual para perdurar en el tiempo. Debido a que los archivos de lo queer son improvisados y organizados al azar, a raíz de las restricciones históricamente impuestas a lxs trabajadorxs culturales de las minorías, tenemos el derecho a cuestionar la autoridad de la evidencia en las investigaciones queer. Todo esto lleva a una crítica general queer de la academia en su exigencia por el “rigor”.
Una pregunta: ¿a quién pertenece el rigor? ¿quién es depositarix del rigor? Yo sugiero que el rigor pertenece, es construido y desarrollado a través de la ideología institucional. El presente ensayo intenta interrumpir el régimen del rigor para hacer visible esta ideología institucional dominante. En lo que sigue también voy a considerar los modos en los que los escritos que están compilados en este volumen resisten los protocolos del rigor como han sido tradicionalmente constituidos. Esto no supone que el trabajo contenido en este volumen no se desarrolla en niveles altos de precisión y fuerza crítica. Por el contrario, documenta, cuenta para, y finalmente desarrolla lo que llamamos actos queer. Actos queer, que, voy a sugerir, compiten con y reelaboran los protocolos de escritura crítica. Así, los hilos comunes que conectan este ensayo no tienen sólo su foco en un fenómeno queer, sino su propio estatus de acto queer.
Rigor-mortis
En este contexto de reaccionismo nacional e institucional, ciertas modalidades de autoproclamación -tanto política como profesional- han caído bajo el ataque de árbitros de la “buena escritura”, lxs “buenxs académicxs” y el “buen trabajo”, reconocidos institucionalmente. Trabajo y pensamiento que no emplean ni suscriben a los archivos y metodologías tradicionales de la academia son vistos, con mayor frecuencia, sin mérito alguno. Trabajos que intentan reunir lo anecdótico, lo performativo, o lo que estoy llamando lo efímero como prueba, son a menudo socavados por el modo en que operan las estructuras de la academia. Esto es así a pesar del hecho de que, a nivel de las publicaciones -pero no en muchos otros niveles-, la alteridad está actualmente en boga. Esta tendencia no se traduce en la validación de un trabajo crítico no tradicional en otros aspectos de la matriz institucional – becas, titularidades, ascensos, financiamientos, etcétera (son incontables las veces que he sido aconsejado -o he aconsejado- a amigxs, colegas, y estudiantes para que sus proyectos parezcan “más hegemónicos”: heteronormados en las temáticas y rigurosos en las metodologías. Raramente sugiero que alguien queerice su aplicación para una beca o acentúe la dimensión performativa o heurística de una propuesta de libro. Académica e institucionalmente las comunidades de becarixs en las que viví suelen querer pasar desapercibidxs y mantener un perfil bajo, ideológica y teóricamente)-.
Cuando enfatizamos los aspectos experimentales, heurísticos y performativos de nuestro trabajo a veces desplegamos lo anecdótico con la esperanza de transmitir un punto que no está respaldado por los saberes sedimentados de la evidencia apropiada. Hacemos esto a sabiendas de que nos estamos exponiendo a las acusaciones de ser ahistóricxs o poco rigurosxs. Esta crítica está elaborada en la introducción de Heather DuBrow a un reciente número de PMLA sobre el estatuto de la evidencia, donde ella examina el “poder” de la “prueba”, como opuesto al poder de cierto tipo de performance que “oculta” demandas por evidencia real. De hecho, ella llega a sugerir que “a menudo la performance funciona como una alternativa a la presentación de evidencia” (el cursivado es mío: 1996, 17). Discutiendo las diferentes connotaciones de lo “sólido” como un estilo académico en los Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, ella concluye que “quienes escriben y elogian las críticas que juzgan la etiqueta de lo sólido, se enorgullecen de que esos trabajos, a diferencia de los preparados en hornos franceses, no van a colapsar años después de su realización y no podrán, bajo ninguna circunstancia, ser descritos como livianos y poco serios” (17).
El ensayo de DuBrow es un intento ambicioso de cerrar la brecha entre las diferentes apuestas generacionales sobre la evidencia. La dicotomía que ella establece entre viejos académicos “sólidos” y lxs menos sólidxs pero “potentes” académicxs más jóvenes es la tensión de la cual no se ocupa o cuestiona. Intenta mapear de igual manera ambos lados del debate, pero traiciona a la performance y cualquier cosa que entendamos como no-sólida o efímera. En el corazón del ensayo de DuBrow hay una creencia que quiero marcar como cómplice de una lógica institucional dominante: el imperativo de mantener la estabilidad de la evidencia a pesar de reconocer que la evidencia es siempre ya contingente bajo la presión de las investigaciones post-estructuralistas y post-axiológicas. DuBrow insiste en la necesidad de un desarrollo riguroso de la evidencia anclado en la “realidad material”. Para DuBrow, si nuestro trabajo quiere evitar el destino de ser liviano y poco serio debe seguir patrones rigurosos en su presentación y despliegue. Este impulso dominante en la profesión marca las formas en las cuales algunxs de nosotrxs aclamamos la alteridad en nuestras investigaciones políticas como formas impropias e inapropiadas de escritura, práctica y construcción de teoríaii.
En el mismo número de la revista PMLA, DuBrow participa en una mesa redonda sobre “evidencia”. Una declaración de Sue Houchins en esta discusión arroja valiosa luz sobre algunos de los problemas intrínsecos de la evidencia para lxs sujetxs pertenecientes a las minorías que tienen que elegir entre diferentes categorías de identidad y evidencia:
Donde los temas raciales, particularmente la negritud, y los temas queer se encuentran, los relatos de experiencia son puestos en cuestión. Por ejemplo, si una mujer caribeña se reconoce a sí misma como lesbiana, lxs otrxs buscan formas en las cuales ella es extranjera a lo caribeño porque una no puede ser africana o afroamericana -al menos en la atmósfera caribeña- y lesbiana al mismo tiempo. Un punto de discusión en alguno de los trabajos de Michelle Cliff es cuán autobiográfico puede ser lo que sea su evidencia. Si algo es la evidencia de su carácter queer, es en realidad la evidencia de que ella no es negra. Si eso es evidencia de su negritud, claramente ella no es queer… Es interesante preguntarnos qué hace su homosexualidad para invalidar su evidencia (“El status de la evidencia: una mesa redonda” 1996, 27).
Houchins hace un gran aporte al señalar los modos en que la evidencia falla en dar cuenta de los puntos de interacción al interior de diferentes prácticas identitarias en las minorías.
El difunto Marlon Riggs acudió a un archivo que era efímero, en oposición a la evidencia tradicional, para resistir a la trampa que Houchins describe. El yo no es argumentado ni afirmado en el trabajo de Riggs bajo el mandato de proveer evidencia sino que, en su lugar, es desarticulado en el innovador Lenguas Desatadas (Tongues untied), y en su tour de force final Negro se es, Negro no se es (Black is, Black ain’t), a través de una serie de potentes y calculados despliegues de testimonios efímeros de identidades negras queer. Ambos videos tejen tramas dispares que podrían, si se consideran provenientes de archivos discretos, colisionar. Los videos muestran lo diva de Riggs’s snap! que se hace presente en diferentes actuaciones, la poesía, la música y las historias de otro hombre negro queer -recuerdos del cómo alguien queer crece en la América negra heterosexual, y negro en el perfectamente blanco Castro-. El efecto collage de Riggs desafía los protocolos de la evidencia y en este proceso hace posible la aparición de un mundo negro y queer que no puede ser sostenido por una base tan antipática como un archivo rigurosamente aplicado. Su trabajo se erige en directo desafío al llamado de regreso a la evidencia real. La presentación de este tipo de evidencia anecdótica y efímera garantiza la entrada y acceso de aquellxs que estuvieron expulsadxs o vetadxs de las historias oficiales y, en este sentido, de la “realidad material”. Los límites de la evidencia se vuelven claros cuando intentamos describir e imaginar identidades contemporáneas que no encajan en un unívoco y preestablecido archivo de la evidencia. Muchos de los artículos contenidos en este volumen son de académicxs que insisten, en el primer momento de su proyecto crítico, en no desalojar lo queer de la raza y la etnicidad.
Lo efímero y los sentimientos
La noción de lo efímero como evidencia que propongo en el título de este artículo no se parece en nada a una conexión sutil. Me interesa aquí detenerme a reflexionar sobre lo que estoy llamando “efímero” como modalidad anti-rigor y anti-evidencia que, lejos de filtrar la materialidad de los estudios culturales, reformula y expande nuestra comprensión de la materialidad. Lo efímero, del modo en que aquí lo uso, está vinculado a formatos alternativos de textualidad y narratividad como memoria y performance: es todas las cosas que perduran luego de una performance, un tipo de evidencia de lo que se ha revelado pero ciertamente no la cosa en sí misma. No descansa en bases epistemológicas pero se interesa, por el contrario, en perseguir rastros, destellos, residuos y partículas de cosas. Es importante notar que lo efímero es una forma de probar y producir argumentos a menudo elaborados por la cultura de las minorías y lxs críticxs.
La influyente y a menudo citada noción de “estructura de sentimientos” perteneciente a Raymond Williams ayuda a mejorar nuestra comprensión de las dimensiones materiales de lo efímero ([1977] 19889, 128-135). Williams explica las maneras en las que el arte transmite, traduce y engendra estructuras de sentimientos -tropos de emoción y experiencia vivida que son ciertamente materiales, sin ser necesariamente “sólidos”-. Para Williams, una estructura de sentimientos es el proceso en el que se ponen en relación la continuidad de las formaciones sociales al interior de una obra de arte. Una ponderación más atenta de la tesis de Williams ayuda a explicar las formas en que lo efímero no “olvida” la materialidad, sino que la recrea: la hipótesis tiene una especial relevancia para el arte y la literatura, donde el verdadero contenido social es, en un número significativo de casos, de un tipo presente y afectivo, lo cual no puede ser reducido a sistemas de creencia, instituciones o relaciones explícitas en general, aún cuando las incluyan a todas como vividas y experimentadas, con o sin tensión, así como incluye evidentemente elementos de la experiencia social o material (física o natural), que pueden estar más allá o ser descubiertas -o imperfectamente cubiertas- por los elementos sistemáticos reconocibles en otros lugares.
La fórmula de William intenta mantener los aspectos efímeros de la singularidad de la cultura, sus “acuerdos específicos, ritmos específicos” (lo efímero se interesa siempre en la especificidad y en resistir a los sistemas dominantes de clasificación estética e institucional), sin abstraerlos hacia el afuera de la experiencia social y de la noción más amplia de socialidad. Lo efímero, y específicamente el trabajo efímero de la estructura de sentimientos, está firmemente anclada en lo social. Lo efímero incluye huellas y performances de experiencia transitada, manteniendo políticas y urgencias experimentales hasta mucho después de que estas estructuras de sentimientos hayan sido vividas. Lo queer puede ser, asimismo, entendido como una estructura de este tipo. En la medida en que lo queer ha sido desatendido y sistemáticamente invisibilizado en la esfera pública masiva, a menudo ha existido y circulado como una estructura de sentimientos compartida que abarca el deseo homosexual y otras formas de sexualidad minoritarias, y además sostiene otras relaciones afectivas disidentes a diferentes aspectos del sistema sexo/género.
Mi definición de lo efímero está influenciada por la lectura de Paul Gilroy sobre las portadas de discos de vintage soul, R&B y funk como parte de un intercambio de lo efímero que conecta y visibiliza una comunidad como la de Black Atlantic (1993). En este volumen, el potente ensayo de Michael Moon sobre las cajas de Joseph Cornell nos muestra a un trabajador cultural cuya relación con los objetos efímeros constituye, en parte, su carácter queer. También me interesa incorporar el residuo de diferentes performances en vivo en la esfera pública, que poseen poderosas capacidades de creación de mundos. Una relación literaria con lo efímero habita esta colección; varixs contribuyentes exploran modos anecdóticos/performativos de la práctica de escritura que indexan diferentes experiencias y memorias del yo. Por ejemplo, “Dinge” de Robert Reid-Pharr lleva el proyecto teórico hacia registros críticos que eliminan todos los mecanismos de abstracción en torno al sexo, la sexualidad y el “Yo” abstracto de la teoría. Reid-Pharr hace palpable las dimensiones materiales de sexo, raza y poder a través de su estrategia de escritura considerada como performativa.
Trascendiendo la epistemología: haciendo y descifrando
En este ensayo he intentado indicar las fuerzas que se erigen en el terreno de lxs sujetxs minoritarixs cuando intentan desarrollar parapúblicos a través de modos alternativos de hacer cultura y trabajo intelectual, de explicar los fundamentos ideológicos de discursos como el del rigor y la evidencia, y entender sus roles en el mantenimiento de ciertos protocolos y convenciones. Esto no es para sugerir que lx sujetx minoritarix tiene una relación primaria o a priori con lo efímero, la memoria, la performatividad y lo anecdótico; en su lugar, intenté llamar la atención sobre la eficacia y, en definitiva, la necesidad de estas estrategias de auto-promulgación para lxs sujetxs minoritarixs. Aquellxs que despliegan rigor y evidencia certificada apuestan al mantenimiento de protocolos críticos y académicos que ciertamente no son sobre el rigor por el rigor mismo. Estos textos buscaron abrir un espacio para la escritura que sigue, cuestionando qué es un archivo y cómo la escritura rehace el rigor. Me recuerdan la llamada para “descifrar” como opuesto a interpretar (el “juego” de “sentidos” y significado que el texto produce) propuesto por Sylvia Winters, novelista y crítica caribeña. Ella escribe:
En vez de buscar “desmitificaciones retóricas”, el desciframiento busca descifrar lo que el proceso de mistificación retórica hace. Busca identificar no lo que el texto y sus prácticas de significación pueden estar interpretadas para significar, sino más bien cómo se puede descifrar su hacer, también busca evaluar su “fuerza ilocucionaria” y los procedimientos a partir de los cuales hacen lo que hacen (266-267).
La escritura que compone este volumen apunta más a mediar lo que hacen los actos performativa y, por ende, socialmente que lo que éstos puedan significar. Los estudios de la performance, como modalidad de indagación, pueden trascender el juego de la interpretación y los límites de la epistemología y abrir un nuevo terreno haciendo foco en lo que los actos y objetos hacen en una matriz social, en vez de lo que éstos podrían significar. Es este espíritu, el espíritu del hacer queer, lo que Parker llama adecuadamente praxis. Y quizás en este hacer de mundos queer aparecen los actos queer de pensamiento, investigación, escritura y performance.
El presente ensayo intenta hacer el doble trabajo de ser una contribución auto contenida a esta colección, como así también servir de introducción a los textos que siguen. Hasta ahora he intentado resistir el protocolo de la escritura introductoria que resume ensayos. Al mismo tiempo que hice un guiño a varias piezas porque eran particularmente relevantes para mi argumento, está claro que todo este trabajo es contestatario al régimen del rigor académico. De hecho, hay algo sobre el “introducirlos” que va profundamente en contra del ethos de un acto queer. En vez de la usual ronda de glosas, voy a detenerme brevemente en algunos de los escritos que aún no he evocado en un esfuerzo por mostrar la diversidad de acercamientos, estilos e identificaciones de este número.
Vemos el modo en que el núcleo de lo queer está presente en actos que normalmente no vemos como queer, por ejemplo, en la boda que Elizabeth Freeman lee con experticia en su análisis textual de “El miembro de la boda”. El matiz queer de los “actos lésbicos”, producidos masivamente para el consumo de varones heterosexuales como “acción entre chicas”, es ironizado en el ensayo de June Reich, el cual asume juguetonamente la posición de un espectador fálico, desplazando y reemplazando el “pene único”. La irresistible meditación de Andrew Parker sobre la relación entre performance, praxis y marxismo deshace una huella largamente ignorada de lo queer. La hipótesis de Parker de que la relación entre praxis y performatividad pueda ser de hecho “constitutiva” de la praxis es más que sugerente, es también un acto que desenmaraña una cierta queeridad en un terreno conceptual e institucional que no ha sido generador de posibilidades queer.
El trabajo de Judith Halberstam nos recuerda que un archivo queer puede incluso soportar ser empujado más allá de sus parámetros. Halberstam reposiciona a la chonga rutinariamente excluida y a menudo degradada en el archivo de una historia lésbica que la ha convertido en un objeto que está mal. Su trabajo también rastrea hebras efímeras de la chonguez en una forma que desafía todas las narrativas, historias y teorías del lesbianismo, lo chongo/femenino y, en última instancia, del género.
Muchos de los escritos entre estas páginas son más bien paisajes donde los actos queer se muestran y a veces, inesperadamente, florecen. Esto incluiría los Campamento de Chicas Scouts que Katie Kent escribe, recuerda y recrea con todos sus límites y posibilidades sutilmente dibujadas. Otros sitios son más imaginables como creadores de terrenos para actos queer, como el bar de Chelsea, llamado Splash! para clones gay, que describe John McGrath. El artículo de McGrath rastrea no sólo aquellos actos queer más evidentes de hombres enjabonados bailando para otros hombres en duchas públicas, sino, más conmovedoramente, los casi colindantes actos queer de vigilancia, identificación y desidentificación. En “Pandas in Trees” Eve Kosofsky representa de manera maravillosa la dimensión queer de las copas de árboles, areneros y “patios de tierra”; locaciones que son espacios temporales donde lo queer reina y donde es albergada la propia performance queer de la infancia.
El importante trabajo de Stacy Wolf en la iconografía e historia de la estrella Mary Martin también nos recuerda la forma en que los cuerpos, en este caso un cuerpo estrella, inyectado con el poder de una estrella, es un sitio queer por derecho propio. La evaluación reflexiva de Richard Fung sobre la temática que aborda Shani Mootoos al encontrar un cuerpo y un hogar desplazados, llama la atención del hecho de que hallar un espacio para la promulgación de un yo queer puede, en sí mismo, ser un acto queer. Las actuaciones en el video hacen visible esa investigación. La noción de Cynthia Fuch de la queeridad performativa en las actuaciones de “El artista antes conocido como…” está situada en uno de esos puntos densos de transferencia donde el acto negocia exitosamente cuando la epistemología falla. Lo que Fuch identifica como la ambigüedad de quien solía nombrarse como Prince, “los espacios inexplorados entre expresiones, las posibilidades de movimiento, los no-nombres no imaginados”, resuenan dentro de las palabras claves de este artículo como lo efímero de
Mientras una gran parte de la teoría queer está obsesionada con el pastiche y la parodia, un impulso mortal hacia la seriedad rancia contuvo la producción de teoría que performa la parodia de ser imaginable. Lisa Duggan y Kathleen McHugh, en una intervención de creación-teórica lúdica que agrega tanto ingenio como sabiduría a este proyecto, se aseguran de no descansar en la puerta-trampa de la epistemología y, en cambio, hablan sobre lo femme en un espanto y risa igualmente vernáculos: “Fem(me) es la performatividad, la inseguridad, la mufa, la burla de los juegos previos -la apuesta, el desafío, la atención del pretendiente, que va a proveer placer (a ella)”. En un universo alternativo, un tiempo y lugar diferentes (quizás un París en los setenta que verdaderamente haya tenido tal sentido del humor), este ensayo debió ser llamado “La risa de la Femme”.
A la pensadora fundacional de los estudios Latinos, Gloria Anzaldúa, se le da la atención crítica que ella merece y es a menudo denegado por Marcus Embru, quien considera los modos en los que ella funciona en una matriz de sexualidad, género, latinidad y nación. La negociación de estas coordenadas identificatorias es navegada por una “performance queer, una performatividad que retiene la especificidad de las múltiples identidades de Anzaldúa”. Alberto Sandoval y Nancy Sternbach ofrecen una convincente consideración del trabajo de Marga Gómez, una gran jugadora en el mundo de la performance latina, que ensaya y produce un yo en una -algo similar- encrucijada de identidad. Ambos artículos, especialmente si se toman juntos, hacen una importante contribución a los estudios latinos, comparando el reduccionismo esencialista vs. las polémicas anti-esencialistas e instanciando la utilidad de la performatividad para cualquier teorización de la latinidad.
El ensayo de Barbara Browning atiende a la importancia, poder y necesidad de los materiales efímeros para la pedagogía del SIDA en la comunidad del candombe brasilero. Este texto generativo además hace acto lo queer a través de una prosa artesanal, meticulosa y maravillosa en los intersticios entre la etnografía, los estudios culturales y de performance.
Finalmente, los actos queer nos traen a la mente un momento importante en un texto que está señalado como uno de los precursores más relevantes de la teoría queer. En Historia de la sexualidad, Michel Foucault escribe que “la sodomía era una categoría de actos prohibidos; su autor no era nada más que su sujeto jurídico” (1978,43). El trabajo recogido hasta aquí pretende desplazar la tiranía de la identidad, y pensar más bien en actos. Foucault, como la imagen de portada de Just, desea y sueña con el momento en que las identidades reificadas, el universo de presencia sobre-determinada pueda ser disuelto por una nueva, y a la vez previa, noción de acto. Las investigaciones de Foucault sobre el tiempo y lugar anteriores al régimen de la identidad están propulsadas por una nostalgia de utopía figurada en el pasado que critica el presente. Su proyecto tensiona la centralidad de los actos por sobre el callejón sin salida que es la epistemología. Repensado décadas después volvemos al slogan “actos, no identidades”, y habiendo dicho eso agregaría “actos queer.”iii
Trabajos citados
Du Brow, Heather. 1996. «Introduction. » PMLA vol. 1ll, no . 1 (January): 7-20 .
Foucault, Michel. 1978. The History of Sexuality, Volume 1: An Introduction. Trans. Robert Hurley. New York: Random House.
Gilroy, Paul. 1993. «Wearing Your Art on Your Sleeve: Notes Toward A Diaspora History of Black Ephemera.» In Small Acts, 237-257. New York and London: Serpent’s Tail .
Morton, Donald. 1995. «Birth of the Cyberqueer. » PMLA 110, 3 (May):369-382 .
Muñoz, José Esteban. 1996 . «Ghosts of Public Sex: Utopian Longings, Queer Memories. «In Policing Public Sex: The Future of Queer Politics and AIDS Activism. Strange Bedfellows, eds. Boston: South End Press.
«The Status of Evidence: A Roundtable.» 1996. PMLA 111, 1 (January): 21-31. Downloaded By: [Bryson, Mary] At: 19:09 8 November 2009.
Williams, Raymond. [1977] 1989. Marxism and Literature. Oxford: Oxford University Press.
Wynter, Sylvia. 1992. «Rethinking ‘Aesthetics’: Notes Towards a Deciphering Practice.» In Ex-Iles: Essays on Caribbean Cinema. Ed. Mbye Cham. Trenton, New Jersey: African World Press Inc.
i Para conocer más del trabajo de Just, consulte mi próximo artículo «Ghosts of Public Sex: Utopian Longings, Queer Memories» (1996). (Nota del autor)
ii Para ver un ejemplo del tipo de ataques sobre el trabajo queer al que aquí refiero, vea la más reciente agresión de Donald Morton hacia la teoría, escritura, pensamiento y mundos queer, «El nacimiento de lo cyberqueer» (1995). (Nota del autor)
iii Una versión de este artículo fue presentada en el encuentro del año 1995 de la Asociación Moderna de Lenguaje en Chicago, en un panel organizado por Sasha Torres para la división sobre cultura popular; quiero agradecer a Sasha por la oportunidad de presentar mi trabajo. Estoy especialmente agradecido hacia lxs miembrxs de la audiencia —Elizabeth Freeman, Celeste Fraser Delgado, y Jon McKenzie— por su apoyo y sus generosos aportes. Mi co- editora Amanda Barrett hizo más que simplemente editar estas páginas; es suficiente decir que este escrito no hubiera sido posible sin su inteligencia, habilidad y paciencia. También agradezco a nuestra jefa de redacción, June Reich, que hizo más que sólo coordinar -fue crucial en la realización de este volumen. (Nota del autor)
i Constanza San Pedro. constanzasanpedro@gmail.com. IDH, CONICET. / Magalí Herranz. magaliherranz@gmail.com. IDH, CONICET.
ii Artículo fue publicado en la revista «Women & performance: a journal of feminista theory», el 1 de enero de 1996, año 8, volumen 2, páginas 5-16. Versión online publicada el 3 de junio de 2008: DOI: 10.1080/07407709608571228. URL: http://dx.doi.org/10.1080/07407709608571228