Entradas

,

Experimentos de tela y carne. El vestido como mediador de experiencias estético-políticas en el arte mexicano de finales del siglo XX

Créditos: «Pectorales», Paula Santiago, 1996.

Por: Claudia de la Garza Gálvez

Claudia de la Garza Gálvez, investigadora mexicana y directora del Museo UNAM Hoy, presenta un recorrido por diversas obras del arte mexicano de las últimas décadas del siglo XX que experimentan con el cuerpo-vestido, caracterizado por la autora como un espacio fronterizo con potencial de resistencia. El artículo forma parte del dossier “Arte y moda en América Latina”.


Fronteras

La moda es un espacio fronterizo, dinámico, siempre cambiante y polivalente, un lugar de experimentación cruzado por múltiples discursos que no necesariamente son armónicos o van en la misma dirección, sino que se intersecan, se mezclan, se contraponen. La historia de la moda y la historia del arte se han narrado por separado; sin embargo, las fronteras entre uno y otro campo no son claras, al contrario, sus búsquedas y estilos, preguntas y ejes de experimentación han estado estrechamente vinculados. En particular, me interesa observar las relaciones entre el vestido y el cuerpo. El vestido como espacio fluido que produce al cuerpo y lo hace legible frente a las miradas de los demás: un lugar a través del cual nos inscribimos estéticamente en el contexto. Este potencial expresivo y comunicativo del vestir ha sido retomado por artistas, diseñadores de moda, creadores en todas las épocas para cuestionar, reforzar o expandir los límites del cuerpo. Como historiadora del arte y estudiosa de la historia de la moda, he enfocado mis investigaciones en experiencias de artistas visuales que incorporan el vestir como parte de su práctica para experimentar con sus cualidades estéticas, simbólicas y políticas.

Aunque podemos hablar de momentos clave en este tipo de práctica a lo largo de la historia1, el cambio de paradigma en la década de los sesenta que transformó las concepciones del arte y sus formas de distribución y exhibición es nuestro punto de partida. La desmaterialización del arte y el rechazo a la sacralización del objeto artístico por las instituciones tradicionales, llámese museo, galería o academia, implicó la búsqueda de nuevos canales, dirigiéndose para ello directamente a la calle, al encuentro de la gente común inmersa en su cotidianidad. Se proponía un replanteamiento del papel del espectador frente a la obra de arte, convirtiéndolo en elemento activo e indispensable para su desarrollo. Algunas de estas experimentaciones encontraron en la indumentaria un medio que les permitió construir puentes hacia las y los espectadores al establecer diálogos no necesariamente verbales.

Tradicionalmente, el cuerpo se ha constituido como el lugar físico de la diferencia. En esta lógica, el vestir se ha pensado como una práctica disciplinadora y normalizadora de los cuerpos, generando formas corporales distintas y opuestas, estableciendo fronteras.2

Sin embargo, la filósofa estadounidense Judith Butler explica cómo a través de prácticas corporales como el vestir, “actuamos” una y otra vez un conjunto de normas; en el curso de esta repetición, el cuerpo se produce y se materializa como cuerpo generizado, racializado, inteligible a las miradas de quienes nos rodean. Mediante este proceso de iteración, denominado por la autora como performatividad, las prácticas corporales configuran el cuerpo, sus movimientos, su materialidad, generando la ilusión de tener un carácter fijo. Esto implica una “reconcepción del proceso mediante el cual el sujeto asume, se apropia, adopta una norma corporal”, no como algo a lo que se somete, sino como una evolución en la cual el sujeto pasa por el proceso de identificación y asume ciertas posiciones (Butler, 2022). En ese sentido, esos bordes que el vestido contribuye a delinear no pueden ser tan precisos y estables como parecieran a primera vista. Simultáneamente, junto con los confines corporales, se produce un afuera de esa esfera constitutiva de los sujetos, un espacio de lo abyecto, de lo ininteligible, en donde el proceso de materialización se encarga de regular las prácticas identificatorias que procuran el repudio y la desidentificación del sujeto con aquella abyección.

De ahí que el vestir sea una práctica corporal que debe entenderse de manera situada, lo cual implica reconocer al cuerpo como una entidad social, y al vestir como el efecto, la presentación y la representación siempre en proceso, en cuyo caso se incluyen factores sociales y acciones individuales (Entwistle, 2002).

El cuerpo-vestido, como llamaré a esta unidad en lo consecutivo, es imposible de fijar en una sola faceta; inasible y ambivalente, puede ser al mismo tiempo un lugar de inscripción de la norma o un espacio de resistencia e insubordinación.

Dentro del arte contemporáneo, estas cualidades se potencian y se erigen como un sitio privilegiado para la crítica y la enunciación política. El vestir como práctica artística excede el campo de lo visual, es una práctica híbrida que reconoce el terreno de lo sensible, involucra sentidos, movimientos, sensaciones; abre paso a la interacción y la reflexión a través de las experiencias multidimensionales que propicia.

En las siguientes secciones abordaré una selección de trabajos ubicados en México durante las últimas décadas del siglo XX, experimentos con/desde el cuerpo-vestido en los cuales se trasciende el aspecto funcional del vestir para convertirlo en un lugar de problematización y de denuncia, una articulación deliberada de significado en torno al cuerpo para narrar historias, dejar al descubierto mecanismos de control y desnaturalizar las categorías de opresión.

Desdibujar los bordes

Se ha dicho que la década de los setenta comenzó dos años antes, con el movimiento estudiantil y social de 1968, un punto de inflexión para el país pues dio cabida a un intenso proceso de transformación de la vida nacional. Los valores, las prácticas y las relaciones se resignificaron en una sociedad mexicana asfixiada dentro de los estrechos márgenes que imponía el esquema normativo e institucional. El protagonismo de los jóvenes, las reivindicaciones feministas, la presencia del exilio latinoamericano, la creciente exposición a realidades de otros países fueron algunos de los factores que conformaron el escenario social de la década. En 1968 surgió el Salón Independiente como respuesta a la Exposición Solar, organizada por el INBA en el marco de los Juegos Olímpicos. En contra de este modelo de exposición al servicio de los intereses del Estado, el SI fue una iniciativa heterogénea, colectiva, interdisciplinaria, con el objetivo de abrir espacios de experimentación para la creación –que incluyó áreas poco exploradas como el cine y la moda–, así como para la gestión y exposición de sus producciones. Un ejemplo emblemático fue el proyecto Moda Sí 70 cuya intención era recaudar fondos para la realización de la exposición del Salón Independiente de aquel año. La idea era organizar un gran desfile de modas, “un espectáculo pop”, a manera de happening, bajo la dirección de Juan José Gurrola, Carlos Monsiváis y Alejandro Jodorowsky. Las modelos mostrarían los audaces diseños de artistas como José Luis Cuevas, Vicente Rojo, Kasuya Sakai, Helen Escobedo, Marta Palau, Francisco Icaza, Manuel Felguérez, Juan García Ponce y Lilia Carrillo, entre otros (García, 2018). Aunque el proyecto no llegó a concretarse, precisamente por falta de recursos, quedaron los bocetos como testimonio de las creaciones corporales proyectadas, la mayoría de ellas con elementos futuristas, con toques espaciales a lo Pierre Cardin; diseños que recobraron vigencia frente al escenario de la reciente pandemia; algunas otras abordaron temas abiertamente políticos en vestidos que encarnaban la inoperancia de las instituciones, mediante referentes visuales retomados de la cultura visual internacional, como el cine y la televisión.

Créditos: Manuel Felguérez, Sin título (Boceto para desfile de modas), 1969

El lenguaje efímero de la moda, su capacidad de transformación e innovación era un medio idóneo para desmarcarse de la tutela de las instituciones culturales mexicanas y del relato identitario nacional en busca de espacios de libertad y autogestión. Sin duda, estas propuestas tuvieron continuidad a lo largo de la década en las propuestas de la llamada generación de Los Grupos.

Paralelamente, pero del otro lado de la frontera, el grupo ASCO (1972-1987) hizo un interesante uso de los lenguajes de la moda. Integrado por Patssy Valdez, Harry Gamboa, Jr. Gronk y Willie F. Herrón III, trabajaron en el este de la ciudad de los Ángeles, California, en el contexto de las luchas por los derechos civiles de los chicanos, aunque no compartían las definiciones culturales y estéticas de autenticidad que estos movimientos reivindicativos enarbolaban; ASCO comenzó utilizando el performance y el grafiti a modo de guerrilla pública (Chavoya y González, 2011). Desde sus inicios, el grupo se interesó por una exploración intermedia que buscaba transgredir los lenguajes artísticos, así como las limitaciones de los estereotipos y prejuicios que enfrentaban en su vida cotidiana.3

La producción de ASCO se enfocó sobre todo en prácticas efímeras que incluían derivas, performance, happenings y otras piezas multimedia, en las que sus cuerpos-vestidos en transformación constante eran el centro de la obra. Por ejemplo, en las llamadas No movies, fotografías, diapositivas, carteles o cuadernos de dibujo, los miembros del grupo se apropiaban del glamour y de la estética del cine clásico hollywoodense y se convertían en una especie de Chicano Stars que encarnaban dichos estereotipos deformándolos de manera deliberada, al incorporar estrategias culturales chicanas, como referencias a los pachucos y a la aún más transgresora figura femenina de la pachuca, sin entrar en los discursos y referentes obvios utilizados por los movimientos chicanos de la época.

Como argumenta Amelia Jones, no eran una simple negación vanguardista a la industria cinematográfica: eran también un gesto de afirmación. Las acciones de ASCO se presentan como testimonios de identidades emergentes, que al autorrepresentarse se colocan como productores culturales y agentes históricos. Valdez comenta al respecto cómo al elegir un personaje y confeccionar una indumentaria para transformar su identidad, ella proyectaba sus fantasías, aquellos roles que en la vida real le estaban vedados:

“Tenía muchas ganas de gritarle al mundo que los latinos somos todas estas cosas diferentes, así que, de alguna manera, cuando miro a la cámara te estaba desafiando, desafiando al mundo, ese era el sentimiento que tenía…”.

La posibilidad de apropiarse de la representación, de ser sujeto y objeto al mismo tiempo, de narrar la propia historia permite observar desde una perspectiva crítica las maneras en que se experimenta el cuerpo, en particular, el cuerpo femenino, que había sido el objeto por excelencia de la representación artística. El arte feminista emergió entonces como una invitación a deconstruir lo culturalmente construido para crear otras visualidades y ampliar el repertorio de representación.

Cuerpo-vestido de mujer

En los años setenta muchas artistas reconocieron el canon del arte como una estructura de exclusión y subordinación, como una estrategia discursiva en la producción y reproducción de la diferencia sexual; cuestionaron las nociones de individualidad y genialidad artísticas para propiciar experiencias colectivas que reconocían la relevancia de las vivencias personales y su carácter político en contraposición a la supuesta existencia del arte como expresión universal y neutra. Propusieron prácticas artísticas que revaloraban técnicas anteriormente consideradas dentro del ámbito de la artesanía o las artes aplicadas por su asociación con lo utilitario, lo doméstico o lo privado, en donde estaban ubicados componentes sociales hasta entonces invisibles en la Historia del Arte con mayúsculas: lo híbrido, lo impuro, lo indígena, lo negro, lo no-occidental y, por supuesto, lo femenino. El bordado, el tejido, la confección y una multitud de nuevos materiales no convencionales se incorporaron a la experimentación artística. El trabajo colaborativo y grupal, en oposición a la noción del genio creador, fue otra de las estrategias de estas artistas.4

Un ejemplo fue el proyecto La Fiesta de Quince Años,realizado el 20 de agosto de 1984, bajo la organización de la colectiva Tlacuilas y Retrateras5, con la participación de distintos miembros de la comunidad, desde las y los vecinos del barrio, artistas mujeres y varones, feministas y no feministas, otros colectivos de arte feministas como Polvo de Gallina Negra y Bio-Arte, hasta críticos y medios de comunicación. La intención de este suceso era invitar a la reflexión sobre los rituales productores y reguladores del género. La fiesta de 15 años es un acontecimiento de gran importancia familiar y social dentro de la sociedad mexicana, cuyo origen está en el ritual de tránsito de la infancia hacia la pubertad, asociado con el intercambio o el tráfico de mujeres en edad reproductiva. El “festejo” tuvo lugar en la Academia de San Carlos y consistió en la bajada de las escaleras de las damas, el baile con los chambelanes y la presentación de la dama en sociedad. Como comenta Mónica Mayer, hasta la escultura de la Victoria de Samotracia de la entrada recibía a los invitados ataviada como quinceañera “entre nubes de hielo seco” (2004, p. 30).

El vestido en este tipo de rituales opera como elemento de distinción que inviste a la muchacha festejada con una serie de cualidades y atributos alusivos a su “recién adquirida” disponibilidad sexual, sus capacidades para la reproducción y para cumplir con sus deberes como madres y esposas. El padre, por su parte, cumple con el papel de presentar y promover a la hija ahora lista para entrar al mercado de la carne, como lo refería visualmente el performance realizado por Robbin Luccini, María Guerra y Eloy Tarcisio al final del evento, ataviados con bistecs (no, Lady Gaga no fue la primera…) (Antivilo). El cortejo de las damas de honor, todas ellas artistas, fue una lúdica pasarela de inverosímiles vestidos que señalaban de manera humorística dichos simbolismos: una de ellas incluyó un cinturón de castidad como parte de su atuendo; otra llevaba la crinolina por fuera, y la otra llevaba el vestido estampado con huellas de manos. El sentido del humor, la ironía y el sarcasmo fueron estrategias recurrentes que permitían a las artistas reírse hasta de ellas mismas al replicar los comportamientos cotidianos y, mediante la parodia y la broma, hacer visibles las conductas machistas aceptadas y naturalizadas socialmente.6

Por su parte, la cantante y performer Astrid Hadad recurrió también a la sátira en la confección de sus extraordinarios trajes. Su carrera profesional comenzó en la década de los ochenta dentro del grupo de Jesusa Rodríguez; pronto comenzó a desarrollar un estilo personal, enfocado en la reconfiguración de la iconografía de la llamada cultura popular mexicana desde el cabaret político. Mediante la articulación de la música y el vestido, Hadad juega con los mitos que sirven como columna vertebral a los discursos identitarios en México, desmonta símbolos de la historia nacional y remueve estereotipos de todo tipo (la mujer golpeada, la pecadora, la santa, la madre sufrida, el charro, la tequilera, entre muchos otros), para dejar al descubierto las contradicciones: experiencias de corrupción, machismo, pobreza y desigualdad social.

Un ejemplo que permite entender su ingenioso y provocador estilo fue su show Heavy Nopal, escenificado entre 1990 y 1993, en donde elementos icónicos como el nopal, la pirámide o la imagen de la virgen se entremezclan con armas y objetos de “fayuca” para conformar sus complejos atuendos, los cuales reconfiguran su cuerpo y lo transforman en un altar móvil, un escenario humano, la ciudad enmarañada: un territorio de disputa, una puesta en escena de esa sociedad mexicana “moderna” que se venía gestando durante la década de los ochenta que suspiraba por los objetos “Made in USA” al tiempo que se complacía en su arraigo ciertas costumbres y tradiciones, entre devaluaciones y la expansión de los medios masivos de comunicación.

Identidades en tránsito

A finales de la década de los ochenta, el avance de los medios masivos –que creaban la ilusión de mostrarlo todo al tiempo que negaban la visibilidad a ciertos agentes sociales– y la utopía inconclusa de la modernidad, con la anhelada promesa de desarrollo que se abría ante la entrada del país a las economías del libre mercado, delineaban el paisaje. En el arte, las estrategias de representación se centraron en el cuerpo como soporte y como espacio de inscripción; se trataba de una mirada nueva, en donde los límites se flexibilizan: un cuerpo en tránsito marcado por las huellas del sismo del 85 y el SIDA; un cuerpo autobiográfico, situado, orgánico, pero también semiótico, construido, posthumano, abyecto. Un cuerpo en donde la noción de frontera deja de ser límite para convertirse en desterritorialización, apertura, espacio para la experimentación.

Los confines entre el cuerpo-vestido y el entorno que habita se diluyen también. El vestido ya no es solo esa cubierta suave de tela, el cuerpo se cubre de sus propias excrecencias, se expande a través de extensiones tecnológicas, se funde con otros cuerpos, se eleva en un conjuro ritual. Un ejemplo es el trabajo de Paula Santiago, quien utiliza su propio cuerpo como materia prima para la conformación de su obra: materiales orgánicos como el papel arroz y la cera se mezclan con fluidos corporales; sus cabellos y su propia sangre sirven como hilo unificador de narrativas interiores. Lo cotidiano y lo íntimo, materializados en sus vestidos frágiles y etéreos, quedan expuestos; el cuerpo se entreteje con el paisaje, pero no cae en la metáfora esencialista de la mujer naturaleza, sino que excava más profundo, aludiendo a la dimensión ritual que sirve como núcleo de las identidades que transitamos.

Numerosos artistas incorporaron el vestir en su práctica en esta época, a partir de estrategias y perspectivas muy diversas: las cubiertas simbólicas de Marcos Kurtycz; las extensiones corporales posthumanas de Martin Rentería; Gustavo Prado y su finado alter ego travestido Aurora Boreal; Laura García, con diseños que configuraban al cuerpo femenino desde una estética del desecho; Katnira Bello, quien usó el vestido como detonador de la memoria, y el multifacético Guillermo Gómez Peña, quien a través de prendas y objetos desarrolló una serie de personajes híbridos, en donde entretejía todo tipo de estereotipos de lo femenino y lo masculino, tecnología y tradición, lo mexicano y lo gringo, por mencionar algunas de estas experimentaciones. 

Durante la década de los noventa, las acciones y performances fueron ocasión de fértiles intercambios entre moda y arte que se llevaban a cabo en tomas callejeras artísticas, espacios alternativos y antros, y, poco a poco, se fueron desplazando a espacios culturales institucionales, como el Museo Carrillo Gil, el Museo del Chopo y el Ex Teresa. Se realizaron varias pasarelas de “moda alternativa” que estimularon reflexión sobre el cuerpo-vestido y sus posibilidades. En 1996, por ejemplo, Lorena Wolffer organizó la pasarela Modas bordadas de sueños modernos en Ex Teresa; destacaron las pasarelas organizadas por Cristina Faesler en el marco del Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México: 1997 en el Teatro Metropolitan, “Modas terminales, ojales apocalípticos o los dobladillos del caos” y en 1998 “Modas de Juguete. De hilvanado nacional y corte universal… o lo que es lo mismo… tengo una muñeca vestida de azul” en la Universidad del Claustro de Sor Juana, las cuales convocaron tanto artistas visuales de distintas generaciones –como Maris Bustamante, Martín Rentería o Laura García Franco–, como a diseñadores de moda, como Cynthia Gómez o las hermanas Julia y Renata Franco en un espacio de colaboración y experimentación (Prado y Andonella, 2017). Estas experiencias sirvieron como antecedente de nuevas propuestas como el Festival Modales, organizado por Pancho López en el Museo del Chopo en 2002, así como de otras propuestas desde el ámbito académico.

Un gran número de mujeres artistas hicieron su aparición, determinadas a hacerse escuchar. Los feminismos de esta época eran diferentes a los de los setenta, siendo ahora la consigna el derecho a la diversidad. El vestido fue una herramienta útil para señalar cuestiones relacionadas con las reivindicaciones étnicas, sexuales y políticas que se estaban dando en otros campos, así como para la incorporación de experiencias personales.

Destaca el trabajo de Lorena Wolffer, quien desde entonces aborda temáticas de violencia de género. En varias piezas presentadas durante la década de los noventa se apropió de los dispositivos de difusión de la moda para visibilizar la intersección de opresiones de género, racialización y clase social. Por ejemplo, en el performance If she is Mexico, who beat her up? utiliza el dispositivo del desfile de moda para plantear una analogía entre el cuerpo femenino, su propio cuerpo y la situación nacional. La artista aparecía sobre una pasarela ataviada con prendas sensuales y llamativas de los colores de la bandera nacional, modelando no sólo los vestidos, sino las marcas de heridas y golpes en su piel, en alusión a la ficción de salud y belleza con que se mostraba un país sistemáticamente golpeado y abusado.7 Otra pieza que llama la atención fue la serie Soy totalmente de hierro, en alusión a la famosa campaña publicitaria de la tienda departamental. Consistía en una serie de fotomontajes diseñados a partir de los formatos publicitarios, que en 1999 aparecieron como anuncios espectaculares por toda la ciudad, lo que le permitió salir de los canales dedicados al arte para alcanzar a un público masivo.

Por su parte, el artista originario de la ciudad de Querétaro, Valerio Gámez, utiliza el dispositivo de la moda y sus medios de exhibición y promoción para articular elementos que parecieran contraponerse: modernidad y tradición. En su trabajo, los arquetipos religiosos coexisten con el glamour de los reflectores; moda y religión, ambos elementos estridentes a los ojos del artista por la forma en que son consumidos por las masas con una fe absoluta. En Tendencias Guadalupanas (1999-2000) presentó una colección basada en los atributos iconográficos de la Virgen de Guadalupe, que orquestaba de manera lúdica los estereotipos aportados por la industria de la moda en la forma de hacer y la utilización de recursos estéticos con una serie de elementos asociados con la identidad religiosa y nacional.

Créditos: «Guadalupapi». Proyecto Tendencias guadalupanas, Valerio Gámez, 2000.

La imagen de la virgen de Guadalupe y sus atributos habían sido utilizados dentro del arte contemporáneo para trastocar los símbolos identitarios. Un ejemplo emblemático es el de Guadalupe Series de 1978 de la artista chicana Yolanda López, en donde ella misma aparecía autorrepresentada con el vestido rosa y el manto de estrellas, calzando unos tenis, en plena carrera, cuestionando el modelo femenino impuesto sobre las mujeres chicanas.8

En el caso de Gámez, resulta interesante que los atributos de La Guadalupana, figura materna por excelencia de los mexicanos, símbolo de una feminidad inmaculada, etérea, sacrificada, benefactora inagotable fueron utilizados para confeccionar prendas que no estaban destinadas exclusivamente para el cuerpo femenino, de hecho, en su mayoría son para varones. No obstante, la figura masculina que se presenta está muy alejada del estereotipo identitario del macho mexicano “feo, fuerte y formal”, para mostrar una imagen que se coloca en un lugar de ambigüedad sexual, en donde el travestismo opera como un elemento desestabilizador, de irrupción sexual y política: un lugar de visibilización y reivindicación de la diferencia que deja al descubierto la construcción y la simulación que supone lo femenino.9

A lo largo de este escrito he revisado algunas experiencias que sirven como muestra de las múltiples maneras en que el vestir operaba como práctica artística a finales del siglo pasado, a través de las cuales es posible vislumbrar los antecedentes de muchas de las exploraciones corporales presentes en los campos de las artes y la moda contemporánea.

El cuerpo-vestido es un espacio fronterizo cuyo carácter procesual lo mantiene inaprehensible, imposible de fijar en una sola faceta, evidenciando que la identidad es un vehículo inestable. Por esta razón, el vestir ha desbordado su función como práctica corporal en el plano de lo social, para convertirse también en una práctica artística. Desde los repertorios expresivos desplegados en la década de los sesenta, cuyo sentido crítico se hacía manifiesto en la selección de técnicas y materiales, el planteamiento de temáticas y la integración de nuevos marcos conceptuales, se reconoce el potencial del vestir, es decir, la acción de articular una serie de prendas u objetos sobre el cuerpo, como transmisor de saberes, de memoria, de identidades. Los y las artistas exploradas utilizan el vestir como un lenguaje, es decir, como un sistema de signos, a través del cual presentan tipos o situaciones estereotípicas para generar distorsiones, irrupciones, rupturas con los modelos de representación convencionales. En las experiencias revisadas el cuerpo-vestido aparece atravesado por perspectivas territoriales, culturales, religiosas, sociales, étnicas y raciales que visibilizan los “efectos-de-representación” con los cuales los discursos hegemónicos intentan naturalizar y fijar ciertas relaciones de poder y privilegios, monopolizando el derecho de nombrar, clasificar e identificar. A través del vestir las y los artistas vierten su subjetividad: lo que padecen y lo que desean, más allá de los roles y las posiciones sociales que ocupan.

Estos ejemplos revelan al vestir como un elemento multifacético, de gran riqueza poética y enunciativa dentro de la práctica artística. Su cualidad performática y su fuerza expresiva, pero, sobre todo, su carácter paradójico y ambiguo lo convierten en frontera o margen que dibuja los contornos del cuerpo, estableciendo límites aparentemente claros y definidos; o, al contrario, se vuelve capaz de desdibujarlos y hacer evidente su condición permeable y fluida, al subvertir las normas y expandir los límites de lo posible.


Bibliografía

Antivilo, Julia.  Entre lo sagrado y lo profano se tejen rebeldías. Arte feminista latinoamericano. Bogotá, Ediciones Desde Abajo, 2015.

Barbosa, Araceli. Arte feminista en los ochenta en México. Una perspectiva de género. Toluca: Universidad Autónoma del Estado de México, 2008.

Blanco Cano, Rosana.  Cuerpos disidentes del México imaginado. Cultura, género, etnia y nación más allá el proyecto posrevolucionario. Madrid-Frankfurt-México: Iberoamericana – Vervuert – Bonilla Artigas, 2010.

Butler, Judith. Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo. Barcelona: Paidós, 2002.

Chavoya, Ondine y Rita González, La elite de lo Oscuro, una retrospectiva, 1972-1987. Los Angeles: LACMA – Hatje Cantz, 2011.

Entwistle, Joanne. El cuerpo y la moda. Una visión sociológica.  Barcelona: Paidós, 2002.

García, Pilar. “El Salón Independiente como modelo alternativo de autogestión, práctica colectiva y experimentación en la historia del arte contemporáneo”.  Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968–1971, México: Museo Universitario Arte Contemporáneo – Universidad Nacional Autónoma de México, 2018.

Hadad, Astrid. Heavy Nopal. Hemispheric Institute, NYU. https://hdl.handle.net/2333.1/95x69qxp

Mayer, Mónica. Rosa Chillante. Mujeres y performance en México. México: CONACULTA, 2004.

Prado, Gustavo. Mextilo. Memoria de la moda mexicana. León: Trendo.mx, 2017.

Wolffer, Lorena. Sitio web de la artista. Disponible en: https://www.lorenawolffer.net/00home.html (Consultado el 15 de julio de 2020).

Entrevistas

Entrevista con Karen Cordero, 27 de mayo de 2013.

Entrevista con Patssy Valdez, 3 de julio de 2013.

Entrevista con Laura García Franco, 2 de agosto de 2020.


  1. [i] En México, algunos ejemplos emblemáticos de estas relaciones entre moda y arte durante el siglo XX son los vestuarios e ilustraciones de Roberto Montenegro, Miguel Covarrubias y Ernesto “Chango” García Cabral, los looks y la performance de Frida Kahlo, los cómics y diseños de Javier Valdiosera y un largo etcétera. ↩︎
  2. [i] Al vestir transformamos nuestro cuerpo en una superficie apropiada para inscribir señales que funcionan como formas de clasificación que nos vuelven legibles en la vida social (por ejemplo, posición familiar, rango social, género, etnicidad, religión, edad y un largo etcétera). Como segunda piel, el vestido asumió la tarea de establecer dichas fronteras para separar al cuerpo de lo considerado impuro, inmoral, “otro”.
      ↩︎
  3. El nombre de ASCO fue acuñado en 1974 por ser, de acuerdo con Gronk, “la [re]acción general ante el trabajo que hacemos, cuando empezamos por primera vez a hacer piezas, la gente decía, refiriéndose a ellas, que les daba ‘UuHllhh!’ asco”. Con esta postura, el grupo subrayaba la violencia y el rechazo que vivían, pero no se asumían como víctimas, sino que le daban un giro, lo incorporaban a su proceso creativo para generar tensión entre lo brillante y lo revulsivo de la sociedad. Op. Cit., 37 ↩︎
  4. Araceli Barbosa señala que en México el fenómeno del arte feminista grupal fue resultado, por un lado, del “proceso crítico cultural, abierto por el movimiento de liberación de la mujer y su influencia sobre algunas artistas; por otro, del curso de arte feminista (1982-1984) impartido por Mónica Mayer en la Academia de San Carlos (ENAP-UNAM)”, a su regreso de Los Angeles, California, del posgrado en el Feminist Studio Workshop en el Woman’s Building. Araceli Barbosa, Arte feminista en los ochenta en México. Una perspectiva de género (Toluca, Universidad Autónoma del Estado de México, 2008), 100. ↩︎
  5. Esta colectiva estaba integrada por Ana Victoria Jiménez, Karen Cordero, Nicola Coleby, Patricia Torres, Elizabeth Valenzuela, Lorena Loaiza, Ruth Albores, Consuelo Almeida y Marcela Ramírez. ↩︎
  6. He seleccionado este ejemplo por la resonancia que tuvo en su momento, el carácter mítico que ha adquirido y porque involucra a numerosas artistas; sin embargo, vale la pena mencionar de manera especial el trabajo de artistas como Maris Bustamante, Lourdes Grobet, Eugenia Vargas, entre otras, quienes incorporaron el vestir de manera recurrente en su práctica. ↩︎
  7. Otros ejemplos fueron The Fashion Show Residency, acción presentada en San Francisco y Canadá, en 1999; 1-800-liposuction, presentada también en San Francisco. ↩︎
  8. Las referencias guadalupanas son innumerables en el arte contemporáneo mexicano. Por mencionar algunas: la performancera Elizabeth Romero, quien se tatuó la imagen de la virgen en la espalda o la artista queer chicana Alma López con su obra Our Lady (2001), presentada en distintos medios. ↩︎
  9. Esta colección presentada a través de fotografías de moda y pasarelas precedió la obra la colección “Moda dolorosa” (2002), incluida en el catálogo “Católica Industry” (2007) y en una exposición en Casa Vecina, en donde se borraban las distinciones entre la galería y la boutique. ↩︎

Ficción / poema. Cuando los poetas piensan cine y los videastas producen poesía

Por: Gianna Schmitter

Ficción / poema es una miniserie uruguaya de poesía audiovisual realizada por Antón Terni (cámara) y Patricia Olveira (sonido), de Halo Cine. La primera temporada se puede disfrutar en YouTube, la segunda temporada se está actualmente estrenando en Uruguay. Ya pasó por el festival de cine DETOUR, el 22 de julio se presentó en la Zavala Muniz del Teatro Solís en el ciclo Más Acá de los Mundos y en septiembre habrá proyecciones dentro del Mundial Poético de Montevideo y en la Feria del libro de San José, entre otras.


Gianna Schmitter: Me encantaría saber cómo surgió la idea del proyecto.

Antón Terni: La idea surgió casi de casualidad, con un poeta que se llama Gabriel Richieri. No pensábamos en una serie en ese momento. Gabriel nos dijo: “Tengo una idea. Quiero correr por dentro del túnel de 8 de octubre y que me filmen. Quiero decir un poema que todavía no sé cuál es, pero tengo esa idea.” Subimos a la camioneta y lo grabamos corriendo por el túnel de 8 de octubre. Así hicimos “Gritaste”[1], la primera ficción / poema, que está en la temporada 1. Vimos el video y nos encantó. Ahí todavía no había nacido ficción / poema como tal, como concepto, como para traspolarlo a otros poetas; aún era una idea loca de un poeta, en este caso de Gabriel, y cómo realizábamos con esa idea un contenido poético-visual. Cuando a él se le ocurrió hacer una segunda locura de estas, surge “Parto”[2], que también está en la temporada 1. Cuando vimos el resultado y le pusimos el título, dijimos acá hay algo que realmente podemos trabajar con todos los poetas, con quien quisiéramos, porque el trabajo era muy de ida y vuelta, muy fronterizo, en donde el poeta podía pensar mucho en cine, nosotros podíamos pensar en poesía. Nos encantó esa frontera entre dos caminos creativos. Ahí es cuando verdaderamente nace el concepto y la idea de una serie. Ahí surge el nombre de ficción / poema para poder debatir entre nosotros qué reglas poníamos, para romperlas o no, pero de alguna manera qué reglas poníamos para jugar.

Pregunta: ¿Y qué reglas eran?

Antón Terni: Las reglas eran justo las que surgieron de estas dos primeras experiencias: una toma única, y que el poema sea inédito, o sea que ni escrito anteriormente ni publicado, sino que sea creado para ficción / poema. Estas reglas – que en las dos temporadas están bastante seguidas al pie de la letra – se rompen en tres poemas porque ameritaba y porque también está bueno romper las reglas para poder sentirse un poco más libre y no tan embretado por lo que uno mismo propone.

 
“Los eternos” de Agustín Lucca

Gianna Schmitter: ¿Cómo seleccionaron a los poetas?

Patricia Olveira: Montevideo está plagada de poetas, realmente. Desconozco si en el mundo es así, intuyo que es muy probable, pero realmente hay mucha poesía contemporánea andando por bares, por teatros, por lugares under. Cuando dijimos tenemos entre manos una miniserie, cuando empezamos a pensar en el formato desde lo audiovisual, había que conseguir a estos poetas, había que hacer una selección de esta primera temporada. Entonces empezamos a frecuentar estos espacios para tener un panorama y hacer una selección. Tampoco es que nos acercamos a la poesía con ficción / poema, nos veníamos acercando desde antes, pero obviamente que, con el proyecto entre manos, profundizamos la investigación… Muchos bares para escuchar poesía, también compramos libros… de ahí hicimos la primera selección. De esa primera selección nos quedaron afuera personas que consideramos referentes de la poesía contemporánea local y que logramos incluir ahora en la segunda temporada.

Antón Terni: Pero siempre quedan afuera, porque hay muchos. Ahora estamos, de hecho, aplicando para la temporada tres, y creemos que es un proyecto que puede tener muchas aristas, que puede ser tan longevo como nosotros tengamos las ganas y la energía de hacerlos. Incluso para extrapolar a otro país, ¿no? Pensando que acá en Uruguay ya es bastante extensivo lo que uno puede hacer, pero tenemos países hermanos llenos de poetas, está el mundo entero, la verdad.

Gianna Schmitter: Realmente creo que es un proyecto hermoso, de muy buena calidad porque saben combinar tanto el lenguaje audiovisual como el poético.

Patricia Olveira: Creo que lo que ha ayudado a eso fue el concepto de reglas que mencionaba Antón. Si bien a veces las reglas u obstrucciones te limitan, también te ponen un marco, y creo que es lo que le ha dado el carácter del lenguaje. Creo también que es fundamental que el poema no sea editado previamente, que sea pensado para la ficción / poema. Un poeta piensa siempre en un texto, en las palabras, en su materia prima, y la voz. Nuestra dinámica de trabajo fue siempre juntarse con el poeta todas las veces que fuera necesaria, para que empiece a pensar no solamente en esos términos, sino que también piense en cine, en planos, por decirlo de alguna forma, en acciones, sobre todo. A nosotros nos permitía lograr, en algunos casos mejor que en otros, esa comunión entre el lenguaje cinematográfico y el texto. Ese trabajo es donde llegamos a piezas que me gustan muchísimo y que son súper representativas y únicas de este concepto que estamos trabajando.

Gianna Schmitter: Es decir que normalmente es el poeta él o la que propone el guion, o sea, que dice tengo ganas de eso, lo que me contaste al principio, Antón, de correr por ejemplo por la carretera.

Antón: Ha sido distinto con cada poeta. Lo primero que hacemos en realidad, una vez que nosotros ya sabemos que queremos trabajar con alguien, es reunirnos. Ahí nosotros sentimos que es como un lienzo en blanco: hay que encontrar hacia dónde vamos. Me parece que ficción / poema es bastante terapéutico, tanto para nosotros como para el poeta. Se vive casi como una ficción / terapia, como le decimos a veces, porque nosotros exploramos, junto con el o la poeta, cuáles son sus miedos… a veces vienen y nos cuentan cosas que no tienen nada que ver con un poema. Hablamos de la vida, de cómo estamos, cómo nos sentimos, qué pasa, nos conocemos, y ahí estamos nosotros para descubrir qué anda suelto por ahí en la persona para poder trabajar. La otra opción es que ya viene con algo y nos dice: “quiero trabajar esto”. Depende de cada uno. Ahí no hay una libreta, un guion que tengamos nosotros. Es un ser nuevo a conocer, como somos nosotros, darnos a conocer con quien trabajemos, ¿no? Entonces, siempre las reglas son distintas, de cómo abordamos el tema.

Gianna Schmitter: ¿Y eso de la sola toma, por qué lo propusieron?

Antón: Nosotros sentimos que podríamos hacer muchos planos y poner un sonido después grabado en estudio por el poeta, pero eso le quita autenticidad, nos gustaba la idea de una experiencia vivida…

Patricia: …el acto poético, el acto transforma a quien lo realiza. Capturar eso, casi como un documental. Si bien se llama ficción / poema en realidad estás como capturando un momento; si bien hacemos varias tomas, pero siempre con su sonido directo y con su registro directo de imagen. Hay algunos videos que tienen planos cortados, pero el sonido siempre es uno.

Antón: El cine que nos gusta a nosotros y que hacemos, tanto en el documental ya realizado juntos como en el film que estamos preparando ahora, se constituye de planos secuencia: nos gusta que dejen aire a las acciones, en vez de estar pensando en qué lugar mágico va la cámara. Quien esté delante de la cámara sea, de alguna manera, quien marca hacia dónde va la cámara. Y entonces jugar ahí.

“Parto” de Gabriel Richieri

Gianna Schmitter: ¿Eso significa también que improvisan la cámara en el momento? Por ejemplo, en el primer video de la segunda temporada, cuando están caminando por la calle…

Antón: Es una mezcla de dos cosas. Ahí con Zana fuimos hasta allí sin saber cómo lo íbamos a hacer, ella más o menos sabiendo lo que iba a decir y nosotros sabiendo más o menos cuál es la acción. Nos encontramos entonces en el lugar y probamos una toma y ahí surge: estaría genial que acá te dieras vuelta y yo entonces me doy vuelta y probamos de nuevo hasta que encontramos una coreografía entre el o la poeta y nosotros y la cámara. Es una coreografía que hay que encontrar, no es algo ya estipulado cien por ciento de antemano, sino que lo debatimos ahí.

Gianna Schmitter: Es decir que estás manejando la cámara casi como una performance cinematográfica también, esto es: el poeta para mí claramente está haciendo una performance, y como dijiste, la idea del registro es casi documental, salvo que la forma documental en la cual lo están realizando es en sí poética, o sea la manera de capturar el instante, de manejar el lenguaje visual. Normalmente, en cine, cuando vos estás grabando, no estás improvisando en el momento mismo de grabar, no te estás preguntando dónde poner la cámara.

Antón: Creo que hallamos la mejor manera en el lugar. En ese mismo ficción / poema que nombrás (Zana Conti, “Nube”), el momento más fuerte es cuando ella dice que esa mañana fue violada, y es la primera vez que la vemos de frente. Descubrimos que eso tenía que ser así casi in situ. Cuando lo repetimos por segunda vez y entendimos que eso tenía fuerza, se convierte en una suerte de documental, pero ya ficcionado, porque realmente queremos llegar a que eso suceda. Entendimos que eso está bueno, lo rescatamos de la coreografía improvisada y lo repetimos ya ficcionándolo, digamos. Entonces el concepto también es un híbrido ahí: ficcionar lo que está sucediendo y que surge de una improvisación. Es como encontrarle la mejor manera de filmar lo que surge naturalmente, digamos.

Patricia: Como la puesta en escena del poema, del texto en un espacio, con el poeta, la poeta en vivo.

Antón: Improvisamos, pero luego surge una que es la que más nos gusta, y ahí vamos por esa, solo.

Gianna Schmitter: Yo vi otras cosas, o sé de otros trabajos, donde es mucho más planificado, donde realmente hay una suerte de guión ya previsto. Entonces lo que me llama la atención en el trabajo de ustedes es que están participando en el juego, que ustedes también están abandonándose a lo que puede surgir en el momento, que es poético en sí.

Antón: Para darte un ejemplo, la ficción / poema “Volvé que te necesitás” de Vivianne (Temporada 2), donde ella está pateando la pelota de fútbol, nosotros no sabíamos cómo lo íbamos a filmar. Ella sabía lo que iba a decir y sí sabíamos que iba a haber una pelota y que ella la iba a estar pateando contra una pared. O eso era lo que nosotros pensábamos. Cuando íbamos para allá, ella nos avisó que iba a haber un amigo, que iba a hacer de golero. Qué notable, porque así te la pasa a los pies, es bienvenido. La verdad que yo, con la cámara, no sabía cómo lo iba a filmar, tampoco sabíamos cómo íbamos a coreografiar eso. Lo primero que hicimos fue que Vivianne empezó a recitar el texto y uno empieza viendo a través de la cámara, que es la mejor manera de ver lo que está sucediendo. ¡Ah! Mirá qué bueno esta girada alrededor de ella. Y qué bueno está frenar justo cuando ella dice “me llamo Vivianne”. Eso lo dejamos para descubrirlo ahí. Creo que eso es lo que tiene de documental o de fresco, mejor dicho. Que no es algo de guión, de storyboard, de previsto, sino que tenemos una idea y vamos al lugar. Eso nos permite descubrir cómo es la mejor manera en el lugar: por ejemplo, el sol está de una manera, el lugar está de una manera, nosotros estamos de una manera única en ese momento, en ese lugar. Jugar con esas variables nos parece importante para que el video esté vivo, para que se sienta fresco cada poema.

Gianna Schmitter: ¿Y normalmente cuánto tiempo les lleva grabar y hacer el montaje?

Patricia: Mínimo un día de grabación, máximo dos. Es decir, nos ha pasado que con poetas hemos filmado dos ficciones poema en un mismo día y nos ha pasado con poetas que hemos elegido hacer un día una y un día otra. Eso depende mucho justamente de la ficción / poema que se quiera filmar. Y generalmente lo que hacemos es filmar todo y luego elegir cuál es la buena. Muchas no llevan un montaje propiamente dicho porque son tomas únicas. Solamente elegimos donde empieza y donde termina. Ha sido muy distinto la temporada 1 y la 2. La 1 nos llevó mucho más tiempo desde que empezamos con el primer poeta hasta el último; pasaron entre un año y medio a dos años. En el medio hacemos otras cosas y nos fuimos dando mucho tiempo. En la segunda temporada lo hicimos mucho más expeditivo. Creo que una vez que nos empezamos a contactar con los poetas hasta que filmamos todo, pasaron dos o tres meses.

Antón: Es que entendimos el mecanismo también. Creo que es algo que vamos puliendo en cuanto al proceso más que nada. Tener una lista de poetas, elegirlos, llamarlos, comunicarnos… Y luego ya no tenemos temor a equivocarnos. Ya entendimos que tirándonos al agua salen cosas que están increíbles. Eso ya nos tiene más seguros en la manera de trabajar con las personas.

Patricia: Sí. También hay poetas que necesitan más lo inmediato, a los que el tiempo no les ayuda, digamos, porque les hace dudar más de lo que escribieron o de lo que van a hacer. Entendimos que lo mejor es ir y rodar ya porque si no, lo perdimos. Y hay otros que necesitan decantar, presentarnos una idea, ver qué nos pasa, o sea, necesitan un proceso un poco más largo.

Antón: Y nosotros nos vamos adaptando a eso, sin dormirla, como decimos, y tampoco sin apurarla, como entender un poco los tiempos de cada persona para llegar al mejor resultado posible.

Gianna Schmitter: ¿Y los financiamientos? Porque está financiado por el Ministerio de Cultura y Educación, ¿no? Y de cine.

Patricia: Estas dos primeras temporadas que hicimos obtuvieron el mismo fondo que era, en ese entonces, un fondo del Instituto de Cine de Uruguay que pertenecía al Ministerio de Educación y Cultura. Se trataba de un fondo muy pequeño que se otorgaba para contenidos digitales. Ese fondo se descontinuó y ahora volvió a resurgir con la nueva Agencia de Cine y Audiovisual de Uruguay. Actualmente estamos buscando el financiamiento para hacer la tercera temporada, cuya propuesta es trabajar con poetas del interior del Uruguay, es decir, fuera de Montevideo. Hasta ahora mostramos poetas montevideanos.

Antón: Algunos del interior, pero que viven en Montevideo, pero la idea no es solo trabajar con poetas del interior, sino ir a otras localidades, a mostrar otro Uruguay, es decir que no sean lugares tan cercanos o Montevideo.

Patricia: En algún punto es una tercera temporada un poquito más ambiciosa en cuanto a los recursos porque implica recorrer el territorio. También en cuanto a la dinámica del proceso va a ser distinto. Hasta ahora nos podíamos reunir las veces necesarias con los poetas, ya que vivían en la misma ciudad que nosotros… Cuando llevemos adelante esta tercera temporada, quizás va a ser todo mucho más rápido, esto es: ir, juntarnos para, capaz, rodar al otro día o a los dos días máximo y volvernos a Montevideo. Si no, se hace una gira muy costosa para este tipo de proyectos. Llegado el momento, afinaremos un poco cómo va a ser la metodología de trabajo para poder realizarlo.

Gianna Schmitter: Me contaron que muestran las temporadas en festivales. Quisiera saber cómo reacciona el público.

Patricia: Muy bien. Las veces que lo hemos presentado hemos tenido comentarios muy lindos. La ventaja de ficción / poema es que como el contenido es multi-plataforma, puede estar en distintas ventanas de distribución. Puede estar en festivales literarios, de poesía, pero también en festivales de cine: la serie completa puede estar en un festival de cine, y los episodios aislados como un cortometraje. Luego organizamos también eventos específicamente de ficción / poema, y finalmente está el mundo digital, YouTube, portales que nos linkean. Cuando hicimos la temporada 1, Instagram todavía no admitía videos de más de un minuto; ahora para la 2, ya se va a sumar esa ventana. También estamos afinando ahora algo que hicimos intuitivamente con la 1 temporada, que es hacer la mayor cantidad de proyecciones presenciales posibles, es decir: en pantalla grande, con un buen sonido, combinado con alguna otra experiencia en vivo, en distintos venues. Ahora vamos a ir a la sala Zavala Muniz del Teatro Solís, que es un espacio muy lindo e importante de Montevideo, después vamos a estar en el Mundial Poético, en la Feria de Libros de San José, quizás en la Feria de Libro de Montevideo… Sacar todo el jugo de esas ventanas presenciales combinando la proyección con otras actividades que enriquezcan la experiencia, como conversatorios o poetas en vivo. Luego de eso circulará en los medios digitales para llevar poesía a los teléfonos y computadoras. La idea es poder generar primero esa experiencia con ficción / poema y luego pasar a las pantallas más pequeñas.

Gianna Schmitter: ¿Y acude mucha gente?

Patricia: Todas las proyecciones que hemos hecho con la temporada 1 han estado a sala llena, la única que hicimos con la T.2, también. A veces se combinaban con otras cosas, por ejemplo, en el festival de cine había unos cortos antes y luego había una banda que tocaba en vivo. No obstante, era una sala de un cine que estaba completa y entregada a la poesía. Con la T.1 pasó algo similar, tanto en el Mundial Poético, como para una doble fecha con una poeta alemana que vino a presentar su poesía sónica, organizado por el Instituto Goethe.   

Gianna Schmitter: Al principio de la entrevista mencionaron el impacto que tiene el video en la poesía y al revés. ¿Para ustedes, qué hace el video a la poesía y la poesía al video?

Antón: Creo que de por sí a nosotros nos gusta filmar de cierta manera, acercarnos a las cosas y a las personas de una manera tratando de entender cómo es, sin ir nosotros con algo ya predeterminado. Para nosotros eso ya es una manera de acercarnos, no sé si poéticamente es la palabra, pero sí para descubrir la belleza casi sin tocarla, sin despertarla, sin decir cómo tiene que ser. Creo que ya de por sí nuestra manera de trabajar es bastante invisible cuando estamos filmando, y comprendimos que así podíamos captar cosas bellas sin espantarlas, por así decirlo, como si fuese algo que se rompe. Por ello se caía de maduro que estaba bueno trabajar con poetas porque las y los poetas en sí son seres que están muy abiertos a mostrar la belleza que traen consigo. No son actores, no son actrices. Son seres muy transparentes por decirlo de alguna manera, y ahí nos dimos cuenta que en nuestra manera invisible de filmar y seres transparentes había algo que nos iba a permitir descubrir algo nuevo. En ningún ámbito cinematográfico nos gusta ir con ideas preestablecidas; nos gusta el descubrir. Siento que por ahí viene esta manera de congeniar tan bien con la poesía y encontrar una frontera nueva donde descubrir cosas.

Gianna Schmitter: ¿Y las y los poetas, cómo reaccionaron?

Antón: Siento que están flasheando, que es realmente algo lindo y nuevo. Están muy acostumbrados a presentarse en vivo: como contamos, acá hay una movida de presentarse en vivo, de leer en vivo. Pero nosotros tenemos un gusto y una propuesta particular, que es que no nos gusta la lectura; a nosotros, nos gusta la acción y el decir sin el libro en la mano. Al venir a plantear esto les sacamos de alguna manera su arma y apoyo principal, que es el libro, que es lo que escribieron y en lo que se apoyan para decir. Al momento de plantear este juego, estamos en un terreno que ni nosotros, ni los poetas conocemos. Y me parece que es bien recibido porque el poeta es una persona un poco kamikaze, ¿no? Alguien que se tira a lo profundo y que va a desnudar su alma. Nosotros estamos proponiendo ese juego de entrada. Ahí hay siempre un recibimiento hermoso que yo sentí siempre muy abierto y que nos ha permitido jugar libremente, digamos, nunca ha habido límites más que los que nos planteamos o descubrimos en el hacer. Siempre es muy libre como nos encontramos con los poetas.

Patricia: Sí, además no son personas que habitualmente son filmadas. Hay cierta frescura ante una cámara. No han sido muchas veces filmados pero les gusta también esa atención. Entonces es una combinación interesante porque no se retrotraen, no se ponen tímidos. Realmente logran sacar lo que tienen adentro pero sin tener vicios de actores o de actrices, de personas que están habituadas a la cámara. Confían bastante en lo que propone Antón desde la realización y la apuesta de la cámara. Y luego creo que la simbiosis más rica sucede cuando ellos de verdad logran salirse del texto y pensar en acciones. Ahí se encuentra el cine y la poesía, como lo entendemos nosotros. Hay veces que no sucede tanto, o con algunos poetas o en alguna ficción / poema de un mismo poeta, pero cuando ellos realmente logran salirse del texto para llevar su poesía y lo que ellos traen – que es mucho más que palabras – a una acción, es cuando se encuentra realmente la poesía con el cine.

Gianna Schmitter: Sí, que es un encuentro muy potente. Hay unos videos que miro y se me pone la piel de gallina; es impactante.

Antón: Es porque está pasando. No es solamente un vídeo: está pasando, al poeta le está pasando lo que está diciendo. Creo que es encontrar esto, ahí está lo lindo.

Gianna Schmitter: En cine es normal también trabajar en equipo, en literatura, en cambio, mucho menos. ¿Sintieron que ahí hubo algún impacto para con los poetas? El hecho de hacer un video-poema saca al poeta de su soledad para escribir; lo que dijiste antes, por ejemplo, que con algunos a veces hay que ir rápido porque si no piensan demasiado y se arrepientan y se ponen a dudar. Cuando justamente se trabaja más en equipo, se transforma también el oficio literario.

Antón: Sí. Cuando nos juntamos con un poeta somos tres, no es uno a uno, sino que somos tres y algo pasa entre el poeta solo, en su casa escribiendo, y la dinámica de los tres. Me imagino que de pronto es una multitud para el poeta, ya son dos opiniones más… y ahí se genera un debate distinto al uno a uno. Siento que tres personas de repente es un grupo, que el o la poeta se siente muy apoyado, porque no es sólo la opinión que yo diga de lo que la poeta venga a decirme, ni la que Pato tenga, sino que hay un debate entre la poeta con Pato, o Pato conmigo, o yo con Pato, o entre los tres. Ahí algo empieza a girar y creo que eso le gusta mucho al poeta, porque se siente cuidado. También porque todo lo ponemos a debate. Y cuando a los tres nos gusta, esa es. Cuando a los tres nos miramos y decimos pa, y empezamos que uno tira y el otro recoge, ahí se genera una sinergia y es clarísimo que vamos bien, que estamos encontrando. Y el poeta se siente apoyado y eso le permite abrirse más.

Gianna Schmitter: Pero entonces realmente es como una co-escritura.

Patricia: En algún punto sí.

Antón: Co-realización también. Por eso decimos que es muy fronterizo el lugar dondenos encontramos. Nosotros pedimos acciones pero muchas veces nosotros, porejemplo, cuando el poeta empieza a decir la poesía también proponemosacortar o ahondar. Es decir,les permitimos que hablen de la realización, como nosotros nos permitimos aportar a la poesía y eso está buenocreo. O por lo menos a nosotros nos encanta.

Patricia: Sí. Es realmente un cruce de lenguajes, de frontera, de disciplina. Creo que esa es la esencia de ficción / poema. No es poesía filmada, es esa frontera difusa que lo hace tan particular.

Gianna Schmitter: ¿Patricia, me podrías hablar un poco del sonido? Acústicamente también es muy lindo, hay mucho ritmo, por ejemplo.

Patricia: Lo trabajamos como trabajamos en el cine. Nos tomamos cada rodaje de ficción / poema como una escena de una película y todos los recursos técnicos están puestos con esa vara, con esa técnica de rodar. Tanto la cámara como el sonido están cuidados en su registro y luego en su postproducción, tanto el color de la imagen como la postproducción de audio de la toma directa. Hacemos un trabajo cinematográfico 100%. Es a lo que nos dedicamos, entonces es donde tenemos puesto todo nuestro ojo, nuestros oídos, nuestro gusto. Que es vital: por más que el poema esté buenísimo y que el poeta haga tremenda performance, acción, puesta en escena, etc., si no se ve y no se escucha bien y no tiene un ritmo y un sentido lo que vemos, pierde fuerza.

Gianna Schmitter: ¿Qué otros proyectos tienen con ficción / poema?

Antón:  A merced de este concepto surgió un taller de ficción / poema en una escuela de poesía aquí en Montevideo, con estudiantes de todas las edades. Son estudiantes que están dando sus primeros pasos en la poesía y que de entrada tuvieron ya un taller de ficción / poema, de cómo abordar la poesía en forma cinematográfica, cómo estar frente a la cámara y cómo crear cinematográficamente un poema. Es lindo ver que gente que está involucrándose o dando sus primeros pasos en la poesía ya adquiere un lenguaje que surge de esta serie. Que se convierte en concepto para crear algo nuevo, que se ha podido dar ya a futuros poetas o a poetas de acá. Es bello ver cómo de golpe salpicó, cómo el concepto va tomando ramificaciones. En ese taller fui yo docente dos años. Un año eran tantos estudiantes que las ficciones / poemas fueron grupales, algo que todavía no hemos trabajado nosotros en las series pero estamos planeándolo. Empezar a trabajar en una misma ficción / poema con dos o más poetas al mismo tiempo. Eso implica otras reglas de juego, otra manera de producir, otra manera de filmar y de trabajar ya en grupo.

Gianna Schmitter: Y hablando de educación, ¿les parece que justamente llevar la poesía en este formato a los estudiantes o a los alumnos – también estoy pensando en la secundaria – puede hacer que se interesen más por la poesía o no?

Antón: Yo creo que, sin duda, es una herramienta más. Hoy una ficción / poema la podemos ver en el teléfono, ¿no? Todo el mundo está con el teléfono, están todos los jóvenes, pero estamos nosotros los más veteranos también. Entonces, cualquier plataforma que sirva de gancho para interesar, atraer hacia cualquier modo de expresión artística, me parece que está buenísimo. Y sin duda es un gancho más porque hay muchas herramientas: ahí vos ya no estás hablando sólo de poesía, sino que estás hablando de tecnología digital, estás hablando de redes sociales, estás hablando de un montón de cosas que si no lo enganchás por un lado lo enganchás por el otro o de todas a la vez. Estás llevando la cultura a lugares donde a veces se halla solo entretenimiento y creo que es una manera de meternos a navegar con estas nuevas maneras de comunicarnos. Me parece que está bueno que la cultura exista ahí y que permee los hogares, los teléfonos y cualquier cosa donde uno pueda meter algo así.

Patricia: Sí. Nosotros estamos trabajando un concepto con ficción / poema: es una serie de poesía contemporánea, audiovisual. Pero también es una obra de literatura digital. Tiene esa dualidad, y nos parece muy interesante profundizar y trabajar, explotar ese concepto, porque ¿cuáles son las formas que tenemos hoy de consumir poesía? Comprar un texto de poesía que no sé cuánta gente lo hace o ir a ver una lectura de poesía. Ficción / poema te trae otra opción de acceder a la poesía. Estamos haciendo énfasis en esta característica bastante única del contenido audiovisual: es una obra de literatura pensada y producida para un formato digital, donde el soporte de registro y fijación del poema sale de su forma tradicional al encontrarse con el cine. Circula también desde ese lugar y tiene esa visión desde quien lo recibe, ya sea en la educación o en el disfrute de la cultura, de la literatura, de la poesía, no solo de lo audiovisual.


Esta entrevista fue realizada por Gianna Schmitter por videollamada el 19/06/2024.


[1] https://www.youtube.com/watch?v=mhBGEQLZsNA&ab_channel=ficci%C3%B3n%2Fpoema

[2] https://www.youtube.com/watch?v=JJbNoDNk5vI&ab_channel=ficci%C3%B3n%2Fpoema