Tengo mil sueños por cumplir y dos mil prendas por coser. Reseña de “Brasita Perro Chagualo”
Por: Juan Recchia Paez
Fotos y videos: Pablo Kauffer
El siguiente texto nos acerca a la obra dramática Brasita Perro Chagualo, creación del grupo teatral La Joda, bajo la dirección de Emilia Benítez. La pieza, cargada de intercambios intertextuales y lingüísticos, ofrece además una inteligente y creativa denuncia social en pro de la clase trabajadora que sortea a diario las caóticas y salvajes situaciones de nuestras urbes latinoamericanas.
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Antes de entrar a la sala le pregunto a uno de los actores: ¿De qué va la obra? Y el Alto me dice: “Hiperrealismo surrealista”.
Hiperrealismo: el Alto y el Bajo se mueven por la escena, marcando líneas precisas que se repiten una y otra vez; sólo nos faltan 63 mil quinientos veintiún zapatos para entregarle al Canelo. Coser, lustrar, enmendar, contar, descoser, reparar, pararse, sentarse, descansar un segundo, atarse el guardapolvo, contar los zapatos, los que faltan para dejar de contar. La precisión es mecánica y rige movimientos desde comienzo a fin de la obra, con música electrónica de fondo, que se repite una y otra vez. Los brasitas trabajarán incansablemente en el sótano del Canelo, haciendo cada uno el trabajo que le corresponde a dos, tres, cuatro hombres, sin horas de descanso, sin siquiera un aire para el pucho, son brasitas, son perros, chagualos.
Surrealista: Pero toda mecánica tiene su grieta, espacios que abre la fantasía, no la inventada sino la vivida. En los sueños, en los recuerdos, en los bailes y en los juegos. El Alto cuenta un sueño del Braliguay, de cuándo vivía con los suyos, con la Mary y con los gurises; el Bajo recuerda entre cuentas, entre dientes, murmullos y suspiros lo que eran antes. Pero él no quiere volver porque se impone la idea de un progreso, de un futuro mejor. Los dos juegan a los soldaditos, como de niños con zapatos en vez de armas, escopetas y granadas; hasta que el Alto muere, en cámara lenta y pierde o empatan porque en un punto, en el que da igual, los dos son derrotados. Sus planes siempre se frustran bajo la dominación invisible del Canelo. El hambre los divide y un pedazo de torta del Braliguay quiebra sus códigos del compartir, pero nunca termina por separarlos: te conozco desde siempre, la primera vez que miré al costado tú ya estabas ahí. Y por eso, en subterráneo se pasan alcoholes entre zapatos, y terminarán bailando bien machados unas buenas cumbias. De esas donde la baguala nordestina irrumpe la monotonía del punch electrónico.
Brasita Perro Chagualo es una obra teatral que en un sentido trabaja la denuncia social explícita: se trata de dos trabajadores precarizados dentro de un taller textil de fabricación de zapatos que bien podría estar situado en el conurbano bonaerense o en las periferias de cualquier capital latinoamericana donde la mano de obra es barata y las condiciones de explotación extremas. Para alguna de sus funciones se han realizado jornadas culturales sobre trabajo clandestino y trata de personas con el colectivo Simbiosis Cultural y Radio Estación Sur 91.7 de La Plata:
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.244704719204153.1073741831.159308854410407&type=3
Sin embargo, la denuncia social de la obra no se expone de manera panfletaria: se trata más bien de una exploración en el lenguaje teatral que busca también en las interioridades, en las fantasías y en las creaciones del trabajador explotado de los márgenes (no tan estrechos) que son las cuatro paredes del sótano del Canelo. La obra despliega dos ritmos bien claros entre la mecanicidad de la producción y la ensoñación de la fantasía, de los recuerdos y del juego. Por un lado trabaja con códigos realistas que denuncian las condiciones de explotación, por otro lado despliega el lenguaje teatral en escenas pintadas de ensoñaciones, cumbias y otros lenguajes bien extraños. El gran hallazgo es ese punto de contacto entre la condición realista llevada al extremo y la materialización de la fantasía encarnada en los brasitas. Y eso se da, justamente, en el lenguaje propio de la obra en el que se reproduce y, a la vez, se crea.
Un contrapunto interesante entre la oralidad y la escritura se despliega en la obra. El habla de los brasitas es una mezcla de los diferentes españoles de América, en una misma oración se enuncia un ta uruguayo, un pues mexicano, un negrito taytacha, un pinche argento careta, mombyry, un chipá, una rola, una chela. La escritura es otra cosa y se hace letra en dos papeles: las cuentas que hace el Bajo en su libreta, los miles y miles de zapatos que anota y los que faltan siempre anotar para completar el trabajo y la carta de la Mary que llega directo del Braliguay.
A partir de la letra escrita, el Alto se entera, cuando lee la carta de la Mary, que ella ya no los está esperando con sus gurises a que vuelvan al Braliguay: se entera de que la plata que estaba esforzándose para enviarles allá se usa para otras cosas, y también se entera de que la Mary lo dejó por otro macho. Su hembra quién sabe qué vida estará haciendo después de estos 5 años acá adentro, pero a quién le importa si el brasita puede seguir manteniendo el hilo tenso del anhelo y no resignarse a lo perdido. “Trabajar y no pensar” se impone, como si fuese tan fácil lograrlo. Los brasitas filosofan también y en sus diálogos se desarrolla la filosofía del zapato: “Caminar o no caminar, he ahí el dilema”. Los brasitas se engañan entre ellos y reproducen una y otra vez las condiciones de explotación a la que están obligados, porque no se trata de una visión idealizada del explotado. El Bajo se burla, golpea, castiga al Alto, el Alto le roba la torta y los dos encarnan al policía y al detenido. ¿A sí que sos de San Isidro, negro? Documentos, palpeo, tanteo, tortura, laceración. La calle afuera es peor que estar adentro, no hay espacios sociales amigables en este conurbano en el que día a día llegan 100 brasitas más para robar el trabajo: el de los blancos, el de los ricos, pero también el del Alto y el del Bajo que nunca paran de hacer zapatos, nunca paran de lustrar, nunca paran de remendar, nunca paran y lo están haciendo en este preciso momento, en algún sótano, a pocas cuadras de aquí.
Brasita Perro Chagualo se presentó todos los miércoles de Abril y Mayo en La Lunares, Humahuaca 4027, Almagro. Para ver futuras funciones suscribirse en: facebook.com/brasitaperrochagualo
TRAILER: https://www.youtube.com/watch?v=74-zAqjdfXM)