Las zonas de lo propio: espacio y ficción en el Brasil republicano

 

Por: Verónica Lombardo*

Imagen: fotograma de Deus e o diabo na terra do sol, de Glauber RochaBanco de Conteúdos Culturais da Cinemateca Brasileira

Verónica Lombardo problematiza el concepto de frontera en el espacio intranacional brasileño que se ha determinado históricamente a partir de ciertos ideologemas de paisajes. Desde Os Sertoes (1902) de Euclides Da Cunha hacia las variaciones del modernismo de los años 30, con las obras de Graciliano Ramos y poetas como João Cabral de Melo Neto como puntos de llegada, la autora evidencia la realización de la profecía revolucionaria  “el sertón será mar y el mar será sertón” —leitmotiv del filme Deus e o diabo na terra do sol (1964), de Glauber Rocha— y desarrolla cómo el campo literario brasileño ha respondido de manera vehemente a esta frontera de sensibilidades y atributos.


I

La idea de límite o de frontera es del orden de lo imaginario. De la misma forma en que la ficción lo es: cómo se imagina el límite, cómo se concibe esa línea que separa y define lo que es de lo que no es, qué variables del orden de lo concreto permiten afirmar la irrealidad del límite. Qué variables de “lo real” construyen la ficción. Entre el territorio geográfico (topográfico, geopolítico) y el espacio textual existen correspondencias que permiten revisar qué condicionantes operan a la hora de concebir las fronteras que diferencian lo que es la literatura de lo que no lo es; lo que es una expresión moderna de lo que no lo es; lo que es propiamente nacional de lo que no lo es.

La concepción de estas fronteras topográficas habilita la lógica binaria —lo nacional y lo extranjero, lo propio y lo ajeno (que es lo mío y lo suyo), lo fértil y lo infértil—, pero no cuestiona el nivel de arbitrariedad (en tanto pacto ficcional) que ese límite implica. Ahora bien, en el marco de las fronteras nacionales, también se dirimen los confines intranacionales: si en la Argentina se los ha pensado en términos de Buenos Aires- interior; en Brasil es posible hacerlo en términos de centro-interior, o bien, a partir de ciertos ideologemas de paisaje como el litoral y el sertón.

La humedad y la sequía como atributos contrastables de cada uno de estos locus moldean de forma maniquea la idiosincrasia territorial que funcionará como propiedad diferencial y valorativa: la selva emparda al sertón, la tierra húmeda es erótica y fértil en la medida en que la seca es yerma y tanática, el progreso fluye en condiciones húmedas en tanto el atraso asume la rigidez de la tierra áspera. Se establece de esta manera una conformación de dos sensibles a partir de los cuales se redistribuyen caracterizaciones e imágenes del Brasil: el sertón pasará a funcionar como un espacio en el que lo vital se suspende y en el que el tiempo reviste la condición de categoría interrumpida.

II

El campo literario brasileño ha respondido de manera vehemente a esta frontera de sensibilidades y atributos. De hecho, la literatura sobre el territorio tiene en el Brasil una tradición considerable cuyo punto de partida es Os Sertões (1902), de Euclides Da Cunha. La Guerra de Canudos (1896-1897) —guerra fraterna que pone en evidencia el quiebre de esa fraternidad— es en la pluma de Euclides la revelación de una nacionalidad fisurada cuyo territorio es la metonimia del campo de batalla. El sertón de Canudos, escarpado, ajado, insondable, constituye ese Brasil que se encontraba más allá de la frontera de lo concebible. Cuando Euclides Da Cunha, un ingeniero militar, periodista del diario oficialista O Estado de São Paulo, publica su obra literaria en el filo del ensayo, en el de la crónica literaria y en el del diario de campaña, instala el sertón en el mapa de Brasil y también en el imaginario nacional. La obra corre el límite y difumina la frontera que separa a la región sertaneja (“la otra”) del litoral donde se encuentran los centros de producción económica y cultural. El ejército de la República recientemente declarada en 1889—bloque y muro en tanto fuerza de choque— se desgarra: se desgarran los uniformes con la flora espinosa, se desgarran los cuerpos y se desgarra ese ejército, el cuerpo de la fuerza estatal. El Estado desgarrado se (des)gasta en cinco expediciones hasta que, finalmente, desarma el cuerpo de la comunidad de Canudos en un genocidio de características brutales.

¿Qué lugar tiene la obra de Euclides a la hora de pensar la porosidad de las fronteras brasileñas en el marco de la consolidación de una nueva forma de gobierno? En pleno proceso de modernización tanto política como económica, el Brasil “ideal” se topa con su umbral: asumir que sus confines naturales incluyen un territorio y una comunidad que “pertenece a otro tiempo”. El tiempo y el espacio establecen una paradoja irresoluble: la pujante nación moderna alberga una comunidad atávica. La conciencia de este espacio fuera del tiempo desdibuja el imaginario republicano que “resuelve la situación” enviando el ejército para destruirlo.

La obra de Euclides presenta y estetiza la dilución de los límites entre el litoral y el sertón, el proyecto de futuro y la permanencia del pasado, la secularización y la fe religiosa, en la medida en que pone en evidencia la colisión de estas zonas tan linderas como antagónicas. En el choque estalla la frontera, se fusionan, se desdibujan y se invierten los roles de Dios y el Diablo, metáforas de los contrastes de la tierra del sol. Por otro lado, la obra desmonta su propia condición de género —el ensayo admite un preciosismo estilístico que se cruza con la crónica y con los diarios de campaña—a la vez que el enunciador deviene de voz oficialista en voz denunciante. En este sentido es posible afirmar que Os Sertões abre el sertón a la nación, en una operación crítica de desestabilización de las zonas atribuidas que involucran no solo al territorio sino a los discursos y a los textos que las han consolidado.

III

… la literatura como lente, máquina, pantalla, mazo de tarot, vehículo y estaciones para poder ver algo de la fábrica de realidad…

Josefina Ludmer

En los años treinta, el ideologema del paisaje va a dar lugar a una producción literaria de afirmación de lo regional, lo que supone una tramitación del conflicto de las fronteras intranacionales, al menos en el campo de lo cultural. En la medida en que el paisaje afirma la diferencia, también se afirma el sertón como tópico abordable y discutible en la arena de la producción estética en el Brasil.

Muchos son los autores que han estetizado el rudo paisaje sertanejo y las adversidades de la vida allí. De hecho, el regionalismo ha dado gran cantidad de autores y obras que afirman ese territorio a partir de la estilización de la tragedia de la tierra que vulnera la subjetividad de sus habitantes. Si bien esta espacialización de una literatura supone la afirmación de un territorio afásico, también ratifica el límite y sus coordenadas.

Los alcances del modernismo en Brasil van a permeabilizar los límites por lo cual ese regionalismo afirmativo irá abriéndose a un regionalismo de pasaje. Una literatura que migra hacia formas más blandas de representación en tanto el lenguaje literario es forzado a ajustarse a esa sequedad sertaneja. Menuda paradoja. Esto es, el estilo para decir el sertón sufre variaciones y ajustes, abandona la rigidez de un molde realista para asumir la forma de la tierra, y abrir nuevos géneros y modos posibles para representar el espacio sin lengua. La profecía revolucionaria “el sertón será mar y el mar será sertón” —leitmotiv del filme Deus e o diabo na terra do sol (1964), de Glauber Rocha— funciona como mantra y sortilegio que deshace las fronteras y reconfigura los parámetros según los cuales se piensa lo nacional.

Las coordenadas de tiempo-espacio asimiladas en el Brasil de la primera mitad del siglo xx en función de las dicotomías litoral moderno cosmopolita y sertón atávico van a exhibir su porosidad: es esta porosidad la que permite cierto pasaje entre zonas de lo moderno y de lo arcaico, entre la literatura sertaneja y una nueva literatura del sertón. Graciliano Ramos ha efectuado esta operación de pasaje en el orden de lo representativo: la forma del texto ha asumido la del territorio reinventando una lengua literaria que, paradójicamente, se flexibiliza a la vez que se asimila con la dureza del paisaje. En este “ablandamiento”, la literatura revela su faceta más transformadora y moderna: la de tallar una prosa que resulte una cartografía de la tierra en una especie de hiperrealismo estetizante que parte del realismo, fuerza sus convenciones esclerosadas y exhibe operaciones estéticas que suponen un modo cabal de politización de la literatura.

IV

Las migraciones, la huida, el desplazamiento del infierno al paraíso o del sertón hacia el mar será el conjuro de los sertanejos que pueblan la literatura regionalista. Poder partir hacia una tierra próspera es el norte de los desclasados y de los abatidos por la dureza del sertón. Esa tierra es su tierra, por más inverosímil que parezca.

Estética y políticamente, la literatura efectúa su propio desplazamiento, pero es un desplazamiento hacia su propio centro para consolidarlo en su dureza y para proyectarse desde allí. Esto es, en la medida en que escritores como Graciliano Ramos (Alagoas, 1892-1953) o poetas como João Cabral de Melo Neto (Recife, 1920-1999) fundan y experimentan una gramática seca —no de la sequía—la experiencia del Sertón se vuelve comunicable y asequible.

¿Cómo leer a João Cabral sin tropezarse con sus versos, montículos de piedra sobre piedra? ¿Cómo renunciar a la expresión poética que se rompe contra la dureza racionalista de una especie de antilírica? Se trata de una literatura que recorta su propia zona, para expandir sus límites representacionales, para irradiar el calor de esa tierra abrasadora. Ese movimiento inaugura un puente, o bien, un atajo: si el sertanejo errante migra hacia el litoral en busca de un nuevo destino, la literatura se mueve hacia zonas de lo experimental para encontrar también otro camino: un modo de decirse que supone una afirmación, un posicionamiento y una voz que esté a la altura de esa nación moderna que, tan agónicamente, logró sostenerse en la diversidad.

* Verónica Lombardo es Licenciada y Profesora de Enseñanza Media y Superior en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Es integrante de la cátedra de Literatura Brasileña en la carrera de Letras donde investiga temas vinculados con el sertón como tópico y como espacio de representación. También traduce textos y es editora de contenidos.